Discutibles debates y crisis diplomáticas

El minotauro

Por Nicolás Durán de la Sierra

Dos tópicos animan este comentario. Uno: la crisis que generara el gobierno de Ecuador al invadir la embajada mexicana en Quito, capital de aquel país; y el otro, es el triunfo del candidato naranja Jorge Álvarez Máynez en el coloquio del pasado domingo con Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, que difícil es decir que aquello fue un debate; quizá, sí, un ejercicio de soliloquios.

Más de uno se extrañará del aserto sobre el candidato Máynez, como se publicita, pero la razón es irrefutable: antes del dizque debate no existía para los más de los mexicanos; vamos no era conocido ni en las filas del Movimiento Ciudadano, y hoy lo saludan en las calles y le piden el número de su dentista y eso es, para él, un grande logro, un parteaguas en su vida. ¡Triunfó!

Claudia se llevó la jornada

Del encuentro de candidatas a la presidencia muy poco puede decirse. Válgase una metáfora ecuestre: pusieron a competir a un veloz corcel Pura Sangre con un patoso percherón con el previsible resultado: Claudia se llevó la jornada ante una Xóchitl de confusa violencia y ante un Máynez que poco o nada tenía que hacer allí, pero eso sí, llevó la bobería por sonrisa.

Ataque a embajada mexicana

Vamos al ataque a la legación mexicana en Ecuador: es grave y sus secuelas irán más allá de airadas protestas diplomáticas o de la censura al gobierno del presidente Daniel Noboa, pues la demanda que presentará México ante la Corte Internacional de Justicia pretende que se vaya a fondo en el caso, pues aquel país no actuó solo, sino que tenía el respaldo de terceros participantes.

El presidente López Obrador, con acerada mesura, dijo que eso no lo hace un gobierno (el asalto a la embajada) que “no siente que tiene el respaldo de otros gobiernos o potencias” para luego reprochar la ambigüedad de las posturas de Estados Unidos y Canadá ante el atropello. Poco después la Casa Blanca censuraría en lo formal al gobierno sudamericano, no así el gobierno canadiense.

Sería ingenuo suponer que el mandatario Daniel Noboa, nacido en Estados Unidos, ordenó el asalto sin calcular consecuencias, por lo que es obvio que tuvo aval fuera de sus fronteras, y todo apunta a una maniobra a tras mano de nuestro vecino del norte al estilo Henri Lane Wilson, el embajador norteamericano que asesoró, por decirlo así, a Victoriano Huerta.

Nada nuevo en la línea de la diplomacia de los Estados Unidos, y eso es lo que está tras la demanda de México en la Corte de la Haya. “No somos colonia de nadie y lo digo también por la agresión a nuestra soberanía en Ecuador”, sentenció el presidente López Obrador al referirse al ataque.

Viene el turno de nuestro servicio exterior y nuestro país tiene con qué salir airoso.

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