
Signos
Muy bien. ¿Y la única manera de defender los derechos humanos y constitucionales de los niños a la educación formal en las escuelas públicas -y de defender, por tanto, igualmente, los derechos de los padres a esa educación gratuita y obligatoria de sus hijos- es saliendo, también, a las calles, a protestar, provocar el caos y atentar contra los derechos de otros ciudadanos, igual que hacen los maestros sindicalistas en contra de lo que consideran agravios del Gobierno en contra de su gremio?
¿Qué Estado de derecho es ese?
¿Conocemos ejemplos de lo mismo en algún país más o menos evolucionado? No. ¿Por qué? Porque en ellos las leyes, las instituciones y las autoridades funcionan, y la barbarie de la criminalidad, la inseguridad, la incivilidad y la democracia a pedradas ha sido despejada. ¿Cómo? Atendiendo la educación escolar como lo que es: el factor civilizatorio prioritario y esencial de una sociedad.
En México, en cambio, se ha optado por la ignorancia social y el analfabetismo funcional y el primitivismo cultural como mecanismo de control político. Y así, la enseñanza pública es la medida de la conciencia ciudadana, del quehacer político y de la opinión pública (como ahora mismo de la reforma para la democratización del Poder Judicial que está por realizarse en las urnas de todos el país en los próximos días, y que hará de la Justicia un asunto de propaganda y de grupos en pugna por el poder del Estado en sus territorios).
SM