El PRI debería terminar de sumarse al Morena, y el partido presidencial convertirse en el Partido Revolucionario de Regeneración Nacional, o Prena. Como cuando el izquierdismo priista, desplazado por el neoliberalismo privatizador, se fue de lo que alguna vez fue el Partido de la Revolución Mexicana (y sus derivados), y se convirtió en el Partido de la Revolución Democrática, de donde tantos, como los que hoy se van del PRI (más del 80 por ciento de los ganadores de la pasada elección para legisladores son expriistas neomorenistas), se fueron antes a formar el Morena. La multiplicación de partidos sólo supone agotamiento inútil del erario. Cuando la ideología es un cadáver en una democracia incivil, con un partido o dos basta. Y en el caso de una quinta transformación del partido emanado de la Revolución Mexicana, como ese hipotético Partido Revolucionario de Regeneración Nacional, podrían cambiar los sectores de adscripción militante: el Sector Popular de la Izquierda (Sepi) y el Sector Popular de la Amalgama (Sepa). Por ejemplo.