Sin la restricción de horario, se acabarían los revendedores de cerveza y los riesgos de contagio.

La premisa es simple: que cada quien compre cerveza en los lugares que desea de manera segura y sin amontonamientos.

Sí, en los primeros días era necesario limitar el horario de venta de alcohol en Quintana Roo, pues la escasez del producto generaba largas filas de compradores en los pocos puntos donde aún quedaban este tipo de bebidas.

Pero la producción de alcohol ya se normalizó. Y la restricción del Gobierno de Quintana Roo, de limitar su venta desde las cinco de la tarde, está generando más problemas que soluciones.

Primero.- las personas continuaron y seguirán consumiendo este producto. Dejemos de lado si es necesario o no. La escasez demostró que existen personas dispuestas a pagar por alcohol a revendedores por un precio cuatro veces arriba de su valor.

Los acaparadores lo saben. Vieron una oportunidad y la están aprovechando. Y son ellos la mayoría de quienes se aglomeran en las distribuidoras de alcohol cada vez que llega un nuevo cargamento.
Y es entonces cuando se generan verdaderos riesgos de contagio del Covid-19.

Saben que si acaparan el producto, podrán revenderlo luego, y se lo comprarán con seguridad. La limitante del horario les facilita esta tarea.

Pero sin restricción de horario, cualquiera podría comprar alcohol a la hora que quisiera. No sería necesario exponerse haciendo largas colas. Bastaría con acudir al súper más cercano y pedir un “six” de su marca preferida.

Segundo.- La restricción de alcohol en esta etapa no contribuye a una menor movilidad. Y es que a estas alturas, se ha generado una especie de “inmunidad mental” de ganado. La prueba de ello se encuentra en la calle, donde las personas desde hace varias semanas han comenzado a reactivarse. Ya cada vez les importa menos protegerse contra el coronavirus. Y en este escenario, es mejor no establecer un periodo corto de venta de ciertos productos, pues lo único que se provoca es que en su desesperación por adquirirlo se generen punto de reunión masivos.
La lógica nos dice que es mejor tener a 300 compradores distribuidos en 20 tiendas a lo largo de 14 horas; que 300 en un lugar en menos de seis horas.

Tercero.- Los antros, bares y centros nocturnos abrirán de último, según las autoridades de Salud. Por tanto, no representan un problema de tentación innecesario si se ampliarán las horas de venta de bebidas alcohólicas.

El que va a tomar, al menos en esta etapa de la pandemia. Lo va a hacer. Con o sin el permiso de las autoridades. Así es que es mejor generar las condiciones para que lo hagan de manera segura, a restringirlo y que surjan mayores complicaciones.

Recuerden: no se debe subestimar la idiotez de la humanidad.

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