
La cosa pública
Por José Hugo Trejo Figueroa
En Quintana Roo, lo que comúnmente se describe como alianza entre Morena y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ha mutado hacia algo más complejo: una verdadera aleación en la que residuos del priismo se amalgaman contribuyendo a su solidez. No es una coalición tradicional sujeta a calendarios electorales, sino una amalgama de estructuras, operadores y redes clientelares que actúan como un solo cuerpo político, con capacidad territorial, operativa e institucional; pero con tonalidades verdes dominantes.
1. Una maquinaria territorial bien aceitada
En tanto los dirigentes formales de Morena en el Estado se atienen a la influencia electoral que mantienen en la entidad las figuras del expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum. Así como en la presencia permanente de la gobernadora Mara Lezama en los medios y el territorio, el trabajo más “profesional” y sistemático para ampliar sus redes de influencia en las ciudades y comunidades quintanarroenses, lo mismo repartiendo despensas, condicionando apoyos y reclutando cuadros del antiguo régimen priista, lo han venido realizando los muchachos y muchachas de El Niño Verde.
Así, bajo la gerencia temporal de Renán Sánchez Tajonar, el PVEM no sólo ha consolidado su estructura interna, sino que ha incorporado —con habilidad quirúrgica— redes provenientes del PRI, de Morena y de sectores gremiales. Campañas como “Súmate al Verde” han sumado decenas de miles de afiliados, especialmente en Cancún y la zona norte, donde el Verde ya no es partido satélite, sino fuerza rectora.
Líderes como Griselda Silva, que antes trabajaron para el PRI, ahora dirigen cuadrillas territoriales pro-Verde en colonias de Playa del Carmen, Cancún y Cozumel. Es un reciclaje político funcional: cambian las siglas, se conservan las redes.
2. Reparto de poder y tensiones internas
En la elección local de 2024, la coalición “Sigamos Haciendo Historia” reservó a Morena ocho distritos, al PVEM tres, y otros tres al PT. Solidaridad quedó para una candidata verde. Esa aritmética —fría pero efectiva— generó fuerte inconformidad entre fundadores de Morena en el Estado, quienes denunciaron que su partido fue desplazado por “un acuerdo cupular que sirve más al enriquecimiento de unos pocos que al pueblo”.
A esta tensión se suma la advertencia, reciente y no menor, de Karen Castrejón, presidenta nacional del PVEM, quien dejó entrever que si no hay respeto en el reparto de candidaturas rumbo a 2027, el Verde podría repetir la jugada de San Luis Potosí y competir en solitario. No sería una ruptura ideológica, sino de cálculo frío: ¿qué garantiza más poder?
3. Poder institucional dual
Además, Renán Sánchez Tajonar ha marcado agenda propia desde el Congreso local y desde los medios. Se ha posicionado como defensor del medio ambiente —como en su rechazo al cuarto muelle de Cozumel— y como impulsor del empoderamiento femenino. Es decir, el Verde no sólo aporta votos, también discurso y causas. Mientras tanto, en el Congreso federal, figuras como Santy Montemayor y Gabriela Medrano consolidan una bancada verde con rostro joven y urbano.
4. La base: sindicatos, tianguistas, gremios
El bloque funciona gracias a una red de sindicatos (CROC, CTM), gremios taxistas y estructuras informales que aportan fuerza electoral y control del territorio –¿ se acuerdan del corporativismo del PRI?. Nada más chequen los nombres de los dirigentes sindicales y las siglas de sus organizaciones.
A esto se suma la participación de operadores empresariales, como Red Ambiental, la recolectora favorita de la basura en todo el corredor de la Riviera Maya, el Grupo Xcaret, las asociaciones de hoteles y cámaras empresariales y colegios de profesionistas, que actúan como bisagra entre lo político y lo económico en núcleos urbanos redituables como Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen y Tulum.
Hoy por hoy, la aleación de las estructuras orgánicas de Morena y el PVEM se percibe sólida. Pero está tejida por acuerdos más pragmáticos que ideológicos. Su estabilidad depende de que ningún actor mayor —político, económico o ideológico— aparezca con la fuerza suficiente para ofrecer una alternativa real de poder.
Pero tejida como está, con intereses como Red Ambiental en los núcleos poblacionales más numerosos y redituables, sus principales tejedores la sienten Segura y apuestan a que así se mantendrá, si no hay un interés alternativo, político-ideológico o económico, que garantice el éxito electoral que ellos tienen.