El búmeran sobre el “Cuauhtémoc”

Signos

¿Pero se tiene que ladrar con la primera impresión?

Por impaciente que se sea, una mínima dosis de juicio y de sentido común recomendaría a los críticos orientarse sobre la verdad y lo más pertinente a decir para no exhibirse y apestar.

Un barco tiene proa y tiene popa, por ejemplo, y no se enfila hacia un puente elevado y de los de mayor tráfico en el mundo, y menos de adelante hacia atrás o en sentido inverso o ‘de reversa’, sabiendo que su altura es muy superior y habiendo protocolos portuarios muy severos de vigilancia en áreas complejas de atraque y arrastre de navíos internacionales de gran estructura.

Saber eso, como mínimo, evitaría tanto exhibicionismo imbécil y doloso. (Para no hablar de prácticos y remolcadores, vientos y mareas cambiantes y peligrosos, fallas mecánicas, circunstancias humanas y peligros naturales inherentes a las aguas y a la navegación marítima de cuyos accidentes no se salvan ni las tripulaciones más sagaces y especializadas, por más aprendizaje que emane de tales percances.)

¿Se quiere encontrar culpables en el régimen de Estado enemigo para aprovechar, por ejemplo, la eventualidad noticiosa de la tragedia padecida por el barco escuela mexicano?, pues revísese y cotéjese la información más objetiva y menos especulativa, por lo menos, y no las opiniones más ociosas y tendenciosas, y en el entendido de que todo adelanto sobre las investigaciones más creíbles no será, por eso mismo y por ahora, concluyente.

La ‘crítica’ apresurada, empecinada, pendenciera, precipitada y ridícula sólo favorece la causa contraria que se quiere exhibir, descalificar y aprovechar. Es tan vergonzosa como ilustrativa y autodestructiva.

Ese uso oportunista de tragedias con víctimas inocentes e instrumentadas para la propaganda sin siquiera el mínimo conocimiento de los sucesos, habla de espíritus tan miserables como el del exSenador Emilio Álvarez Icaza, el gran cruzado mexicano de la defensa de las garantías fundamentales. Por eso las investigaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Ayotzinapa, bajo su gestión entonces, fueron más un hervidero especulativo de activistas buscadores de argumentos contra el enemigo en el Gobierno ‘autor de la masacre’, que verdaderas averiguaciones de científicos neutrales al servicio de la verdad más aproximada a la historia de los acontecimientos.

SM

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