La promoción turística

Signos

Si promover el mercado turístico quintanarroense en el exterior no es algo que cualquiera puede hacer, entonces todos los gobernantes del Estado que lo han hecho, incluido Beto Borge, son grandiosos.

Porque hacen tal farandulero protagonismo que pareciera que es por ellos que Cancún y sus inmediaciones son conocidos y preferidos por vacacionistas e inversores extranjeros.

Todos pregonan el éxito obtenido en sus tan imprescindibles como costosos viajes publicitarios del ‘destino’.

Aunque al ‘destino’, la verdad, llegan inversiones cada vez peores y más depredadoras del medio biótico, favorecidas por autoridades permisivas y corruptas a las que más importa el negocio particular tan lucrativo de su complicidad con ellas que la sustentabilidad ambiental y la rentabilidad laboral, salarial y social de las mismas, claro está. Porque la complicidad que se paga por fuera del registro fiscal es con cargo al deterioro general que produce la falta de regulaciones y controles y compromisos de planificación sobre los desarrollos hoteleros y turísticos en uno de los medios naturales más frágiles y de mayor demanda de protección y conservación contra los excesos demográficos e inmobiliarios que han acabado con los equilibrios del crecimiento -económico, social y regional- y con la biodiversidad en el Estado caribe de México, una de las más pródigas y devastadas del planeta.

¿Por qué no promover otras alternativas inversoras, diversificar el desarrollo regional y contener las malformaciones de la colonización urbana y territorial?

El turismo ha sido una fuente formidable de desarrollo. Pero ha sido desbordado y agotado por la anarquía y la ingobernabilidad.

Más que promoverlo con sus deformaciones debiera reordenarse y complementarse con otros sectores productivos.

Promover lo de siempre puede terminar por parecer más una redundancia de la incompetencia que algo que aliente la productividad.

Si de fomentar el mercado turístico se trata, contrólense sus daños estructurales: la expansiva marginalidad de las urbes, la narcoviolencia, la proliferación del turismo drogadicto, y tantos otros factores del deterioro que inhiben el arribo de las clientelas más potentadas y de los capitales más saludables para el medio y la renta fiscal y social.

De otro modo, la promoción turística puede parecer mero turisteo político y onerosa vagancia del poder.

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *