CIUDAD DE MÉXICO.- Yasuaki Yamashita vive en México desde hace casi 30 años, es sobreviviente de la bomba atómica de Nagasaki, pero por años mantuvo en secreto ese pasaje de su vida por miedo al estigma social.
Fue en 1995 cuando narró a un amigo su experiencia y éste lo impulsó a contar su historia en una universidad de Querétaro.
Con el propósito de crear conciencia en las nuevas generaciones sobre el riesgo de las bombas atómicas contó su historia en el libro “Hibakusha: Testimonio de Yasuaki Yamashita”, que escribió el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sergio Hernández.
El 9 de agosto de 1945, en plena Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos dejó caer bombas atómicas en las poblaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Es el único país que ha utilizado esta arma en combate.
“Ese día -recuerda Yasuaki Yamashita- pasó un vecino y dijo que un avión misterioso estaba volando sobre la ciudad. Entonces me dijo mi madre: ‘Vamos a entrar al refugio debajo de la casa, por si acaso’. Ella tomó mi mano y en el momento en el que entramos a la casa vino una explosión terrible. Ya pueden tener una idea de esa explosión por la película ‘Oppenheimer’. Era una luz tremenda. Como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo. Empezamos a sentir que cosas volaban sobre nosotros, pero de repente un silencio total”.
Al ver la película “Oppenheimer” del director Christopher Nolan, que narra la historia del creador de la bomba atómica y las repercusiones de su invento en la humanidad, Yamashita dice que las imágenes le impactaron tanto por su realismo, que tuvo que dejar de ver la escena de la explosión.
“Al ver la película estaba temblando realmente por la tristeza, la memoria y el sufrimiento”, compartió. “En la escena de la prueba atómica, empecé a sufrir, no podía ver la película. Tuve que taparme los ojos y empecé a llorar”.
“Lo importante de ver esta película es que la gente entienda lo que pasó y que jamás pueda suceder nuevamente esta tragedia. Si se olvida, esto puede repetirse. Por eso creo que es importante que sobre todo los jóvenes la vean. Esto no se puede repetir jamás, pero jamás. Nadie puede sufrir como sufrimos nosotros. Eso se puede entender viendo esta película”, explica en un video difundido por la distribuidora Universal Pictures.
Yamashita considera que la película de Nolan es necesaria, sobre todo para las nuevas generaciones. “Pero valió la pena verla, aún con este sufrimiento. Vale la pena que la vean, sobre todo los jóvenes. Que sepan lo que sucedió: todo el proceso de la bomba atómica hasta su consecuencia”.
Para él, las consecuencias de estar expuesto a la radioactividad fueron físicas y mentales. Muchos años tuvo hemorragias, anemia y desmayos, además de sufrir la discriminación social, porque en los años que siguieron al estallido de la bomba, muchas personas en Japón no querían relacionarse con los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki, porque tenían miedo a los posibles problemas congénitos si se quería formar una familia o por temor a “contagiarse de radiación”.
“Los médicos me hicieron endoscopías y análisis de sangre y no podían entender por qué me pasaba eso. Aparentemente, no tenía ninguna lesión. Entonces, todos pensaban que los sobrevivientes teníamos una enfermedad contagiosa que nadie entendía aún. Así que no quería estar sufriendo esa discriminación. Quería irme a cualquier parte del mundo en la que nadie supiera que yo soy sobreviviente de la bomba atómica”. Así llegó a México.
A partir del éxito que tuvo el trío musical Los Panchos en Japón, él empezó a estudiar español y eso le permitió ser contratado para formar parte del equipo de prensa que acompañó a la delegación japonesa a los Juegos Olímpicos en 1968.
“México me recibió de brazos abiertos y me dio cariño. México me dio la segunda vida. Por eso el cariño y amor de los mexicanos me dio una lección para quedarme en México para siempre”.
Fuente: El Sol de México