Pinceladas
‘Los ciclones son necesarios en Cancún y la Península de Yucatán’, ‘La histoplasmosis reserva del turismo a El Volcán de los Murciélagos, la cueva Balam Ku, al poniente de Chetumal’, ‘Hombres y tiburones, una desigual guerra en el Mar Caribe…”. Estos son titulares reportajes de Juan José Morales Barbosa. Hace cuatro años, el 17 de febrero de 2016, a los 82 años, falleció el gran divulgador de la ciencia nacido en el bello puerto de Progreso. Colaboró con nuestro Grupo El Bestiario, con interesantes artículos sobre la naturaleza y el medio ambiente de la Península de Yucatán. ‘Bautizó’ a los manglares, en pleno ‘boom’ del turismo en el Caribe Mexicano como los riñones del planeta. Juan José Morales fue mi segundo encuentro con un valiente defensor ortodoxo de la ‘Tierra Madre’, ‘Amalur’ como definimos al planeta en Euskadi, al norte de España, en tierras vascas no lejanas a Burgos. Otro ‘Juan José’, Félix Rodríguez de la Fuente, se atrevió en plena dictadura de Francisco Franco, a defender al lobo ibérico y pedir ayudas para los ganaderos que sufrían pérdidas en sus cuadras por ataques de manadas, hambrientas, al ser expulsadas de sus ancestrales bosques, donde la especulación del ladrillo invadió la alta montaña de chalets de lujo. Planteó por entonces el aplicar un impuesto para este tipo de urbanizaciones. Tampoco guardó silencio ante la destrucción de las dunas de las costas del Mediterráneo del poeta y cantautor Joan Manuel Serrat, con la llegada de la industria turística, protagonizada por firmas que tienen hoy intereses en nuestro Caribe Mexicano, carentes, décadas atrás, de cualquier sensibilidad medioambientalista.
Santiago J. Santamaría Gurtubay
Félix Rodríguez de la Fuente y Juan José Morales me motivaron con su innovadora visión de la Naturaleza a quererla y amar también a las personas que vivimos en ella, amén de los animales domésticos y silvestres, y asumir sus ‘cabreos’, con sus pros y sus contras, como los ciclones y tormentas tropicales, con sus inundaciones y ‘podas’ de árboles, de estos pasados días en nuestra ciudad de Cancún; sus erupciones volcánicas y terremotos; sus pandemias… Tanto Rodríguez de la Fuente como Morales, nos han dejado una amplia bibliografía. El burgalés terminó una enciclopedia titulada ‘Fauna Ibérica’. Esos 12 tomos ocupan los cuartos de estudio de millones de domicilios en España. La editorial Salvat la popularizó mediante la publicación y venta de fascículos semanales… Estos dos heterodoxos de la Naturaleza defendieron sus argumentos basándose en sus conocimientos de la ciencia, sin populismos ni nacionalismos. No ejercieron radicalismo alguno… Si lo hubieran hecho hubieran terminado como ‘asesores’, con fuertes honorarios, de organismos privados o públicos, con intereses dispares a la ‘Tierra Madre’… Hay un dicho en el País Vasco que dice que detrás de cualquier extremista hay un oportunista y el tiempo confirma el refrán ibérico.
La Universidad del Sur en Cancún puso el nombre de Juan José Morales a su auditorio. ‘Extrañas criaturas del mar’ (1987); ‘Selva, mares y huracanes’ (2011); ‘La nave del profeta Itzimná’ (2000); ‘La península que surgió del mar’ (2009); ‘La gran selva maya’ (1995);’Los huracanes en la península de Yucatán’ (1993)… son algunos de los títulos de su obra bibliográfica.
‘Démosles gracias a los huracanes’, escribía el periodista José Antonio Callejo Anzures, haciendo referencia a la obra de Juan José Morales sobre los huracanes que nos visitan en Cancún y el Caribe Mexicano.. “Gracias a estos fenómenos climáticos, se han formado los cenotes y ríos subterráneos, que dan pie a la naturaleza de la región y, obviamente, de destinos turísticos como Cancún”. Juan José Morales nos recordaba que “la vegetación y fauna características de esta región del Caribe Mexicano, incomparable con ningún otro sitio del país, es el principal atractivo que pudo convertir a Quintana Roo en una potencia turística, generadora de riqueza, empleos y desarrollo en prácticamente toda la Península de Yucatán”. “No habría nada de esto, sin embargo, a una condición medio-ambiental, antes que sólo económica. Es decir, antes que la mano del hombre para edificar una industria turística pujante y sólida, hay algo necesarísimo antes. Este principio es eminentemente atribuible al ciclo natural, donde las intensas precipitaciones que se registran en esta temporada, nutren los mantos freáticos, los cenotes, ríos subterráneos y oquedades en la laja pétrea que conforman la corteza terrestre en la región. Solemos quejarnos cuando, como el fin de semana pasado, somos `azotados´ por intensas y duraderas lluvias que, consideramos, alteran nuestra vida cotidiana, las actividades académicas y la afluencia de visitantes a negocios del ramo turístico, como marinas, restaurantes, entre otros. Y pocas veces reparamos en que esas lluvias son el principio medio-ambiental que produce el paisaje, que nutre la flora y la fauna en un ciclo ecológico milenario, al cual debemos el éxito de Cancún y los demás destinos turísticos de Quintana Roo”. El periodista y divulgador científico publicó el libro ‘Los huracanes en la Península de Yucatán’, así como también el denominado ‘Selvas, mares y huracanes’, donde reseña la relación intrínseca que guardan las numerosas especies animales y vegetales, con la selva y su condición tropical. “Sin estas lluvias tan copiosas y recurrentes, no habría ni selva ni flora ni fauna. Así que, en todo caso, bien haríamos los cancunenses en recuperar alguna celebración dedicada a las lluvias que nos brindan este entorno y estas oportunidades de desarrollo económico, como hicieron los sabios ancestros mayas y prácticamente todos los miembros de aquellas civilizaciones milenarias que respetaron y se alegraron con las señales de ‘Chaac’ o ‘Tlaloc. ‘Chaac’ fue un importante dios del panteón maya, vinculado con el agua y sobre todo con la lluvia. Similar al ‘Tláloc mexica’ o al ‘Pitao Cocijo’ zapoteca.
La cueva de Balam Ku, situada a cien kilómetros de Chetumal, capital de Quintana Roo, en el camino a Escárcega, es el hogar de más de dos millones de murciélagos, de siete especiales diferentes, según la época del año. La famosa colonia de quirópteros que habita la caverna de Carlsbad, en Nuevo México, Estados Unidos -considerada excepcionalmente grande-, es de un millón de individuos. Estos animales eran mitológicos para los mayas prehispánicos. ¿Hay tiburones en Cancún? Los hay, y también en Playa del Carmen, y otros sitios de la costa de Quintana Roo. ¿Son un peligro para los bañistas? La mejor respuesta la dan las estadísticas. Según el Registro Internacional de Ataques de Tiburones, que mantiene la Universidad de Florida, de los 75 ataques no provocados de tiburones a bañistas, buceadores y surfistas documentados en todo el mundo a principios de esta década en México hubo tres -ninguno mortal-, de ellos dos en Cancún…
Tras el paso del huracán ‘Delta’, vino a nuestra redacción de El Bestiario, en el Fraccionamiento Bahía Azul, el periodista y director del programa radiofónico ‘Desde el Café’, Jorge González Durán. Hablamos de Juan José Morales, nuestro Herman Melville, el que fuera escritor, novelista, poeta y ensayista estadounidense, nacido en Nueva York, principalmente conocido por su novela ‘Moby-Dick’… Compartimos con Juan José muchas de las tertulias matutinas radiofónicas. En ocasiones aparecían por ‘Casablanca’, donde teníamos los micrófonos, invitados, divulgadores de productos ‘naturistas’ del hongo michoacano. Tenían la mala suerte de toparse con Juan José Morales quien no podía disimular su malestar con las ‘indicaciones’ de los prospectos, donde las curas rozaban los ‘milagros’. En las charlas hay quienes defendíamos a los ‘vendedores’ de utopías curativas sobre todo del alma. Lo interesante de aquellos brebajes de infusiones era que los ‘pacientes’ se veían obligados a beber sus litros de líquido, “sintiéndose mejor en los siguientes días, pues, sin darse cuenta, superaban, momentos no lejanos a la deshidratación”. Estos productos michoacanos en sus presentaciones, no difieren mucho de los positivos discursos políticos y de las amables notas de prensa de las Secretarías de Comunicación Social de los Ayuntamientos y Gobiernos… Todo el mundo quiere vernos contentos y felices, si seguimos a rajatabla sus órdenes y confinamientos actuales.
Algunos alcaldes se olvidan que no han pagado sus salarios al completo desde el pasado mes de marzo, con la llegada del covid-19 y que la gente no tiene lana ni siquiera para comprarse un cubrebocas como les instaba el alcalde chetumaleño. Las autoridades hablan y dictan bandos como viven, no como piensan, y se olvidan que el personal -sus súbditos- está tan jodido que algunos funcionarios no se atrevieron a acercarse a sus puestos municipales de trabajo. El alcalde podía correrles por no acatar sus órdenes y mandos. Tenían zapatos, calcetines, pantalones, calzoncillos, camisas, pañuelos, preservativos, cartera, llaves, tabaco…, pero carecían de la innovadora y obligatoria mascarilla. Finalmente, siempre se imponía el consenso y la sonrisa de Juan José. Se presentía el inicio de la IV Transformación de la mano de Andrés Manuel López Obrador, AMLO -no sabemos si habrá que pagar a la pareja presidencial por publicar ese anagrama por ellos registrado-.
Balam Ku se le ha llamado también ‘El Volcán de los Murciélagos’, es el hogar de entre uno y 2.3 millones de quirópteros
Poco más de cien kilómetros al poniente de Chetumal, cerca de la carretera que conduce a Escárcega, se abre la boca de la cueva de Balam Ku. A primera vista, parece tan sólo una más entre las incontables oquedades de los más diversos tamaños que por miles salpican el territorio peninsular, tan lleno de grutas, cuevas, cenotes, hondonadas y cavernas, que más parece queso Gruyere que roca sólida. Pero ese es un lugar muy especial, una de las grandes maravillas naturales de México. Cada día, al llegar el crepúsculo, como ha venido ocurriendo invariable y puntualmente desde hace cientos de siglos, de esa abertura empiezan a brotar murciélagos. Miles y miles, en un verdadero río que pronto se convierte en nube y finalmente se dispersa por los alrededores. Aquel torrente de alas batientes no cesa durante más de una hora; a veces se prolonga por más de hora y media, y visto de lejos parece una columna de humo. Por ello a Balam Ku se le ha llamado también ‘El Volcán de los Murciélagos’. Y es que, según la época del año, esa cueva es el hogar de entre uno y 2.3 millones de murciélagos -o quirópteros, sí así se prefiere llamarlos- de siete especiales diferentes. Para tener una idea de lo que estas cifras significan, basta decir que la famosa colonia de murciélagos que habita la caverna de Carlsbad, en Nuevo México, Estados Unidos -considerada excepcionalmente grande-, es de un millón de individuos. Pero no es sólo cuestión de números.
Si bien estos animales nocturnos acostumbran refugiarse durante el día en grandes cantidades en cuevas, grutas y cavernas, ello ocurre sobre todo en regiones de clima templado. En zonas tropicales, como la península de Yucatán, son más bien escasas las cuevas donde se congreguen más de 50 mil individuos. En ese sentido, ‘El Volcán de los Murciélagos’ resulta realmente extraordinario. Por otro lado, es también muy raro que en una misma cueva se refugien más de dos especies de quirópteros. Los de Carlsbad, por ejemplo, son casi todos de la especie Tadarida brasiliensis, popularmente conocido como murciélago guanero o cola de ratón, que es uno de los más abundantes y ampliamente distribuido en el continente americano. En cambio, Balam Ku es, como decíamos, el hogar de siete especies.
Conocido por los antiguos mayas, pues muy cerca se encuentran zonas arqueológicas como la de Calakmul, que fue una gran metrópoli
El más abundante -30% del total de individuos, según han determinado los biólogos es el que popularmente se conoce como murciélago bigotudo, o Pteronotus parnellii en la clasificación científica. Más bien pequeño -entre 5.8 y 7 centímetros de largo y de color café oscuro, a veces anaranjado, recibe su nombre común por los prominentes pelos rígidos que ostenta a los lados de la boca, bajo la cual hay también un curioso pliegue de la piel. Es insectívoro y se le encuentra en una vasta región del continente americano, desde Sonora hasta Brasil. El segundo lugar por abundancia entre los caballeros de las tinieblas que se hospedan en Balam Ku, con el 27% del total, lo ocupa el Mormoops megalophyllam, comúnmente llamado murciélago fantasma y murciélago barbudo. Ambos nombres se deben a que posee unos pliegues de piel colgantes en la barbilla y los cachetes, semejantes a una barba, y grandes orejas redondas unidas en la frente, así como una nariz extremadamente chata, todo lo cual le da una extraña y fantasmagórica apariencia. Es también insectívoro, pero se alimenta casi exclusivamente con grandes mariposas nocturnas. Casi en la misma proporción -24% del total de inquilinos se encuentra el murciélago orejón Nyctinomops laticaudatus, relativamente grande -poco más de 10 centímetros de largo-, que se caracteriza porque sus “alas” son casi transparentes. Es un voraz depredador de escarabajos.
Las otras cuatro especies que se hospedan en El Volcán de los Murciélagos ́’ son el Pteronotus davyi, llamado murciélago de espalda desnuda porque carece de pelaje en el dorso, el pequeño y delicado Natalus stramineus -que pesa entre 3 y 5 gramos y no llega a cinco centímetros de largo-, el murcielaguito de patas peludas Myotis keaysi -insectívoros todos ellos y el murciélago siricotero o mielero Glossophaga soricina, que se alimenta con néctar, frutos e insectos. ‘El Volcán de los Murciélagos’ sin duda fue conocido por los antiguos mayas, pues muy cerca se encuentran zonas arqueológicas como la de Calakmul, que fue una gran metrópoli. Pero la cueva fue redescubierta en tiempos recientes, y desde entonces ha sido estudiada por investigadores de la Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur, el Grupo Espeleológico de Investigación Ajau de la Universidad Autónoma de Yucatán con participación de espeleólogos de la UNAM, la Universidad Autónoma de Campeche y otros grupos e instituciones, la Universidad Veracruzana y la Comisión Federal de Electricidad. Estas últimas realizaron una amplia investigación, no sólo de la cueva sino de toda el área circundante, durante los trabajos previos al tendido de una nueva línea de alto voltaje que cruza la zona.
La histoplasmosis, una enfermedad infecciosa que ataca a los pulmones, donde hay grandes concentraciones de mamíferos voladores
El lugar no es un atractivo turístico, ni se recomienda visitarlo, por los riesgos que implica entrar a él. Aún para espeleólogos experimentados, el recorrido resulta difícil y exige el máximo de precauciones, una cuidadosa planeación y el uso de equipo de protección especializado. El mayor peligro al que se exponen los visitantes, es el de contraer histoplasmosis, una enfermedad infecciosa que ataca a los pulmones y es causada al aspirar las esporas de cierto hongo microscópico denominado Histoplasma capsulatum, muy abundante en las cuevas donde hay grandes concentraciones de murciélagos, ya que prospera en un ambiente cálido, húmedo y rico en materia orgánica, como lo es la acumulación de excrementos de esos animales. El padecimiento puede llegar a ser bastante serio y difícil de tratar, y por ello se recomienda abstenerse de entrar sin adecuada protección a cuevas donde haya colonias de ellos.
Igualmente, en ‘El Volcán de los Murciélagos’ los científicos han encontrado sectores con altas concentraciones de dióxido de carbono y de metano, resultantes de la descomposición de los excrementos. Ambos gases pueden causar asfixia a una persona. Finalmente, según informan los exploradores de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma de Yucatán, en algunos tramos de la cueva hay tal cantidad de garrapatas que literalmente se camina sobre ellas como si fueran una alfombra, sin pisar el suelo. Lo recomendable respecto de la cueva de Balam Ku es mantenerla en su estado original, pues tiene una extraordinaria importancia científica. De hecho, como señalan los investigadores de la Universidad Veracruzana, está considerada una de las diez cuevas cuya conservación resulta prioritaria en México. Incluso, el trazo de la línea de transmisión eléctrica fue modificado para no afectar las poblaciones de murciélagos de ese sitio. Es conveniente señalar, por lo demás, que en la región de Calakmul se ha registrado mayor cantidad de especies de murciélagos que en cualquier otra de la península de Yucatán. Por ello, los científicos han propuesto crear ahí una zona especial para la conservación de estos mamíferos voladores. ‘El Volcán de los Murciélagos resulta un sitio clave en esos esfuerzos’.
El llamado zotz o zoodz en maya, muy importante en la mitología prehispánica, como lo demuestran las piezas de cerámica
Y, ciertamente, vale la pena proteger y conservar tal maravilla natural, sobre todo porque a la vez sus habitantes ayudarían a proteger y conservar las selvas del sur de la península, que se encuentran en excelente estado. Los murciélagos insectívoros -hay que recordarlo combaten plagas de los árboles, como los escarabajos descortezadores y los gusanos barrenadores. Por su parte, los frugívoros contribuyen a propagar semillas al dejarlas caer después de comer la pulpa de los frutos, en tanto que los nectarívoros cumplen un papel similar al de las abejas al transportar polen de una flor a otra y así fecundar las plantas. De hecho, puede decirse que si en el sur de la península tenemos selvas tan exuberantes, ello se debe en buena parte al trabajo de esos injustamente mal afamados y temidos animales. A ‘El Volcán de los Murciélagos’, en fin, hay que dejarlo como está. Si acaso, se podría establecer en sus cercanías algunos miradores para quienes deseen contemplar el espectáculo de la cotidiana salida de sus moradores, pero de ningún modo acondicionar el interior para visitas turísticas, pues ello afectaría seriamente a sus huéspedes ancestrales.
El murciélago, llamado zotz o zoodz en maya, fue un animal muy importante en la mitología de los mayas prehispánicos, como lo demuestran las abundantes piezas de cerámica en las cuales aparece una diversidad de representaciones de estos animales, Bastante realistas en el dibujo de sus rasgos distintivos, como la cola, las orejas o la llamada hoja nasal. Ejemplos de ello -se dice en el libro ‘Los Murciélagos de Calakmul’, editado por la CFE y la Universidad Veracruzana son un silbato hallado en la Isla de Jaina en Campeche, que muestra una figura antropozoomorfa, combinación de cabeza de murciélago con tocado y cuerpo de humano, o el plato de Balam Kú, con cuatro murciélagos pintados. En el libro sagrado de los mayas, se mencionan dos demonios murciélagos, Chac uayab zoodz, que descendieron y “chuparon la miel de la flor”.
Presencia de tiburones en Punta Cancún, urge un adecuado sistema de vigilancia y alertar a los bañistas como en Australia
¿Hay tiburones en Cancún? Los hay, y también en Playa del Carmen, y otros sitios de la costa de Quintana Roo. ¿Son un peligro para los bañistas? La mejor respuesta la dan las estadísticas. Según el Registro Internacional de Ataques de Tiburones, que mantiene la Universidad de Florida, de los 75 ataques no provocados de tiburones a bañistas, buceadores y surfistas documentados en todo el mundo durante un año, en Estados Unidos, en el 2011, ocurrieron 29, de los cuales 11 en las playas de la Florida. En México hubo tres -ninguno mortal-, de ellos dos en Cancún. Pero -y esto es lo más importante ese par de ataques en aguas cancunenses fueron resultado de lo que parece una situación peculiar que debe, no obstante, ser tomada en cuenta para adoptar medidas precautorias. Ambos ocurrieron en la misma zona, de Punta Cancún, donde como parte de las obras de restauración de playas se construyó una escollera de 400 metros de longitud entre la orilla y unos islotes cercanos, para impedir que las corrientes que fluyen hacia el norte a lo largo del litoral se lleven la arena de las playas y las erosionen. La estructura aparentemente -y esto habrá que estudiarlo con mucho detalle modificó la circulación del agua de tal manera que hizo aproximarse más a la orilla a los tiburones que desde siempre han rondado por esa zona. Además, los depósitos de arena formaron un extenso playón que atrae a gran número de bañistas. O, para decirlo en pocas palabras: ahora hay más gente en el mar y tiburones más cerca de ella.
Algo parecido -pero incomparablemente más graveo ocurrió en las cercanías de la ciudad brasileña de Recife, donde tras la construcción de ciertas obras portuarias en la desembocadura de un río se desató una ola de ataques de tiburón. Según se cree, ello se debió a que al ser bloqueado su acceso usual a las áreas de reproducción en la zona, las hembras de tiburón toro ‘Carcharhinus leucas’ empezaron a buscar otros sitios propicios, y así empezaron a congregarse en las aguas someras de una playa muy frecuentada por bañistas. En el caso de Punta Cancún, la presencia de tiburones solamente se ha observado en cierta época del año. Durante esos meses se congregan ejemplares machos de dos especies: el toro y el canhuay o galano ‘Carcharhinus limbatus’, también llamado de puntas negras por el color de sus aletas. Y fue precisamente en esos meses -el 30 de enero y el 24 de marzo cuando ocurrieron los dos ataques a bañistas. En 2012, no hubo ninguno, aunque se observaron escualos por la zona. Esto no debe hacer caer en el pánico. Si ya se sabe dónde y cuándo se observan tiburones, no hay más que establecer un adecuado sistema de vigilancia y alertar a los bañistas cuando sea necesario, como se hace en Australia, donde muchas playas son famosas por la presencia de numerosos tiburones de gran tamaño.
Contra lo que mucha gente piensa, los tiburones son sanguinarios cazadores que despedazan a sus presas a dentelladas
Por lo demás, no se debe satanizar a los tiburones. Como veremos más adelante, son sólo parte -muy importante además de los ecosistemas, y ofrecen un potencial hasta ahora apenas aprovechado, como atracción turística y en la pesca deportiva. Sobre todo porque en el Caribe mexicano -y en las aguas de la península en general tenemos un amplio muestrario de tipos y tamaños de escualos, desde el diminuto cazón ‘Etmopterus virens’, que apenas alcanza los 20 centímetros, hasta el colosal pero inofensivo tiburón ballena o dominó ‘Rhinchodon typus’, que llega a 18 metros, del cual ya hemos hablado y es la base de una importante actividad que beneficia a los pescadores de Isla Mujeres y Holbox que realizan excursiones para observarlo en sus zonas donde cada año forma nutridas congregaciones. Tampoco, y contra lo que mucha gente piensa, los tiburones son sanguinarios cazadores que despedazan a sus presas a dentelladas. Si bien todos son depredadores en el sentido de que se alimentan con presas vivas, algunos comen pequeños animales, como el ya mencionado dominó, que se alimenta con plancton, o el tiburón gata ‘Ginglymostoma cirratum’, que aunque puede causar pavor a quien se tope con esta mole de hasta cuatro metros o más, no representa peligro alguno para el hombre, ya que sólo come pequeños crustáceos.
Al contrario, no se debe sacar la errónea conclusión de que los tiburones son inofensivos. Entre las especies de aguas peninsulares, hay varios que se distinguen por su ferocidad. El que se considera más agresivo y peligroso, es el tsutsun o jaquetón ‘Carcharodon carcharias’, llamado también gran tiburón blanco por la traducción de su nombre en inglés. Es un verdadero coloso que puede llegar a 7.5 metros y una tonelada. Otro tiburón de tamaño similar e igualmente feroz es el alecrín ‘Galeocerdo cuvieri’. Tiene también mala fama por su agresividad el dientuso o tintorera ‘Prionace glauca’, que llega a seis metros de largo y se reconoce fácilmente por sus aletas pélvicas de bello color índigo azulado. Otros tiburones bastante agresivos, aunque no tan grandes -sólo unos 3.5 metrosson el mako ‘Ixurus oxyrinchus’, el kanxoc o limón ‘Negaprion brevirostris’ y el canhuay o galano ‘Carcharhinus limbatus’. Son igualmente temibles las cornudas o martillos, inconfundibles por el extraño aspecto de su cabeza ensanchada lateralmente. Entre las especies que por aquí tenemos pueden mencionarse la ‘Sphyrna zygaena’, la ‘Sphyrna tiburo’ y la ‘Sphyrna lewini’, esta última llamada chata, todas ellas importantes desde el punto de vista pesquero.
Los surfistas, al estar tendidos sobre su tabla, con los brazos dentro del agua para impulsarse, el tiburón puede tomarlos por una foca
En cuanto a las probabilidades de que un simple bañista e pueda ser atacado por un tiburón, son tan pequeñas que no vale la pena preocuparse. Los buceadores, por sorprendente que parezca, corren mucho menor peligro todavía, lo cual se explica porque a través del visor observan lo que hay a su alrededor y si detectan un tiburón, pueden alejarse o protegerse de él. Quienes corren el mayor peligro son los surfistas o acuaplanistas, ya que al estar tendidos sobre su tabla, con los brazos dentro del agua para impulsarse, el tiburón puede tomarlos por una foca y lanzarse sobre ellos sin ser visto. De hecho, según el registro internacional, el 60% de los ataques han sido contra surfistas, pese a que son muchísimo menos numerosos que los bañistas y buceadores. Y si alguien pretende suicidarse poniéndose al alcance de un tiburón, tendrá que viajar muy lejos. De las 11 muertes registradas el año pasado, tres ocurrieron en Australia, dos en la isla de La Reunión, una pequeña posesión colonial francesa del océano Indico, igual número en las islas Seychelles, también en el Indico, y otras tantas en Sudáfrica. Con un ataque mortal en cada caso, aparecen en la lista Kenia en África y Nueva Caledonia, una colonia francesa del Pacífico ecuatorial. El sitio más próximo donde alguien murió mordido por un tiburón, fue Costa Rica.
De modo, pues, que a nadie debe quitar el sueño la perspectiva de tan horrible muerte. Pero, en cambio, como decíamos, los tiburones han comenzado a ser muy atractivos para los aficionados a la pesca recreativa y cada vez es más popular el buceo para observarlos de cerca, en lo que constituye una experiencia realmente fuera de serie. Quizá la primera actividad de este tipo fueron las inmersiones en el sitio llamado Los Cuevones, cerca de Isla Mujeres, donde se apostaban ejemplares de la especie ‘Carcharhinus perezi’, conocido comúnmente como tiburón de arrecife, que permanecían quietos en el fondo, casi inmóviles, en una especie de sopor. Este anómalo comportamiento -en general los tiburones no pueden mantenerse en reposo sino que deben nadar incesantemente para hacer pasar el agua de manera forzada por sus branquias y así recibir de ella el oxígeno que requieren fue descubierto hace más de 30 años por el pescador isleño Carlos García Castilla, mejor conocido por su sobrenombre ‘Válvula’. Él informó del hecho al buzo y camarógrafo Ramón Bravo, quien realizó y divulgó las primeras filmaciones de aquellos animales, que fueron bautizados como “los tiburones dormidos de Isla Mujeres”. Pero como algunos periodistas e investigadores norteamericanos dieron difusión internacional al asunto, hay quienes creen que los descubridores fueron extranjeros y no mexicanos.
Durante un año, murieron 12 personas en las fauces de un tiburón, mientras los pescadores mataron a no menos de 30 millones
En un principio se pensó que los tiburones aprovechaban las corrientes submarinas. Es decir, se instalaban en lugares, como las cuevas donde habitualmente duermen, en que la topografía del fondo hace que el agua circule a gran velocidad, y podían así recibir en las branquias un flujo continuo, como si estuvieran nadando. Ahora se sabe que, al igual que unas pocas otras especies de tiburones, sí pueden bombear agua a través de las branquias y no dependen exclusivamente del flujo forzado. Por lo tanto no están obligados a nadar todo el tiempo sino que pueden respirar aún sin avanzar ni un milímetro. Los tiburones durmientes, sin embargo, ya han desaparecido de Los Cuevones, sin que se sepa la causa. Algunos creen que fueron capturados, en tanto que otros opinan que abandonaron el lugar debido a un cambio en las condiciones ambientales. Pero el tiburón de arrecife no es tan inofensivo como podrían pensar quienes lo veían de cerca, se fotografiaban junto a él e incluso lo tocaban mientras estaba en ese letargo. El doctor George Burgess, director del Registro Internacional de Ataques de Tiburones, asegura que es el más agresivo en toda el área del Caribe y en general en el Atlántico occidental. Ataca sin provocación y sin el propósito de obtener alimento. Su agresividad, sin embargo, había pasado inadvertida porque, como no tiene rasgos distintivos que permitan identificarlo fácilmente, muchos de sus ataques se atribuían a otras especies con las cuales se le confunde, como el galano ‘Carcharhinus limbatus’.
Hay que aclarar, sin embargo, que su comportamiento agresivo se ha observado cuando nada libremente, no mientras se encuentra en estado de somnolencia. No puede decirse entonces que quienes se acercan a un tiburón dormido estén coqueteando con la muerte ni cosa que se parezca. Con las precauciones necesarias, cualquier buzo aficionado, en compañía de un guía experimentado, puede contemplar ese singular espectáculo de un tiburón somnoliento. También los grandes tiburones toro de la especie ‘Carcharhinus leucas’ se han convertido en una atracción turística en Playa del Carmen, donde en los meses de noviembre a marzo se forman congregaciones de hembras de esa especie y se ofrecen excursiones de buceo para observar estos colosos de hasta 3,4 metros de largo que -dicho sea de paso son de los pocos tiburones que pueden penetrar a ríos y lagunas de agua dulce.
Si bien hay tiburones en las aguas caribeñas, agresivos y voraces, no son buenos o malos, simplemente escualos, y como tales se comportan
La razón de que sólo haya hembras en esos grupos no está muy clara, pero -a juicio de los biólogo es posible que cuando están próximas a alumbrar los tiburoncillos que llevan en el vientre, se aparten de los machos como una estrategia de protección para evitar que al nacer sean devorados por éstos, que no hacen distingos entre otros animales y los de su propia especie. Pero, más que pensar en cómo proteger al ser humano de los tiburones, hay que pensar en cómo protegerlos a ellos del hombre. Porque la matanza de escualos en todos los mares del mundo alcanza cifras enormes. En el último año, murieron en todo el mundo 12 personas en las fauces de un tiburón. Pero en ese lapso los pescadores mataron a no menos de 30 millones de tiburones, y quizá hasta 70 millones. La cifra exacta se desconoce ya que en gran parte la pesquería comercial de estos peces es artesanal y no se lleva un registro estadístico. O bien, los capitanes de buques que los capturan sólo para cortarles las aletas -que alcanzan elevados precios y tirarlos después al mar para que mueran, no informan sobre la cantidad que pescaron. Tan grave es la situación, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha enlistado casi 130 especies de tiburones amenazadas o en peligro de extinción por la sobrepesca. Casi todas ellas existen en aguas mexicanas. Mucha gente, sin embargo, no da importancia a este problema. En parte porque la injustificada mala fama de los tiburones hace que no haya mucha simpatía por ellos, y en parte porque se piensa que por ser eficientes depredadores afectan las existencias de peces de importancia comercial y acabar con ellos sería benéfico. Pero en realidad, los tiburones son benéficos, ya que eliminan a grandes depredadores de peces y mariscos. Su desaparición, o una sensible reducción de sus poblaciones tendrían serias consecuencias en la ecología de los océanos y afectaría a la pesca comercial.
Los tiburones -dice la UICN son muy susceptibles a la sobrepesca porque la mayoría de las especies crecen con lentitud, alcanzan tardíamente la madurez sexual y tienen pocas crías. Incluso en los más prolíficos la tasa de reproducción es muy baja en comparación con la mayoría de las especies de peces. De modo, pues, que si bien hay tiburones en las aguas caribeñas, y que muchos de ellos son agresivos y voraces, no hay que calificarlos de buenos o malos. Son simplemente escualos, y como tales se comportan. Y más que verlos como un peligro o un inconveniente hay que mirarlos como un valioso recurso que puede y debe ser aprovechado.
Ecologista convencido en una época en la que esta causa apenas existía, con Félix Rodríguez de la Fuentede aprendimos a amar a los animales
‘Qué lugar más hermoso para morir’, exclamó en Alaska Félix Rodríguez de la Fuente, poco antes de subir a una avioneta que debía llevarlo a seguir y grabar la carrera de trineos tirados por perros Iditarod, la más larga del mundo, que recorre nada menos que 1.700 kilómetros de salvaje naturaleza ártica. Era el 14 de marzo de 1980, día en que cumplía 52 años el comunicador que nos había llevado a millones de españoles a conocer y amar la naturaleza con su mítico programa televisivo ‘El hombre y la Tierra’. Félix nos acercaba a los animales como nadie, filmando imágenes que parecían imposibles de su vida cotidiana, y eso se disponía a hacer de nuevo en Alaska. Sin embargo, la avioneta que le transportaba se estrelló, por causas desconocidas. Su prematuro fallecimiento supuso un duelo nacional que afectó a una generación marcada por su mensaje de protección de la fauna, que no hemos olvidado, cuarenta años después. Tan tan tan tan tan, tan tan tan tan tan… En nuestras ‘teles’ de entonces oíamos esta banda sonora y corríamos al sofá; era el programa de Félix Rodríguez de la Fuente: ‘El hombre y la tierra’. Con sus impresionantes imágenes que nos acercaban a los animales como si los tuviéramos al alcance de la mano, miles de niños españoles y europeos aprendimos a conocer la fauna y a tomar conciencia de la importancia de preservar el medio ambiente. Aquel estomatólogo, biólogo autodidacta, cambió nuestras vidas. El ‘amigo Félix’ nos enseñó a amar a los animales, a respetarlos e incluso a tomar cariño a especies tan denostadas como el ‘hermano lobo,’ que daba esquinazo a Caperucita para convertirse en uno más de nuestra camada. De su mano, aprendimos a tomar conciencia del peligro de extinción que acechaba -y acecha- a multitud de especies y empezamos a preocuparnos por preservar el medio ambiente. El amigo Félix nos acercó de nuevo a nuestro lado más natural.
Divulgador de talento, fue un naturalista vocacional y prolífico pero, por encima de todo, un portentoso animal mediático. Su carrera, iniciada en 1962 en un programa de Televisión Española al que había acudido como invitado, fue meteórica. La cadencia de su voz y su magnetismo personal seducían a la cámara y a los televidentes, su prosodia no tenía parangón. Entre 1970 y 1972 inició su trayectoria como productor televisivo con ‘Planeta Azul’, serie que le daría reconocimiento mundial. Había nacido una estrella. Su incursión en la radio no se hizo esperar. Félix realizaría el programa ‘La aventura de la vida’ (1973) y otros espacios, como ‘Planeta agua’ y ‘Objetivo: salvar la naturaleza’, subyugando a sus oyentes con su oratoria. Félix era un luchador de claras convicciones. Ecologista convencido en una época en la que tal término era prácticamente desconocido, entregó su vida a la preservación de la naturaleza y la fauna. No pocos hogares cuentan en sus librerías con aquellos tomos de ‘piel’ de la famosa Enciclopedia Salvat de la Fauna. Lo podríamos cuantificar incluso, dado que en nuestro país vendió 18 millones de volúmenes. La obra fue traducida a catorce idiomas y se publicó en cinco continentes. El naturalista español más divulgativo supo canalizar su don de gentes y consiguió inculcar también el respeto por el entorno, convirtiéndose en el precursor de la defensa del medio ambiente y la concienciación ecológica en España. Félix nos acercaba a los animales como nadie. Filmaba imágenes impactantes –que nos parecían imposibles– de la vida cotidiana del azor, la hiena, el buitre leonado o el cocodrilo. Los planos que rodaba dieron la vuelta al mundo, conquistaron altas audiencias y cosecharon numerosos premios. El naturalista era nuestro héroe, pero él, que se había entregado al salvamento de especies animales en peligro de extinción, tenía los días contados. Así una jornada que debía ser especialmente feliz se tornó en aciaga. Aquel 14 de marzo, Félix cumplía 52 años. Con el equipo de ‘El hombre y la tierra’ se encontraba en pleno círculo polar para asistir a la filmación de la Iditarod, una carrera de perros de esquimal que precede a una feria tradicional en la que los inuit se reúnen y comercian con sus perros. Antes de subir a la aeronave que le llevaría, Félix contempla ensimismado el paisaje y afirma: “¡Qué lugar más hermoso para morir!” Su frase resultaría premonitoria: su aeronave se estrella y Félix Rodríguez de la Fuente fallece en el acto. Miles de niños lloramos al ‘amigo Félix’ tras conocer el suceso, que supuso un auténtico duelo nacional. El mejor amigo de los animales había dejado de existir.
Las 300 manadas de Félix son las familias de lobos que pueblan España 40 años después de la muerte del icónico naturalista burgalés
“Hasta ahora los hombres me habían contado una sarta de falsedades. En cambio, cuanto los lobos me han dicho es una verdad inconmovible. El lobo cruel es un protector incondicional de los débiles; el lobo traicionero es capaz de morir por fidelidad; el lobo asesino es un cazador que mata para comer pero detesta la violencia”. Cuando Félix Rodríguez de la Fuente se propuso demostrar su experiencia con estos animales a través de varios capítulos monográficos en ‘El hombre y la tierra’, España estaba muy cerca de dar la puntilla a la especie feroz, de exterminarla para siempre. Se estima que, a finales de los sesenta, apenas quedaban 400 ejemplares en todo el país. Conocedor como nadie de su siniestro destino, el carismático naturalista burgalés se encargó de impedir su extinción. Lo hizo a base de un talento sobrenatural para la comunicación y de la extraordinaria influencia que ejerció en una sociedad sin conciencia ecológica y en las oscuras autoridades políticas de la época, en plena dictadura de Francisco Franco, tras una Guerra Civil Española. Carlos Sanz, uno de los mayores expertos en la conservación del predador rey en estas latitudes, conoce bien la historia. Le encontramos, en unas vacaciones de verano años atrás, pero que no dejábamos de trabajar, en la Sierra de la Culebra, al noreste de Zamora, uno de los lugares con mayor densidad de lobos salvajes de toda España.
En pleno corazón de este conjunto montañoso, a unos diez kilómetros de Puebla de Sanabria y a otros tantos de la frontera lusa, Portugal, logró hace cinco años que cuajara por fin un viejo sueño, con el respaldo de la Junta de Castilla y León, el Centro del Lobo Ibérico Félix Rodríguez de la Fuente. Allí viven en semilibertad, en veintiún hectáreas de terreno, once ejemplares -todos menos uno nacidos en cautividad- con los que trata de hacer añicos el mito del predador sanguinario y de mostrarlos ante 42.000 visitantes anuales “como lo que son, animales nobles, jerárquicos y solidarios”.
“Unos meses después les llegó una camada de cinco lobitos, procedente de una loba a la que habían matado en un pueblo de Burgos”
Este madrileño de 64 años fue el miembro más joven del equipo de rodaje de la icónica serie y el criador de algunos de los lobos que el maestro empleó para sacudirnos el miedo hacia este mamífero y reemplazarlo por admiración. Envenenado por el apasionamiento con el que el naturalista castellano transmitía su vasto conocimiento sobre la naturaleza salvaje, Carlos Sanz se enroló en Biológicas. En 1975, en plena preparación del viaje del paso del ecuador, al avispado estudiante se le ocurrió recurrir a su tótem para proponerle que ejerciera de padrino de su promoción -a lo que respondió regalándoles una enciclopedia sobre fauna que rifaron en una cena a la que asistió con su esposa-. Y para, de paso, reclamarle un puesto de ayudante en Pelegrina, Guadalajara, el cuartel general para las filmaciones de ‘El hombre y la tierra’. Sin sospecharlo, la mejor de sus fábulas estaba a punto de convertirse en una aventura fascinante.
“Unos meses después les llegó una camada de cinco lobitos, procedente de una loba a la que habían matado en un pueblo de Burgos, y nos propuso que los criáramos e hiciéramos un estudio de comportamiento. Apenas tenían quince días de vida. El primer día de vacaciones tras terminar el curso allí estábamos otros cinco compañeros y yo”. Aquel inolvidable verano del 75 Sanz lo pasó dando el biberón, pesando, midiendo, observando y jugando con Nerón, Kazán, Luna, Blanca y Belarri, en aquel campamento improvisado junto al río Dulce, hecho a base de tiendas militares y de cercos donde águilas imperiales, zorros, tejones, corzos o búhos aguardaban su turno de rodaje. “La gente pensaba que grabábamos con animales salvajes y aún hoy hay quien lo sigue pensando”, se sonríe. “Solo criando lobos desde pequeñitos, acostumbrándolos a las personas, podríamos haberlos mostrado cazando una cabra montesa, aullando en manada, copulando o criando a sus crías”, enfatiza el conservacionista.
Félix peleó con las cortes falangistas para que el lobo pasara a ser considerado una especie cinegética en la Ley de Caza de 1970
La difusión de aquellas imágenes, hasta entonces inéditas, de la intimidad del ‘hermano’ lobo, y el relato riguroso y vehemente de su persecución a sangre y fuego por parte de pastores y ganaderos despertó la sensibilidad de los españoles hacia la temida y detestada bestia. “Enseñó a la gente que el lobo mata ganado solo ocasionalmente y para comer, y que teme al hombre, al que instintivamente rehuye porque sabe que no es de fiar. Cambió la mentalidad de todo un país que lo veía como al diablo y, como tal, había que acabar con él. De hecho, en los pueblos existían las juntas provinciales de extinción de animales dañinos y los ayuntamientos tenían un dinero para pagar a quien apareciera con un lobo muerto, un lince, un águila imperial o un oso”, recuerda Sanz. “Félix consiguió desmontar esas juntas y peleó con las cortes falangistas para que el lobo pasara a ser considerado una especie cinegética en la Ley de Caza de 1970. No todo el mundo entiende bien o acepta de buen grado que dejara de ser una alimaña para convertirse en una especie de caza mayor. Pero eso es justamente lo que salvó al lobo de la extinción en este país, como ocurrió en Francia, Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos, donde no dejaron ni uno”.
Hasta ese año, el ‘canis lupus’ era una especie dañina a exterminar por cualquier medio: cepos, lazos, estricnina… También se podían saquear las loberas y se premiaba aparecer con uno muerto. “A partir de 1970 únicamente se le podía dar caza con armas de fuego, en las épocas hábiles para ello y en los lugares autorizados. Abatir a tiros a un lobo no es tan sencillo. Es un animal muy listo y esquivo”. Como resultado de todo aquello, cuatro décadas después del precoz fallecimiento de su mayor valedor, unas 300 manadas compuestas en total por entre 2,000 y 3,000 individuos pueblan la geografía española, según el último censo oficial, avalado por el Ministerio de Agricultura. “Se trata de una población estable y en crecimiento que constituye la mayor de Europa occidental y una de las mejor conservadas del mundo”, certifica el biólogo. El regreso de esta emblemática especie ibérica y su expansión por la geografía española perpetúa el legado de Rodríguez de la Fuente, pero también ha servido de acicate para resucitar el conflicto milenario entre el hombre y el lobo. “Chocan dos mundos irreconciliables: el urbano, que tiene al lobo por una especie idealizada y en vitrina, al creer falsamente que se encuentra en extinción, y el rural, donde a menudo se ve como una amenaza para su modo de vida. En especial, en aquellas zonas donde ha reaparecido después de muchos años y donde ya no queda gente viva que conviviera con ellos, como es el caso de Ávila, Segovia, el País Vasco o Madrid”, expone Mario Sáenz de Buruaga, biólogo e investigador de especies cinegéticas y protegidas de la Península ibérica.
Esquilmado en Andalucía por el furtivismo pese a contar con un estatus de protección, las 300 manadas contabilizadas se distribuyen en Castilla León, Galicia, Cantabria, Asturias, Madrid , y en menor medida el País Vasco, La Rioja y Castilla-La Mancha, cuya presencia se ciñe a una manada en Guadalajara. La primera de esas comunidades y la que cuenta con el mayor número de estos depredadores libra la batalla más enconada entre ganaderos y ecologistas. Allí están censadas 179 manadas. De ellas, 152 patrullan el norte del Duero, donde está considerada como especie cinegética. Otras 27 hacen lo propio al sur del caudal, donde este predador goza de un régimen de protección que sobre el papel impide su caza. Aunque el uso de mastines y de cercados eléctricos se presentan como eficaces herramientas para mantener al lobo a raya, “no son herramientas aplicables en todos los casos. La ganadería extensiva es uno de los pocos sostenes que le queda a la España vaciada. En pleno siglo XXI no se puede pretender que el pastor coja la manta y se eche al monte durante días. Hay que aflojar por las dos partes”, defiende el experto. En la Sierra de la Culebra, donde Sanz trabaja para desmontar el cuento de ‘Caperucita roja y el lobo feroz’, coinciden casi a diario y sin saberlo cazadores y turistas que han contratado algún tour privado para observar y fotografiar a alguno de los ejemplares de las once manadas que se esconden entre sus brezales. Unos y otros reportan unos 700,000 euros anuales a una comarca que empieza a dejar de contemplar a este depredador como a un enemigo para empezar a verlo como una firme oportunidad de subsistencia.
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