¿Tan matón como Salinas, López Obrador?

Signos

Por Salvador Montenegro

Nunca ha existido prueba alguna de que Colosio haya sido víctima de alguien más que de su asesino material, Mario Aburto, quien sigue preso, por más que, en tierra de fanáticos, la crédula masividad de conspiranoicos infalibles del facilismo conjeturoso y deductivo sentenciaran a Salinas como el instigador de la conjura, pese a que la principal víctima política sobreviviente fuese él mismo, Salinas, quien eligiera a Colosio como el candidato más a su merced y más a modo para legarle el trono presidencial y controlarlo luego detrás suyo.

Hoy se usa esa teoría del atentado del poder, donde la sangre habría corrido a consecuencia del siniestro clima de tensiones y perversidades auspiciado por el propio jefe del Estado nacional de entonces, para perpetrar otra perfidia más burda en favor de los opositores al jefe del Estado nacional de ahora y la que advierte que, este último, al igual que aquel, sería culpable del posible -o, más bien, casi seguro- asesinato de alguno de los aspirantes de la oposición a sucederlo, estableciendo que el sórdido ambiente criminal del salinismo en que cayó abatido el candidato sonorense es idéntico al de ahora, creado por el obradorismo presidencial.

La óptica de las comparaciones en cuestión, alumbrada de pronto como por un rayo milagroso de renovada carga satanizadora contra el enemigo, es de lo más retorcida, impúdica y despreciable, por supuesto, no sólo por la ausencia absoluta de evidencias o premisas juiciosas y pertinentes como analogías reales y creíbles -para no decir corroborables y, ni siquiera, concebibles más allá de meros delirios rencorosos de la impotencia enfermiza- ni sólo por su dolosa y marrullera intencionalidad propagandista, sino, sobre todo, por el tan abyecto y desleal oportunismo comparativo.

Porque los autores febriles de la trama magnicida anunciada -sobre todo contra Xóchitl Gálvez, el invento más acabado y entusiasta como objetivo de la potencial venganza obradorista- equiparan ahora, como personajes macabros y homicidas idénticos, a Salinas y a Andrés Manuel, cuando tanto pagó su abyecto servilismo el Gobierno del primero, al que siempre defendieron, y cuando saben a ciencia cierta y mejor que nadie que quienes más se esmeran en enturbiar y degradar el entorno y la legitimidad democrática jamás conocidos y vividos hasta ahora en la historia y con el único afán de recuperar los antiguos privilegios de la corrupción del Estado nacional, son justamente los grupos rapaces de la oligarquía mexicana y su antes intocable e invencible y enriquecido y envilecido segmento mediático tradicional.

De modo que algunos de los principales voceros periodísticos de esos grupos, beneficiarios como ellos del salinismo proditorio y sus herederos presidenciales panistas y priistas, también dicen sentirse amenazados de muerte, junto a su candidata preferida para dirigir el país, por la violencia despiadada que acusan en el Presidente López Obrador.

Y así, y en aras de defenderse, se esmeran, entonces, en criminalizar el liderazgo obradorista comparándolo con el de la usurpación salinista; ¡sí, ni más ni menos que ese mismo, al que, para el efecto, después de defenderlo con uñas y dientes todo el tiempo, acusan de urdir la crisis y el ámbito fatídico en cuya ratonera, aseguran hoy día, se fraguó la muerte artera de Luis Donaldo Colosio!

Lo de menos es que uno de sus aliados de interés antiobradorista, el influyente intelectual Héctor Aguilar Camín, esté convencido de que quien fuera su más espléndido patrocinador como empresario editorial y con recursos del erario, el ahora exPresidente Carlos Salinas de Gortari, no tuvo nada que ver en el homicidio, y de que nadie más que quien jaló del gatillo en Lomas Taurinas tuvo que ver con el mismo. Lo ha dicho y lo ha escrito siempre que ha tenido la ocasión de hacerlo: ha leído de primera mano y por completo el voluminoso expediente acumulado del caso, y no hay un solo indicio de otra mano en el asesinato.

Pero eso no importa. Ahora sus socios periodísticos en guerra contra AMLO advierten que así como Salinas mató a Colosio, Andrés Manuel puede matar a cualquiera de los opositores que quieran relevarlo en el poder presidencial, lo mismo que a quien sea, como a ellos, los periodistas más ricos y célebres del país, y a quien ocupe un lugar en su lista de odiados enemigos, los que podrían estar a punto de perecer. 

SM

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