MÉRIDA.- El equipo de arqueólogos submarinos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrió recientemente un cenote que había estado oculto por casi dos mil 500 años. El cuerpo de agua se encuentra justo debajo del templo de San Antonio de Padua en Izamal, Yucatán.
El equipo de arqueólogos dirigido por Helena Barba Meniche dijo que entre los primeros hallazgos estaban dos niveles de pisos que eran la entrada hacia el cenote, además de diversos objetos tanto prehispánicos como más recientes del siglo XIX.
Los expertos lograron dar con el paradero de la entrada luego de guiarse por una antigua noria de la ciudad que se cree suministró agua a frailes a mediados del siglo XIX. En los trabajos también se apoyaron de nuevas herramientas como drones e instrumentos térmicos, inclusive se giraron de relatos de las personas que recordaban que en ciertos lugares había pozos.
Los cenotes ocupaban un lugar muy importante en la cosmovisión del pueblo maya. Estos, aparte de ser un sistema de canales de subterráneos intercomunicados, eran vistos como las fauces de Xibalbá (inframundo).
Con el choque cultural, los conquistadores españoles vieron los rituales que se hacían en torno los cenotes como herejías, fue entonces cuando el español Diego de Landa emprendió una campaña para borrar cualquier indicio de las religiones prehispánicas.
Fue así que De Landa erigió sobre el cenote el templo en honor a San Antonio de Padua. Para ocultar el pasado indígena, arrojó cientos de objetos al interior del cenote.
Gracias a los códices y a la historia oral, el grupo de científicos pudo dar con la entrada del cenote y recuperar algunos objetos que están fechados entre el 750 y 200 d.C.
Fuente: El Sol de México