El minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
Si bien se trata de un documento formal y está en curso la iniciativa para que los diputados locales puedan reelegirse hasta por doce años consecutivos, la intención en sí es humorística. El que la peor Legislatura que haya tenido el Estado intente seguir pegada al tesoro público sólo puede ser tomado como broma, pese a quienes acusan de demencia a los diputados reeleccionistas.
Avalada por la mayoría de los diputados, desde el verde Gustavo Miranda hasta el petista Hernán Villatoro, maestro en el arte de vivir del erario, la iniciativa busca -se afirma- que los legisladores rindan cuentas a sus bases y, sobre todo, que aumenten su experiencia con el fin de profesionalizarse más. La exposición de motivos es una joya del humor involuntario.
¡Pobres, necesitan un curso de dos sexenios para saber que los electores no están de adorno, y que existe una vieja técnica parlamentaria que deben seguir! Eso les pasa por ignorar a las secretarias del Congreso, que del oficio saben mucho más que ellos y, también por no leer alguno de los libros que existen al respecto. Bueno, en realidad no leen ni en defensa propia.
El aserto viene a cuento porque la iniciativa, que no es muy extensa, parece redactada a la carrera y presenta errores ortográficos y sintácticos, además de omisiones graves de contenido, entre ellas el que no se considera en los transitorios qué pasará con los diputados que ya fueron reelegidos, o si la bufonada se aplica por igual a diputados electos y a los de mayoría relativa. Detallitos.
Eduardo Galaviz, del estatal Observatorio Legislativo, censuró la iniciativa, pues dijo que esta Legislatura ha significado un retroceso en lo que toca a la rendición de cuentas y sus resultados han sido pobres en beneficios comunitarios. La de Quintana Roo es la Legislatura más cara de la Península y una de las más costosas del país, según el Instituto Mexicano para la Competitividad.
Pese a lo formal de la iniciativa -bueno, formal en lo que se refiere a lo que busca-, supongo que se trata de una broma, de una humorada de los diputados que, dada la pobreza de su trabajo, quieren dar al electorado al menos un momento de diversión, de risa. De no ser así, entonces habría que reconsiderar a las voces que los acusan de insania mental.