La última palabra
Jorge A. Martínez Lugo
El tema del aborto vuelve a estar en la agenda pública. Uno de los temas de discusión social que más polariza y divide opiniones.
Un asunto que los políticos generalmente evaden y tratan de no definir postura, para no perder algún sector de sus votantes.
Los movimientos feministas han sido históricamente los más combativos.
Desde la Revolución Francesa de 1789, las mujeres mostraron coraje y fueron vanguardia en aquel movimiento histórico, en el que se cortaron cabezas de uno y otro bando.
Las mujeres fueron las primeras en marchar hacia el Palacio de Versalles, símbolo de la monarquía absoluta, que fue derrotada por aquella evolución que marcó el inicio de la Edad Contemporánea.
Hay una foto icónica, donde aparece una mujer encabezando una marcha en aquel París incendiado, con los senos descubiertos, enarbolando la bandera francesa. Esa foto viene a la mente cuando se recuerda la Revolución Francesa.
Sin embargo, como resultado de aquel movimiento se elaboró la llamada DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO… dejando fuera a las mujeres.
Y no es que se quedaran calladas. Varias mujeres líderes del movimiento alzaron la voz, pero sus palabras no conmovieron a Robespierre, Danton, Voltaire, ni a ninguno de los padres de la democracia moderna, quienes impusieron el machismo en la Constitución y en la cultura de la edad contemporánea.
Con esa carga histórica, en Quintana Roo ahora las mujeres marchan y toman la plaza del Congreso. Bloquean el recinto legislativo, realizan polémico performance, pintan los labios de rojo carmesí a la recién inaugurada estatura de Don Andrés Quintana Roo y nuestra sociedad se escandaliza.
¿Qué es lo que exigen? Que se detenga la ola de feminicidios y que se respeten sus derechos, entre ellos, a no ser obligadas a llevar a término un embarazo no deseado.
Este tema polariza pero es importante hablar de él y volver a discutirlo. Ya no es posible detener nuestro avance como sociedad. Ya no se puede seguir sacando del hospital a las mujeres, en pleno legrado, y llevarlas a la cárcel. Aún con los estragos físicos, psicológicos y emocionales de un aborto, son ingresadas al reclusorio, en calidad de criminales. ¿Y el hombre con quien se embarazó? ¿Estamos hablando de violencia de género?
¿En qué sociedad estamos viviendo?
Hagamos una encuesta para conocer en cuántas familias alguna de sus integrantes ha interrumpido alguna vez un embarazo. ¿En cuántas familias de cada diez se ha realizado un aborto?
No nos escandalicemos por un movimiento estridente, irreverente, con tintes de llamar la atención, porque de otro modo las seguimos ignorando.
No pasa nada… la estatua de nuestro prócer será limpiada y restaurada y seguimos adelante. Es una de las funciones simbólicas que cumplen los monumentos en todo el mundo. Pero lo que es inevitable, es que el tema del aborto está y seguirá estando sobre la mesa, hasta que avancemos un escalón más como sociedad.
La despenalización del aborto será una realidad más temprano que tarde.
Todos los organismos internacionales de derechos humanos, sin excepción, de manera unánime, insisten en recomendar a las naciones integrantes de la ONU, despenalizar la interrupción del embarazo y brindar a las mujeres servicios de salud que garanticen su seguridad y su vida, en caso de tener que enfrentar una decisión de este tipo. La mayoría de los países ya despenalizaron. En México continúa la doble moral.
La vida de nuestras mujeres y su derecho humano universal a la dignidad, es lo que está en el meollo del asunto. ¿O queremos seguir siendo una sociedad en donde las mujeres aún pelean los mismos derechos humanos universales que hace 230 años en la Plaza de la Bastilla?
Estas preguntas las dejamos al aire, porque el lector tiene “La última palabra”.
8 diciembre 2020.