Pinceladas
Ética y estéticamente, cuando se conmemora, en apenas unas semanas, el cuarenta aniversario de su muerte por cáncer, se ha afianzado como el gran símbolo del llamado Tercer Mundo. Después de todo, era un mulato de manual: hijo olvidado de un militar blanco británico y una jamaicana muy religiosa. También su música millonaria era altamente mestiza y dio audiencia global a los desheredados y, a diferencia de los Bob Dylan, The Beatles o Elvis Presley, llegó a los cinco continentes. En la zona del Caribe que comprende México, Belice y Centroamérica ha surgido una rama fecunda y original: los ‘rastas mayas’, tras la ‘fusión’ de las inmigraciones negras a México. Esta es la otra historia de The Wailers, un grupo jamaicano de reggae originalmente liderado por el vocalista y guitarrista Bob Marley. Se desarrolla y se mantiene viva en la Zona Rebelde de Quintana Roo.
Santiago J. Santamaría Gurtubay
El 11 de mayo de 1981, víctima del cáncer, Bob Marley fallecía en Miami. Juran muchos jamaicanos que, ese día, el plácido cielo isleño se rompió en rayos y truenos. Pero la tormenta era interior: con 36 años, desaparecía el único artista local idolatrado en los cinco continentes. Y pesaba cierto sentimiento de culpa: Marley se exilió en 1976, tras un sangriento intento de asesinato. El antiguo proscrito tuvo funerales de Estado. La tumba es hoy una de las mayores atracciones turísticas de Jamaica; su mitología forma parte de la identidad nacional. En 2005, Rita Marley se jugó la vida cuando anunció que deseaba llevar los restos de Bob a Etiopía, patria espiritual de los rastafaris; la viuda debió echarse atrás apresuradamente. La imagen y las ventas de Bob Marley se agigantaron tras su muerte. Y aún hoy da réditos: su discográfica publica estos días ‘Live forever’, grabación de su último concierto. Ética y estéticamente, se ha afianzado como el gran símbolo del llamado Tercer Mundo. Después de todo, era un mulato de manual: hijo olvidado de un militar blanco británico y una jamaicana muy religiosa. También su música millonaria era altamente mestiza. Basta con comparar los discos que hizo en Jamaica a partir de 1965 con los álbumes editados en el sello Island desde 1973. La diferencia la puso Chris Blackwell, fundador de Island, jamaicano blanco. La genialidad de Blackwell consistió en introducir los Wailers en el mercado del rock, al inicio muy reticente a la propuesta. Island ya había inoculado el veneno del ‘reggae’ con la banda sonora de ‘The harder they come’ (‘Caiga quien caiga’, 1972), un grandes éxitos de la Jamaica rebelde, pero Marley era hueso duro de roer: costaba entender su ‘patois’ (lenguaje reservado solo para los naturales de la isla que no tienen acceso a las clases altas de la sociedad jamaiquina), por no entrar en su ideología, entre bíblica y separatista. El único elemento de su estilo de vida que despertaba simpatías era el consumo sacramental de marihuana, la poderosa ‘ganja’.
Muchos oyentes tampoco percibieron que la música de los Wailers estaba mistificada. Blackwell añadió partes de guitarra eléctrica, como gancho para el público del rock. También facilitó la entrada de costosos sintetizadores o el acercamiento a ritmos de ‘disco music’. Votó por la vistosa presencia de las I-Three, coro formado por Judy Mowatt, Marcia Griffiths y la sufrida Rita. No hablamos de imposiciones. Marley era un hombre viajado, con estancias en Suecia o Estados Unidos: sabía que conquistar el mundo requería seducción y flexibilidad. Ningún problema en que la atención se focalizara en su persona: de The Wailers se pasó a Bob Marley and the Wailers y, tras la marcha del místico Bunny Livingstone y el agresivo Peter Tosh, al más manejable Bob Marley, a secas. Cuidaba, además, su ‘look’, en contra del precepto rasta que prohibía recortar el pelo facial. También ejercía la diplomacia: Island llevó aviones de periodistas a Kingston y Bob impidió que colisionaran con las realidades más crudas de Jamaica o la subcultura rastafari. No se trataba de peligros teóricos: en ruta hacia el funeral de Marley, su amiga (blanca) Vivien Goldman fue asaltada por una turba, empeñada en robarla o algo peor.
‘Entre dos aguas’ de Paco de Lucía y ‘Afrocubismo’ de Elíades Ochoa
La jugada de Blackwell funcionó por encima de toda previsión: el ‘reggae’ dejó de ser ritmo veraniego para evolucionar hacia motor de un movimiento global. “Legend”, recopilatorio póstumo, ha despachado más de 20 millones de copias. Nadie pudo llenar su hueco, aunque Island lo intentara. Existe una coda poco conocida. Entusiasmado por el impacto de Marley, Blackwell ofreció Island como trampolín para lanzar otras músicas calientes: publicó discos, a veces pensados con voluntad de ‘crossover’ (la interrelación de historias o personajes de diferentes lugares), del colectivo Fania All Stars, el brasileño Jorge Ben o nuestro ex vecino de Quintana Roo, el guitarrista español Paco de Lucía. No pasó nada, pero, ya en los ochenta, Island se adelantó al fenómeno de la ‘world music’ con gigantes africanos tipo Manu Dibango o Salif Keita, o como el ‘Afrocubismo’ de Elíades Ochoa, cubano que quería afincarse en Cancún y miembro de Buenavista Social Club. Hay justicia poética en el hecho de que aquello fuera financiado por los éxitos de Marley: las ‘royalties’ de Marley en Nigeria, imposibles de repatriar por orden del dictador de turno, terminaron pagando la producción de Juju Music, el estreno en Island del maestro King Sunny Adé.
Integración caribeña de la raíz africana y maya en la Zona Rebelde
El movimiento Rastafari es mucho más que un movimiento cultural; es una filosofía, una estética y un original planteamiento alternativo que cuestiona al sistema capitalista. El rastafarismo se ha extendido en todo el mundo; hay rastas arios, orientales, negros, mestizos, que de una manera u otra plantean una nueva manera de vivir y de interrelacionarse con la naturaleza. El movimiento rasta puede tener muchas debilidades, como lo tuvo el hippismo de los sesenta, y como lo tienen muchos otros movimientos alternativos de inspiración oriental. Sin embargo, sigue creciendo en todo el mundo y ganando adeptos, porque tiene una raíz de independencia y libertad. Al parecer existe una fuente racial que no puede ser suplantada, los blancos rastas parecen una caricatura. En cambio los indígenas americanos poseen una raíz que los acerca a los negros, y cuya mezcla ha sido una fecunda rama de éste fenómeno cultural: el rastafarismo. El Caribe es la zona de mayor difusión y arraigo, Jamaica sigue siendo el faro difusor de la doctrina, los hijos de Bob Marley son profetas y tienen sus adeptos. No obstante, en la zona del Caribe que comprende México y Centroamérica, ha surgido una rama fecunda y original: los ‘rastas mayas’, los cuales surgen de la mezcla de las imigraciones negras a México. A diferencia de otras regiones del País en dónde los negros fueron marginados y excluidos; Guerrero, Oaxaca y Veracruz. Los mayas fueron particularmente benévolos con los negros, los aceptaron e integraron a su cultura, lo mismo que hicieron con las inmigraciones de chinos. Los mayas tienen una tradición hospitalaria que ha sobrevivido a través de los siglos.
Los mayas huían de la Guerra de Castas a Belice, Honduras y Guatemala
Con el movimiento social maya de 1847, conocido como Guerra de Castas, emigraciones de mayas que huían de la contienda se establecieron en Belice, Guatemala y Honduras. Estos mayas que ya tenían antecedentes de sangre negra, se mezclaron con los negros residentes, los Garífunas, y es con ellos con los que surge el nuevo concepto de ‘rasta maya’. Mayas que hablan una mezcla de inglés, español y maya. Es en Belice en donde encontramos a los ‘rasta maya’ en su más pura acepción, orgullosos de sus raíces mayas, negras y latinas. Los rastas son poetas, músicos, filósofos, pero sobre todo son profetas de una nueva fe y de un nuevo concepto del hombre. Es una curiosa mezcla de mesianismo y arte negro, esta singular semilla, ha sido cultivada en los últimos años en la zona maya por un profeta nacido en Africa; Wisdom Ogbor, de Midwest, Nigeria. Wisdom tiene en México casi 20 años. Durante este tiempo ha formado su banda musical ‘Roots and Wisdom’, que a través de los años ha tenido diversos elementos, en este periodo ha producido seis álbunes: ‘King zugos clan’, ‘Acoustic’, ‘Bicycles for rasta mayas’, ‘Africa Fe’, ‘¿Entienden espangles?’ y ‘Negro Yanga’. Wisdom es de la tribu Ibo, y su lengua es el ibo. En Nigeria existen tres clanes, los yorubas, los hausas y los ibo. Los yorubas y los ibos tienen una raíz común, los ibo son los intelectuales, los artistas, ellos son quienes poseen la tradición más profunda, de los yorubas tenemos muchos antecedentes por que ellos fueron quienes poblaron la isla de Cuba, los hausas profesan la fe musulmana y fue a ellos a quienes los conquistadores ingleses les dieron el poder del país. Por ello, Wisdom es un profeta de profundas raíces ancestrales.
‘Baticueva’ y su mensaje un hombre universal sin color y sin temores
Como músico Wisdom tiene tres grandes facetas: La producción de música tradicional africana en su lengua materna, la música en inglés, su lengua adquirida,- de ahí su primer nombre, es obligatorio en Nigeria que el primer nombre sea inglés-, y la música en un lenguaje mezclado, espagles, maya-español, y todas juntas. La música de la banda es el tradicional reggae, sin embargo, Wisdom posee un estilo desenfadado e irreverente que lo hace particularmente atractivo. Su música va desde la música espiritual de los cantos africanos, el reggae tradicional mezclado con el negro yanga y composiciones en maya. En el año 2002 Wisdom adquiere una propiedad en la Ciudad de Felipe Carrillo Puerto y funda el centro de la cultura Afro Maya A.C. Su fin es establecer programas de estudio de los mayas de México, Guatemala, Belice, y Honduras con los africanos de África. El centro propone el intercambio musical y cultural entre ambos continentes a través de cursos y publicaciones multimedia. El centro se funda como una asociación civil sin fines de lucro. Una película del encuentro de dos culturas y cuyo título iba a ser ‘Yo no soy Bob Marley’ estaba en sus planes. El centro también tenía un proyecto de difusión turística ‘Revista real roots international magazine’ con videos de los atractivos turísticos y culturales del mundo maya.
La banda toca en diferentes lugares turísticos de la Riviera Maya y de Quintana Roo, y ocasionalmente en bares de Carrillo Puerto, como en la ‘Baticueva’, en donde alternan con músicos locales, y desde ahí lanzan su mensaje alternativo de una nueva vida y una nueva idea del hombre; un hombre sin ataduras ni prejuicios, un hombre universal sin color y sin temores.
Con su ritmo novedoso, Marley fue líder y profeta en el tercer mundo
Bob Marley dio audiencia global a los desheredados y, a diferencia de los Dylan, Beatles o Presley, llegó a los cinco continentes. Con su poderoso mensaje y su ritmo novedoso, Marley fue líder y profeta en el tercer mundo. Y eso, en el contexto de la música popular, en Estados Unidos y Reino Unido, otorgaba un estatus especial. El tercer mundo siempre ha servido de inspiración a los disidentes culturales del primer mundo. La figura de Bob Marley quedó emparentada con esa disidencia, ese poder contracultural y popular, al tiempo que se elevaba a la categoría de símbolo en su país y tantos países de América Latina, África y Asia que transformaban sus sociedades y regímenes políticos. Porque, en la segunda mitad del siglo XX, el tercer mundo se convirtió en una especie de esperanza para todos aquéllos que todavía aspiraban a la revolución social, y el músico jamaicano representaba esa esperanza. Hoy, Bob Marley es pasto de de las ‘radios FM’, pero su mensaje fue revolucionario. Un día casi nos caemos de la silla cuando escuchamos a una chica pedir algo de música romántica y a continuación decir: “Sí, Bob Marley, es un gran cantante romántico”. Cantante romántico como lo podía ser cualquiera. No diremos que Marley no compuso buenas canciones que hablaban del amor y las relaciones de pareja, pero ubicar a este hombre en ese apartado es absurdo. Compararle con un prototipo sentimental, un producto discográfico es, sencillamente, demencial. Todavía hay quien lo cree cuando escucha ‘No woman, no cry’.
El reggae, un himno en Kingston en Jamaica, en Londres o Sudáfrica
Quedamos prendados de Marley por su mensaje bello y contestario. Pasó de unas letras inocentes, donde se hablaba de la supervivencia juvenil y las pequeñas tretas en una Jamaica repleta de descosidos, a componer algunos de los mejores poemas musicales de rebelión. La lista es extensa pero si uno escucha ‘Get up, stand up’ o ‘Catch a fire’ siente el asombroso hallazgo humano de la rebelión, de la necesidad de ponerse de pie cuando quieren que te sientes. Con ese bajo en primer plano que suena como si te estuviera empujando, lo notas en ti mismo. Es normal, por tanto, lo que no podía ser de otra forma: el reggae de Bob Marley era una especie de himno en Kingston en Jamaica, en Brixton en Londres o en Soweto en Sudáfrica. Era la llamada pacífica pero subversiva de un sonido primitivo, magnético, con raíces locales del ska pero que se hermanaban al blues de las plantaciones del sur estadounidense, al rockabilly primigenio de Presley o Ricky Nelson, a la profundidad negra de Memphis con sus metales.
Oyendo ‘Redemption song’ el mundo seguro es un poco más habitable
La figura de Bob Marley es tan gigante como el día de su muerte. Su influencia ya no sé si la misma, aunque es indudable que marcó a decenas de músicos. También es innegable que su mensaje, para quien quiera acercarse a él, guarda la misma fuerza innata. Hace 30 años, moría de cáncer. Por un segundo, lo pienso, siento lo que es pasar por ahí, combatiendo con fe pero sin armas contra una enfermedad más fuerte que la vida, aunque escondas en tu interior el poder de la fe. Ese poder que hace a unas personas más especiales que otras. El mundo sigue sin ellas, como sin Bob Marley, pero, si nos preguntan con qué nos quedamos de este mundo loco y precipitado, lo tenemos claro, como que el sol sale todas las mañanas: nos quedamos con lo que permanece para siempre. Nos quedamos con Bob Marley. Nos quedamos con “Redemption song”. Cada vez que alguien escucha esta canción el mundo seguro es un poco más habitable. Tiene otro color. Porque es todo lo que tenemos, canciones redentoras, que nadie nos puede quitar.
Rebeldes ‘Taquería de El Bulli’, ‘Chan Santa Roots’ y ‘Rasta Man’
En el centro de Felipe Carrillo Puerto está la ‘Taquería de El Bulli’, de Luis Roberto Constantino Euán, quien lleva el ritmo de reggae de sus antepasados. Su papá era originario de Belice. Siempre alegre, le preguntamos si estaba emparentado con el ‘chef’ español Ferran Adrià y su restaurante ‘El Bulli’. “¿En ese lugar sirven tacos de cochinita al pil bil o de relleno negro con chile habanero, cebolla y cilantro, o cebiche? Seguro que si lo hacen no son como los de Felipe Carrillo Puerto. Joseph Fernando Cantón Sosa y Ernesto Chable Berlín son vocalistas del grupo de reggae y ska “más lento y entendible”, ‘Chan Santa Roots’, uno de los cuatro que promueven este género en el ‘París de Quintana Roo. Los otros son ‘Los balam weailers’, ‘Los dopados’ y ‘Los roots and Wisdom’. José Jemer Mayeguán, ‘Turu Marley’ regenta otro ‘chiringuito’ en pleno corazón de Chan Santa Cruz, ‘Rasta man’, y recuerda sus habilidades como futbolista y ‘rasta’. “Yo llevaba las mayores ‘dreadlocks’ de Felipe Carrillo Puerto desde los 14 hasta los 30 años, ahora tengo ya cerca de los 50… “Al concluir el proceso de trenzado de los ‘dreadlocks’ se aconseja frotarlos diariamente con las palmas de las manos para acelerar el proceso de compactación. En la cultura rasta no se usan productos químicos en el cabello para crear los ‘dreadlocks’, sino que estos se forman naturalmente, sin usar ningún peine. Los peines y las tijeras están prohibidos en la fe rastafari…”, nos explicaba apasionado el ‘Turu Marley’. Las fotos son de José Antonio Callejo Anzures.
Municipio del XVIII en pie de lucha contra el caciquismo y la esclavidad
Enclavado en el centro del estado, fundado a mediados del siglo XVIII por mayas rebeldes en pie de lucha contra el caciquismo y la esclavitud, el municipio de Felipe Carrillo Puerto es el curioso escenario de un movimiento cultural/musical de una tradición cada vez más arraigada, y que tiene modernas venas y lazos comunicantes con la isla caribeña de Jamaica. La síncopa del reggae y su más legendario expositor, Bob Marley, cuentan en esta población con un nutrido grupo de seguidores. Es por esa razón que músicos rastafaris de prácticamente todo el país e, incluso, de otras naciones, acuden a los diversos festivales de música reggae que se organizan en esta céntrica ciudad maya de Quintana Roo. ‘Maya Fest Reggae Roots’, ‘Carrillo Roots Reggae Festival’, son eventos que suelen repetirse año con año. Destaca, por ejemplo, el trabajo de un músico originario de esa demarcación, de nombre Santos Santiago, cuya propuesta de fusión “maya y reggae”, ha puesta a bailar a cientos de amantes de esos ritmos en diferentes escenarios de México. Algunas bandas locales conocidas son: ‘Chan Santa Roots’, ‘Polok Tolok’ o ‘Hierba Santa’. Alrededor de este movimiento cultural han nacido organizaciones como el Centro Cultural Africano y Maya de Felipe Carrillo Puerto. Así que un motivo más para conocer esta región de Quintana Roo, es precisamente esta animada y fresca pincelada caribeña, embebida de tradiciones ancestrales mayas.
Bob Marley Marley recibió un Funeral de Estado el 21 de Mayo de 1981 que combinaba elementos de la iglesia ortodoxa etíope con los de la tradición rastafari. Fue enterrado con su guitarra ‘Gibson Les Paul’ roja en una capilla próxima al lugar en donde nació. El primer ministro de Jamaica, Edward Seaga, fue el encargado de pronunciar el panegírico del funeral. Dijo: “Su voz fue un llanto omnipresente en nuestro mundo electrónico. Sus rasgos afilados, su aspecto majestuoso y su forma de moverse se han grabado intensamente en el paisaje de nuestra mente. Bob Marley nunca fue visto. Fue una experiencia que dejó una huella indeleble en cada encuentro. Un hombre así no se puede borrar de la mente. Él es parte de la conciencia colectiva de la nación”.
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