Del canon dominical cuatroteísta

Signos

Por Salvador Montenegro

Compáctese y esbócese la nueva hipótesis sobre el augusto Adán.

A ver:

En la lógica de las resoluciones últimas de la cúpula dirigente del partido presidencial y del proyecto de su jefe máximo para procesar la selección de su candidato a relevarlo en la jefatura del Estado mexicano mediante el mejor control posible de daños y la más salvable solución de continuidad del programa obradorista de transformación del país (reformas estructurales en el orden constitucional para un real equilibrio entre los Poderes republicanos, rectoría y participación estatal mayoritaria y dominante en sectores estratégicos, autosuficiencia energética, economía y rentabilidad fiscal sanas y de altos rendimientos sociales, austeridad y eficiencia institucionales, combate a la corrupción y al endeudamiento públicos, prevalencia del Estado del bienestar contra las tradiciones neoliberales privatizadoras y los privilegios y excesos oligárquicos), en esa lógica se advierte, ahora, una estrategia que consignaría que, si el personaje más cercano a los afectos personales y al ideario del Presidente no ganara la candidatura -porque no hay modo de que ese objetivo pueda cumplirse sin vulnerar de manera crítica la equidad de la competencia interna por la postulación morenista, en tanto su popularidad no alcanza para que lo favorezca la evaluación demoscópica de las empresas contratadas, y cuya enajenación de dicho método estatutario podría descarrilar el consenso y precipitar una ruptura-, entonces, y según el plan anunciado el domingo 11 de junio y las tendencias más visibles y objetivas derivadas de los sondeos de popularidad conocidos y promediados en sus resultados hasta ahora (las que apuntan a que el personaje en cuestión, Adán Augusto López Hernández, quien renunciaría en breve a la Secretaría de Gobernación para promocionar sus aspiraciones, es tercero en las mediciones dichas, detrás de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y del ya exCanciller, Marcelo Ebrard, quienes, de repetir su partido como ganador del poder presidencial, serían Presidenta o Presidente de la República, según el ganador de la candidatura, y lider del Senado el primero de los perdedores de la misma), el más querido de los contendientes presidenciales y llamado a los cuatro vientos por su paisano y jefe máximo, Andrés Manuel, como ‘mi hermano Adán’, se ocuparía, entonces, cual tercero en la línea de las preferencias vertidas en tales recuentos internos y en razón de las disposiciones informadas por la cúpula partidista para determinar el destino de los presidenciables de modo que preserven la unidad de su partido y su proyecto nacional de transformación, de algunas de las reformas constitucionales más decisivas que habrían de ser legisladas en el nuevo Congreso de la Unión, y que, como en el caso de la relativa al Poder Judicial Federal y a la iniciativa que enviaría el Presidente López Obrador antes de entregar la titularidad del Ejecutivo y en la que habría de incluirse la elección de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante el voto directo de los ciudadanos, requiere de la Mayoría Calificada en la Cámara de Diputados.

Así, pues, lo dicho:

Si por el Presidente fuera, su ‘hermano Adán’ sería su sucesor inequívoco. Pero ahora, tras las revelaciones del domingo 11 sobre el procedimiento suscrito por los competidores y el reparto de posiciones que el morenismo prevé ganar tras los comicios federales del año venidero, la estrategia presidencial y partidista anunciada parece ser la de no afectar en lo posible el programa de continuidad de la 4t con inconformidades derivadas de un sensible manipuleo impuesto desde la poderosa legitimidad presidencial para dotar a su candidato favorito de un perfil electoral del que ahora mismo pudiese carecer.

De cualquier manera, la estrategia sucesoria decidida no tiene desperdicio: ‘mi hermano Adán’ estará en la contienda de ahora y se hará hasta lo imposible por transferirle la popularidad que se pueda desde la fuente presidencial para que alcance a sus contendientes. Pero controlar el Congreso no es cosa menor, porque de su recinto habrían de emanar las reformas estructurales legadas como pendientes esenciales de la causa común por el fundador y jefe máximo de la 4t; además, porque desde el Legislativo habría de controlarse, asimismo, el proceso constitucional de revocación del próximo mandato presidencial; y, finalmente, porque una decisiva gestión parlamentaria pudiera proyectar a ‘mi hermano Adán’ a las alturas que acaso no alcance ahora, pero que pudieran significar la tercera edición de la era del obradorismo. 

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *