
El minotauro
Por Nicolás Durán de la sierra
Dice el refrán que “al buen entendedor, pocas palabras” y en tal caso José Luis Cervantes, vocero de Muelles del Caribe, la empresa que busca tender un cuarto dique de cruceros en Cozumel, debe percibir que dicho proyecto está en un pantano legal del que no le será fácil salir, pues al parecer no tiene la venia federal ni estatal y esta traba es muy difícil de remontar, sobre todo la primera.
No sólo por la posición de Claudia Sheinbaum: “no tiene la autorización federal” dijo la presidenta y allí parte del problema (descalifica la MIA que tiene la empresa) sino también por la postura de la gobernadora Mara Lezama, quien días atrás afirmara que ningún proyecto debe ir por encima del medio ambiente, tras conocer los nuevos estudios de los especialistas marinos.
La voz estatal la puede resumir Oscar Rébora, titular de ecología: “vamos a hacer todo lo posible para que no se tienda el cuarto muelle”. El funcionario buceó en el área y halló que es falso que se trate sólo de arenales, como dice la empresa, sino que ‘en el Arrecife Villa Blanca vi tanta vida que quedé anonadado’ En la zona, por años, diversos grupos civiles han estado sembrado corales.
Hasta aquí todo va bien para la preservación arrecifal
Sin embargo, la empresa insiste en el tendido del muelle, pues tiene desde febrero de 2021 (ya en el Diario Oficial) la concesión dada por el expresidente López Obrador para “la construcción y operación” del dique, con el aval de Semarnat, el mismo año, origen de un conflicto que de seguro terminará en juzgados y José Enrique Molina Casares, de Muelles del Caribe, va a pelear a fondo.
Bien hará la gente de Cozumel en seguir con la defensa de su isla, pues es gracias a su movilización que se ha frenado un proyecto que no sólo afectaría sus aguas sino también su vida comunitaria.
El turismo náutico beneficia a unos pocos en demerito de los más. Con tres muelles, el 35 % de su población vive hoy en pobreza según informe del congreso de la unión.