Entre la moral morena, la verde y la tricolor que daba moras

9

Signos

Claudia proclama a toda voz que acabará con la corrupción en la vida pública y con la perversión de todo mandato constitucional y con el lucro del ejercicio político. Y se lo propondría, se entiende (¿o no?), como una causa de su movimiento partidista por la regeneración moral, de su liderazgo presidencial y de su convicción personal.

Muy bien. Pero, ¿es así? ¿Es una apuesta real, con los pies bien puestos sobre la tierra? ¿No es una proclama utópica? ¿O una mera ingenuidad idealista? ¿No es un pronunciamiento más de propaganda, como los de todos los peces en el agua del poder político, dentro de su campaña proselitista y aprovechando sus altos índices de popularidad, rumbo a los comicios venideros, de un par de años más, y en un entorno nacional de alto desprestigio para ese movimiento partidista suyo que -pese a la popularidad presidencial y a los éxitos promocionales de sus aspirantes y candidatos a posiciones de representación popular, financiados con los programas socioelectorales y los irrenunciables bonos del Bienestar- parece desarticularse bajo el peso de tantas y tan sonoras noticias y evidencias sobre el comportamiento delictivo de personajes del mayor renombre del obradorismo, en todas las coordenadas del país, y que no hacen más que convertirse en munición crítica contra ese exceso ideológico propuesto como alternativa moral para la Regeneración Nacional?

Porque el Niño Verde, por ejemplo, infiltra y controla Fiscales Generales estatales, como el de Quintana Roo -de verde procedencia chiapaneca irrevocable-, que a su vez impone y controla Policías estatales y municipales en Gobiernos que le sirven a la franquicia política del Niño Verde pero que se asumen como del partido presidencial guinda, el del Movimiento de Regeneración Nacional, de la Presidenta Claudia Sheinbaum, donde también moldea e impone a sus propios Alcaldes, Regidores, parlamentarios locales y federales, Magistrados y Jueces y funcionarios del Tribunal Superior de Justicia, y candidatos a las Legislaturas venideras y a la sucesión gubernamental, con el visto bueno y la complicidad del obradorismo presidencial claudista y morenista porque, como ningún otro territorio, el de Quintana Roo es feudo de poder del Niño Verde.

Y ese descaro de cinismo y simulación, tan políticamente delictivo y tan favorable al dominio y a la proliferación del crimen organizado, ¿habría de ser desterrado tras la profesión de fe o del enfático credo anticorrupción de la Presidenta Sheinbaum, o sólo seguirá ejemplificando las mil y una maneras del engaño en que puede perseverarse si se goza de una aceptación popular superior al setenta por ciento y así sea con el impulso de los beneficios sociales reales y los consecuentes avales electorales y favorables al partido y al liderazgo presidenciales procurados por los programas del Bienestar (sí, tan socialmente serviciales cual lo son, en efecto, como astuta y genialmente han sido concebidos, asimismo, con fines políticos y electorales, y para los que cumplen cabalmente su cometido)?

Bien se sabrá en la Entidad caribe si la anticorrupción claudista es un compromiso histórico verdadero o una mera bufonería temporalera y de campaña como las de siempre. Bien se sabrá si las preferencias personales de Andrés Manuel se siguen imponiendo y desde el liderazgo gubernamental salen los candidatos ganadores a la sucesión de dicho liderazgo en un par de años y a otras posiciones representativas en disputa y claramente identificadas con la potestad hegemónica del Niño Verde.

Bien se sabrá. Aunque los himnos de gloria eterna al magnífico entonados en honor de Andrés Manuel por la Presidenta desde el Palacio Nacional en este cierre dominical de una campaña justificada como gira de información de su primer año de Gobierno no dejan lugar a dudas.

La corrupción será combatida sin tregua y sin cuartel siempre que no toque los intereses de los López ahí donde se desplieguen, se afinquen o tengan lugar, sea en Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Tabasco, Oaxaca,  Guerrero, Sinaloa, Baja California, Sonora, Zacatecas, Tamaulipas o Veracruz, y tengan que ver con las sociedades criminales del Niño Verde, de los huachicoleros tamaulipecos o tabasqueños, de los narcoGobernadores y narcoempresarios que han financiado y siguen financiando candidaturas morenistas, por más verdes que algunas sean, defendiendo la causa de la regeneración moral. 

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *