
Signos
“Su democracia es tan transparente que no se ve”, dijo alguna vez con aquella mordacidad tan propia de la corrupción lo mismo desembozada y cínica que puntual e inteligente, el supremo líder obrero oficialista y clientelar, Fidel Velázquez, a propósito del entonces dirigente nacional de su partido, del PRI, el campechano Carlos Sansores Pérez, el apodado Negro Sansores; una anécdota que como tantas otras del sabio ingenio perverso de esos tiempos de suprema corrupción política se hizo muy popular, como popular se hizo su respuesta, la del Negro Sansores, a ‘Don Fidel’, quien se burlaba de la campaña aquella del campechano, de verdadera risa loca por lo que significaba la democracia en esos tiempos del más abyecto presidencialismo totalitario -aunque mucho más benigno y tolerable que el golpismo militar que ensangrentaba Latinoamérica, también hay que decirlo, y cuando nadie en el mundo tiraba la primera piedra de la defensa verdadera de las libertades y los derechos humanos-, y que denominaba “La democracia transparente”, porque anunciaba que en lo adelante los procesos electivos dentro del PRI se harían mediante urnas o ánforas de cristal y sin manipulación de los resultados en favor de alguno de los candidatos. Don Fidel, anciano y casi ciego ya, usaba desde siempre gafas oscuras y acusó en silencio el revire de su correligionario: “Y con esos lentes menos la va a ver”, dijo con la misma sorna rotunda de su ladino acusador. Hoy día gobierna Campeche, como el mismo Negro en el pasado, la expriista y experredista y morenista, Layda Sansores, seguidora de las proclamas moralizadoras de “no mentir, no robar, no traicionar” del líder y exPresidente de la República en silencioso retiro, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, fundador del partido de la campechana, el de la Regeneración Nacional. Y en días pasados dicha Gobernadora -hija del padre de “La democracia transparente” del viejo y podrido PRI, cuya dirigencia nacional está ahora en las manos también renovadoras y regeneradoras y más consagradas a la transparencia que nunca, a decir de él, del también exGobernador y Senador campechano, Alejandro Moreno Cárdenas, alias Alito, evidenciado como uno de los personajes más corruptos y cínicos del país-, Layda Sansores, nombró al frente de la política económica de su Gobierno o como Secretario de Desarrollo Económico del Estado, a un funcionario federal que fue de la Presidencia de Felipe Calderón y luego Senador panista durante la de Enrique Peña Nieto, Jorge Luis Lavalle, quien está bajo proceso penal y anda con brazalete y todo cumpliéndolo en libertad condicional, por delitos de corrupción relacionados con los que mantienen en prisión domiciliaria al exDirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya, y en los que participara cobrando dinero de la petrolera Odebrecht, igual que otros legisladores de su partido, para aprobar la reforma privatizadora peñista de Pemex y en favor de la empresa brasileña promotora de ese capítulo de la corrupción. Es decir: la democracia campechana sigue siendo tan turbia y transparente como la de los tiempos priistas del Negro Sansores pero en los de la renovación moral del Movimiento de Regeneración Nacional, a cuyo partido pertenece Layda Sansores, quien tanto ha defendido los pronunciamientos y las prédicas de “no mentir, no robar, no traicionar” y “por el bien de todos, primero los pobres”, y ha condenado a voz en cuello las miserias morales de su paisano y predecesor en el Gobierno campechano y dirigente nacional del PRI de la renovación y de la misma “democracia transparente” de su amado padre, el de la Gobernadora Layda, y con cuyo ejemplo ha nombrado al frente de la economía de su entidad al referido y de sobra conocido delincuente bajo vigilancia y acusado de favorecer, mediante el cobro de recursos prohibidos, la aprobación de una reforma petrolera combatida a muerte por el liderazgo nacional del movimiento moral y de la llamada ‘cuarta transformación’, en nombre del cual gobierna Campeche su ahora jefa y protectora, Layda, la hija del famoso Negro aquel.
SM
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