CIUDAD DE MÉXICO.- Las empresas dedicadas a la producción de comida ultraprocesada, tales como Coca-Cola, Pepsi, Nestlé, Bimbo, entre otras, consumen 133 mil millones de litros de agua en sus procesos de producción, reveló el laboratorio de estudios sobre empresas transnacionales (LET) de la UNAM.
De acuerdo con el estudio “En México no falta agua, sobra chatarra”, una de las industrias que tiene mayor impacto ambiental es la refresquera, pues la empresa de bebidas procesadas que más consume agua en el país es Coca-Cola.
Esta refresquera extrae al año 55 mil millones de litros de agua y, para producir tan solo medio litro de refresco, necesita 34.5 litros, es decir, requiere 69 litros para elaborar 1000 mililitros de esta bebida.
Además, la empresa consume líquido en cada una de las 32 entidades del país, incluso en algunas zonas con alto estrés hídrico como Toluca.
Según la investigación, la cifra de consumo de agua podría ser mayor, ya que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) “no supervisa rigurosamente” la extracción del líquido de las concesiones otorgadas.
En Mérida, Coca-Cola tiene concesiones en 17 pozos, de los cuales extraen 4 mil 400 millones de litros de agua. Esta es la entidad donde más se consume refresco en el país y 49 por ciento de la población tiene diabetes.
A pesar de que la refresquera dice devolver el agua tomada de la naturaleza a través de programas de reforestación, acusan que solo financia algunos grupos para hacer acciones de reforestación, viveros y las reporta como acciones propias.
Especialistas consideran que el Estado mexicano ha incumplido con garantizar el derecho humano al agua, pues mientras permite que empresas de comida y bebidas chatarra tengan un acceso sin límite a los recursos hídricos del país, al mismo tiempo existen comunidades que no tienen garantizado el acceso a este bien.
En México, el 24 por ciento de los hogares no tiene agua todos los días y se desechan 119 mil millones de litros de agua sucia que, después de los procesos industriales, regresa a cuencas y acuíferos.
Fuente: El Financiero