Cabeza de Vaca, como ‘El Mencho’, no es un enemigo menor del presidente

Desde hace casi 30 años, la violencia, las amenazas y las muertes de civiles ajenos a la delincuencia han sido constantes en el Estado de Tamaulipas, donde las acciones puestas en marcha por los Gobiernos federales para combatir estos males han resultado infructuosos debido a la influencia que los cárteles de las drogas ejercen sobre absolutamente todas las autoridades locales. En el caso de los gobernadores tamaulipecos, de veinte años para acá -o los que ha producido la democracia mexicana en las inmediaciones de la alternancia panista en el poder presidencial, con tanta y tan costosa e inservible institucionalidad electoral autónoma y fiscalizadora de los mandatos populares-, no han hecho otra cosa que anegar en sangre y corrupción a uno de los Estados más productivos y -antes de toda esta peste gobernante- más pacíficos y solidarios con los trabajadores y colonos llegados de todo el país. Pero el panista Cabeza de Vaca no es solo el gobernador con los antecedentes criminales más visibles: es el más sonoramente demagogo, discursivo, simulador, extrovertido y cínico de todos. Y si la justicia existiera, debería acompañar a Yarrington en su andar hacia los pabellones carcelarios. Con cargos de desfalco a la entidad, él -sin mirarse en ese espejo- puso tras las rejas al exgobernador Eugenio Hernández, imposición de Yarrington. Y aunque no sea por narco y solo por delincuencia común (atraco al erario: ahora, por fin, delito grave y no legitimado por los órganos ciudadanizados de transparencia), la imputación del Gobierno federal contra el tamaulipeco -mil millones de pesos de facturación falsa se investigan- sería un escarmiento saludable y ejemplar contra estas peligrosas mafias enemigas del interés público. Ojalá esté ocurriendo la cacería de capos en el poder político y de otros que operan desde las cloacas, y que se abra de una vez por todas el fuego real de los procesos penales, los que nunca han ocurrido porque las onerosas legiones de la transparencia electoral y la anticorrupción, se han dedicado a servir a esos grupos del hampa del estatus quo que los crearon para eso: como tramoyas constitucionales para operar, con su amparo y su pantalla legal, en la impunidad de la trastienda.

Javier Ramírez

En los últimos meses, Francisco Javier García Cabeza de Vaca ha centrado su discurso en atacar al Gobierno federal del presidente Andrés Manuel López Obrador. Al igual que varios de sus compañeros panistas agrupados en la llamada Asociación de Gobernadores del Partido Acción Nacional (Goan), ha acusado a la administración federal de no apoyar a los Estados durante la pandemia por el Covid-19, así como frenar los proyectos de energía renovable en el país.

Sobre este último tema, el pasado 30 de junio, diputados del Congreso de Tamaulipas aprobaron, con los votos del PAN, PRI y MC, el cobro de un impuesto a empresas, incluidas la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), por cada tonelada de bióxido de carbono que emitan al ambiente por usar combustóleo.

El jefe del Ejecutivo federal había expresado semanas antes que la propuesta de Cabeza de Vaca era propaganda, pues no tenía fundamento legal, por lo que el Gobierno federal seguiría defendiendo legalmente las acciones que ha tomado en materia energética, como el aumento de tarifas de transporte para empresas de energías limpias. Tampoco han faltado filtraciones que aseguran que el gobernador tamaulipeco está siendo investigado, entre otras cosas, por facturaciones falsas del orden de los mil millones de pesos.

¿Narcogobernador?

Desde hace varias décadas Tamaulipas ha sido territorio de los cárteles de la droga, gracias a la complicidad que han mantenido con las autoridades de los tres niveles de Gobierno.

Delincuentes como Osiel Cárdenas, del Cártel del Golfo, se encargaron de comprar a las fuerzas del orden para permitir las actividades criminales, que van desde el paso de la droga por sus carreteras, los secuestros, las extorsiones, los bloqueos y las ejecuciones, con la venia de los gobernadores priistas Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú, y ahora con el panista Francisco Javier Cabeza de Vaca.

El cambio de partido en el Gobierno del Estado no ayudó en nada a los tamaulipecos, quienes siguen viviendo con temor, debido a los nexos que el actual mandatario estatal mantiene con el Cártel del Golfo, según se ha publicado, desde mucho antes de asumir el cargo.

Arrestado en EU

Muchas investigaciones han sido escritas sobre el negro historial de Cabeza de Vaca. De todas ellas, una publicada en la revista Proceso en diciembre de 2009 expuso las relaciones de éste no sólo con el narcotráfico sino también con los hermanos Bribiesca Sahagún, hijos de Marta Sahagún, con quienes se asoció para obtener concesiones de radio y televisión, así como millonarios contratos de obra pública en esa entidad.

El reportaje inicia presentando su pasado criminal: el 9 de febrero de 1986, Cabeza de Vaca -en ese entonces de 19 años de edad- y otros tres sujetos despojaron a dos personas de varias armas de fuego en un estacionamiento de la ciudad de McAllen, Texas, en hechos que quedaron asentados en el expediente 03645237 del Estado de Texas, y que fue registrado en la Oficina del Sheriff de McAllen con el número 86/4632, tomando nota de ello el FBI con el número de expediente 76915EA9.

El 2 de septiembre de ese mismo año, Cabeza de Vaca y tres de sus cómplices fueron detenidos y procesados, pero obtuvieron su libertad rápidamente. De los cuatro, únicamente Cabeza de Vaca sigue con vida, pues el resto fue asesinado entre 1998 y 2000, apenas unos meses antes de que comenzara su carrera política de la mano del Partido Acción Nacional (PAN).

Socio de los Bribiesca Sahagún

Con el apoyo panista y el ‘arrastre’ que tuvo la candidatura de Vicente Fox a la Presidencia de la República, Cabeza de Vaca logró convertirse en diputado federal.

Fue durante su paso por la Cámara baja cuando conoció a los hermanos Manuel, Fernando y Jorge Bribiesca Sahagún, hijos de la entonces primera dama Marta Sahagún de Fox, de quienes recibió respaldo para crear, entre los años 2000-2005, empresas dedicadas a la obtención de concesiones de radio y televisión, estaciones terrenas de satélites nacionales e internacionales, así como la realización de investigaciones publicitarias, socioeconómicas y de mercadotecnia. A ellos se les unieron dos de los más cercanos colaboradores de García Cabeza de Vaca: Miguel Ángel Villarreal Ongay y Horacio Ortiz Renán (quienes posteriormente se convertirían en su secretario técnico y secretario del Ayuntamiento, respectivamente, en la Alcaldía de Reynosa).

Tras culminar su periodo de tres años, Cabeza de Vaca intentó llegar a la gubernatura, pero fue Gustavo Cárdenas Gutiérrez quien obtuvo la candidatura panista y luego perdería la contienda contra Eugenio Hernández Flores en 2003.

¿Narcoalcalde?

En 2004, Cabeza de Vaca se postularía para la Presidencia Municipal de Reynosa, obteniendo la victoria con el 54.92 por ciento de los votos.

El 31 de diciembre de ese año se reportó la desaparición de su jefe de escoltas, René Izaguirre, cuyo cuerpo sin vida fue localizado cuatro días después en una autopista. De acuerdo con una ficha de la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), Izaguirre habría sido ‘levantado’ y asesinado como venganza del Cártel del Golfo, luego de que Cabeza de Vaca se reunió en McAllen, Texas, con dos sujetos que manejaban las finanzas de los narcos en Reynosa. De acuerdo con las investigaciones de la dependencia, el entonces alcalde incumplió un acuerdo para que dicho cártel designara al subdirector de la Policía Municipal, en reciprocidad por haber financiado su campaña electoral.

Durante el tiempo que fungió como alcalde, uno de sus cuñados, Raúl Guerra, fue ejecutado, mientras que otro, Jorge Guerra, huyó luego de que se iniciara una investigación en su contra por tráfico de drogas con vehículos a los que sobreponía logotipos de Pemex.

Pero la evidencia más clara de los nexos de Cabeza de Vaca con el narcotráfico se dio en 2005, cuando otorgó un permiso para que Osiel Cárdenas Guillén –líder del Cártel del Golfo detenido en ese momento en el penal de La Palma– pudiera festejar el Día del Niño a unos 20 mil infantes en el parque de béisbol Adolfo López Mateos, donde se repartieron 22 mil juguetes, 150 bicicletas y cientos de tarjetas firmadas por Cárdenas Guillén, en las que resaltaba la leyenda “El estudio es la clave del éxito”.

La tercera fue la vencida

Tras concluir el periodo en el Ayuntamiento de Reynosa, Cabeza de Vaca consiguió otro ascenso en su carrera al convertirse en diputado local plurinominal en 2008. Pero el siguiente año intentaría nuevamente llegar al Gobierno de Tamaulipas.

Cabeza de Vaca se perfilaba como el más fuerte de los candidatos panistas ese año, pues además contaba con el apoyo del entonces presidente Felipe Calderón; de sus socios, los hermanos Bribiesca; así como de empresarios y, por supuesto, de importantes miembros de la delincuencia organizada.

Pero el Comité Ejecutivo Nacional del PAN apostó por el entonces senador José Julián Sacramento Garza, quien perdió frente a Egidio Torre Cantú.

Tras dejar el cargo de senador en 2010, Cabeza de Vaca fue nombrado director general de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett). En 2012 conseguiría la senaduría y finalmente, en 2016, la ansiada candidatura panista a la gubernatura.

Cinismo panista

Meses antes de la elección de 2016, Cabeza de Vaca aseguró estar listo para enfrentar al narcotráfico y a la corrupción en Tamaulipas, asegurando que los Gobiernos del PRI habían sido los causantes de que el crimen organizado dejará a decenas de familias desplazadas.

“Sé lo que estoy enfrentado. Sé los serios problemas que hay de complicidades y corrupción, malos manejos y grupos criminales. Lo sé y me he preparado para ello”, afirmó, presumiendo además que contaba con una buena relación con las Fuerzas Armadas y con los Estados Unidos.

Una investigación dada a conocer ese año por el periódico Reforma reveló un supuesto señalamiento directo de un testigo protegido llamado “Ángeles”, que era contacto del exgobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, quien supuestamente había pedido al Cártel del Golfo apoyar la campaña de Cabeza de Vaca con 500 mil dólares, luego de que este había roto relaciones con el candidato del PRI, Humberto Valdez Richaud.

Varios medios recordaron en 2016 las acusaciones hechas contra Cabeza de Vaca, incluida su detención en Estados Unidos en 1986, a lo que este respondió: “Yo era un reconocido deportista en el Valle, o sea, en McAllen, con propuestas de becas en San Angelo, para básquetbol, y para la Houston Baptist University, para fútbol. Lo que pasó fue un incidente de huercos: salieron varios del cine, uno abrió una camioneta y nos agarraron a todos. Pero el fiscal dijo: es una cosa de huercos, él es la estrellita del Valle, ya déjenlo ir”.

En junio de ese año derrotaría al priista Baltazar Hinojosa Ochoa y se convertiría en el primer gobernador de oposición de Tamaulipas.

Más de lo mismo

Como sucedió en otras entidades ese mismo año, la alternancia en la gubernatura no sirvió en lo absoluto para pacificar Tamaulipas. Las ejecuciones y secuestros continuaron siendo el pan de cada día, alcanzando uno de sus puntos más infames el 7 de marzo de 2019, cuando sujetos armados que viajaban en camionetas de lujo interceptaron un camión de pasajeros en la comunidad de San Fernando, Tamaulipas, y bajaron a 19 centroamericanos de la unidad para llevárselos. Nunca más se supo de ellos.

Además, el 30 de septiembre de 2019 fueron halladas varias narcomantas en la ciudad de Reynosa, presuntamente ‘firmadas’ por el Cártel del Golfo, en la que aseguraban que el gobernador Cabeza de Vaca y su hermano, el senador Ismael García, habían recibido más de 15 millones de pesos para realizar sus campañas, bajo la promesa de permitirles operar y detener a integrantes de cárteles contrarios al Cártel del Golfo.

También acusaron al gobernador de haber incumplido su palabra, ya que a finales de abril de 2017, elementos federales mataron a un integrante del Cártel del Golfo identificado como Juan Manuel Loza Salinas, alias ‘El Toro’.

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