El bestiario
Una sonda robótica que transporta el mayor y más caro vehículo de exploración extraterrestre jamás construido aterrizó el 18 de febrero del 2021, en un cráter del hemisferio norte de Marte para hacer historia. Este es el cuarto planeta en orden de distancia al Sol y el segundo más pequeño del sistema solar, después de Mercurio. El objetivo principal de la misión es buscar rastros de vida. Si este viaje hubiese sucedido hace 3,500 millones de años, el ‘Perseverance’ estaría a punto de aterrizar en medio de un lago alimentado por un río que arrastra sedimento, pues así se piensa que era el cráter Jezero -de unos 45 kilómetros de diámetro- en aquella época, cuando Marte era un planeta azul como la Tierra. Se sabe que en este gemelo helado de nuestro planeta se dieron las condiciones básicas para que surgiese la vida y fue justo en aquella época cuando en nuestro planeta comenzaron a surgir los primeros microbios, probablemente en lagos, ríos o mares.
Santiago J. Santamaría Gurtubay
Pero hace millones de años el planeta comenzó a perder su atmósfera, se rompió su equilibro y dio un giro mortal hasta convertirse en el desierto helado que es hoy. El ‘Perseverance’ es un coche de seis ruedas y una tonelada de peso equipado con siete instrumentos científicos con los que intentar analizar la composición atómica y química del fondo del lago hoy desaparecido en busca de rastros inconfundibles de microbios marcianos. “Perseverance [perseverancia en inglés] es el vehículo de exploración marciana más ambicioso que ha lanzado la NASA”, explicó Thomas Zurbuchen, jefe de ciencia de la agencia espacial de EE UU. El destino al que se dirige el ‘Perseverance’ es “el más complicado en el que se haya intentado aterrizar hasta la fecha”, ha resaltado el científico. A la NASA siempre le ha gustado forzar el dramatismo que supone aterrizar cualquier tipo de nave en Marte. Desde el comienzo de la exploración espacial en los años 50 del pasado siglo una de cada dos misiones al planeta rojo ha fracasado. Pero EE UU tiene un historial de éxitos sin igual en el mundo: ha conseguido posar con éxito en Marte cuatro vehículos móviles de exploración. ‘Perseverance’ será el más pesado, una tonelada, complejo y caro: unos 2,200 millones de euros. Todo comenzó con la entrada de la nave en la fina atmósfera de Marte, que es 100 veces menos densa que la de la Tierra. Esto supone que el rozamiento del aire frena mucho menos la vertiginosa velocidad de entrada, de unos 20,000 kilómetros por hora. Los retrocohetes, el enorme paracaídas y una grúa lograron que el rover se posase a la velocidad de una persona caminando. La NASA ha retransmitido en directo todo el aterrizaje. Lo más emocionante fueron los “siete minutos de terror” previos al aterrizaje.
Un minuto después de entrar en la atmósfera, la nave alcanzó su pico de temperatura por el roce del aire: 1,300 grados, que debe soportar su escudo térmico. Tras el despliegue del paracaídas, de casi 22 metros de diámetro, como un edificio de siete plantas, y su posterior desenganche, entró en acción un dispositivo completamente nuevo: el TRN. Es un sistema de inteligencia artificial que toma fotos del suelo y va “pensando” cuál es el lugar más adecuado para tomar tierra. A 21 metros del suelo, una grúa desplegó unas cadenas de unos siete metros de largo de las que va colgado el valioso rover. Sus ruedas se pusieron en contacto con el suelo a tres kilómetros por hora, y la grúa activó sus cohetes para ir a estrellarse lejos del ‘Perseverance’. Toda la secuencia de aterrizaje es automática. Los responsables del control de la misión no podían hacer nada para corregir la trayectoria o solucionar problemas. Tras el aterrizaje, EE UU se convierte en el único país que ha aterrizado cinco vehículos de exploración consecutivos en Marte; un hito que le sitúa por delante de China, su principal competidor, que en unas semanas intentará llegar a Marte con un orbitador, un aterrizador y un vehículo móvil, todo a la primera, algo que nunca se ha hecho antes.
Los marcianos son buena gente, al menos en la película ‘Starman’, donde un alienígena bueno llegaba a la Tierra y la barbarie humana
En 1984 se estrenaba ‘Starman’, una película protagonizada por Jeff Bridges que narraba la historia de un alienígena bueno que llegaba a la tierra para darse de bruces con la barbarie humana. Una historia sobre un extraterrestre rebosante de bondad (interpretado por Jeff Bridges) que se convirtió en el éxito más grande la carrera de un realizador llamado John Carpenter siendo paradójicamente su obra menos representativa. Carpenter, un amante del horror y la subversión, había reinventado el terror -como género- con una obra maestra llamada ‘Halloween’ y encandilado a crítica y público con joyas como ‘Asalto a la comisaría del Distrito 13’ (su explosión como director) y ‘La niebla’. En 1982, con la confianza que otorga la juventud y el espaldarazo de un buen número de fans dispuestos a seguirle hasta el infierno, Carpenter se propuso adaptar ‘Quién hay ahí’, una obra de John W. Campbell sobre una expedición antártica que encuentra, enterrada en el hielo, a una criatura de origen extraterrestre. La obra ya había sido adaptada (muy libremente) por Howard Hawks, uno de los grandes ídolos del joven director, en ‘El enigma de otro mundo’. Hawks había convertido la obra en una especie de Río Bravo, con romance incluido, dejando fuera la parte más perversa de la obra original y transformando un relato corto sobre la soledad y el miedo en un fresco sobre la camaradería. Como un western con mucho hielo y un forajido de otro planeta.
Pero Carpenter quería ir en dirección contraria, abandonar la idea de hacer un remake para volver a la fuente original. Para ello optó por un reparto íntegramente masculino (obviando así cualquier posibilidad de darse de bruces con el clásico romance hollywoodiense) y contrató a Rob Bottin, un mago de los efectos especiales. Así, frente al alienígena vegetal de Hawks, Bottin planteó a Carpenter un ser sin forma definida capaz de ser cualquiera: un superviviente a años luz de cualquier organismo conocido. Los jefazos de Universal vieron en aquello una oportunidad de seguir dándole cuerda a su protegido: Carpenter había conseguido con la mencionada ‘Halloween’ convertirse en el realizador más rentable de la historia del moderno Hollywood, cuando con un presupuesto de trescientos mil dólares había arrasado en las taquillas de medio mundo (cuarenta y siete millones de dólares solo en Estados Unidos).
Steven Spielberg logró el éxito con ‘Encuentros en la tercera fase’ y siguió con un extraterrestre torpe ‘ET, El extraterrestre’
Para el realizador, más allá de Campbell y su relato, era necesario remontarse a Lovecraft y sus montañas de la locura. El filme, trufado de homenajes al legendario escritor estadounidense, ahondaba en las similitudes entre las obras de Campbell y Lovecraft. Ambos había cruzado sus caminos en Astounding stories, donde en 1936 se había publicado ‘En las montañas de la locura’, mientras que en 1937 Campbell se hacía cargo de la revista y en 1938 publicaba ‘¿Quién anda ahí?’ Naturalmente, no faltan quienes ven en la obra de este último múltiples influencias del primero, más allá de la coincidencia paisajística o el sujeto (criaturas ancestrales en un caso, alienígenas sin pasado en el otro). Carpenter se quedó con los dos, aunque el monstruo que toma la película a sangre y fuego bebe más de los shoggots de Lovecraft que de cualquier otra cosa. El director reclutó también al mítico compositor italiano Ennio Morricone, que después de reunirse con Carpenter en Roma, aceptó la oferta de este y se puso manos a la obra (ya se arrepentiría después).
Mientras tanto, a unos kilómetros de allí, otro director llamado a convertirse en figura, valoraba la idea de adaptar un guión llamado ‘Night skies’, donde unos extraterrestres atormentaban a una familia de granjeros del medio-oeste estadounidense. El realizador, de nombre Steven Spielberg, salía de un exitazo llamado ‘Encuentros en la tercera fase’ y perseguía otra historia con cabezudos del espacio hasta que su amigo Tobe Hooper le enseñó el guion de esta película con obvios toques terroríficos. Sin embargo, en 1981, aquella película de horror se había convertido en una amable fábula con extraterrestre torpe llamada ‘ET, El extraterrestre’ mientras que Hooper había aprovechado el material original para otro pequeño clásico llamado ‘Poltergeist’.
‘La Cosa’, una gigantesca reflexión sobre la desconfianza, rodada en los tiempos del SIDA y con Ronald Reagan como presidente
Sea como fuere, y sin ni siquiera saberlo, Spielberg había cavado la tumba de John Carpenter. El filme de este, claustrofóbico, oscuro, salvaje se estrenaría después del de Spielberg. El 11 de junio de 1982, ET empezaba a convertirse en la película más taquillera de la historia. Dos semanas después, ‘La Cosa’ se pegaba un tiro en el pie, fracasaba en la taquilla y provocaba algunas de las críticas más venenosas junto con las que Ridley Scott estaba recibiendo por ‘Blade runner’ (estrenada curiosamente ese mismo fin de semana). Carpenter, abatido, pensaba incluso en abandonar el mundo del cine. Al americano medio no le gustó el miedo orgánico de ‘La Cosa’, un tremendo martillazo para el realizador que mostraba sin reparos como -para la audiencia- el marciano bueno era aceptable (y hasta amado) y el marciano malo no. Pocos prestaron atención al sustrato de la película, esa gigantesca reflexión sobre la desconfianza, rodada en los tiempos del SIDA y con Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos. Algunos críticos acusaron a Carpenter de “pornográfico”, Roger Ebert afirmó que “no hay necesidad alguna de ver esta película” y el New York Times o Variety la calificaron de “absurda y grotesca”.
Sin embargo, unos meses después, y cuando el VHS empezó a dar vida al formato doméstico, una generación de cinéfilos semejante a la que auparon 2001: Una odisea del espacio en 1968, construyeron una aura de culto en torno al filme que hizo de la salida de la película en los videoclubes un auténtico éxito. Por aquel entonces, Carpenter, que recordaba cuando después del fracaso de ‘La hija de Ryan’, David Lean se pasó catorce años sin dirigir (“no me estoy comparando a él, simplemente digo que entiendo ese sentimiento” explicaba) ya estaba tratando de olvidar lo sucedido. El director, despedido fulminantemente de Universal y considerado un paria, no recuperaría el rumbo hasta que en 1983 rodó Christine (para Columbia) y recuperó el favor de la industria. Con ‘Starman’, una película a las antípodas de su cine habitual, volvió a recuperar la confianza en sí mismo y siguió haciendo lo que le daba la gana: ‘Golpe en la pequeña China’, ‘El príncipe de las tinieblas’ y ‘Están vivos’ fueron sus tres siguientes películas. Ahí es nada.
Stephen Hawking: “Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado sería como cuando Cristóbal Colón descubrió América”
A vista de pájaro y con la perspectiva que otorgan las décadas a nuestras espaldas, ‘La cosa’ es una de las mejores películas de terror de la historia. El uso del formato scope, la precisión del guión de Bill Lancaster, el (impresionante) trabajo de Rob Bottin, la música (el cabreo de Morricone fue monumental, al ver que su trabajo orquestal había sido sustituido por un sintetizador programado por el propio Carpenter) y en general el tono desolador de una cinta tan claustrofóbica que uno se ahoga por momentos, la convierten en una pieza imprescindible para aquellos que deseen entender los mecanismos del género. Carpenter, preguntado años después por este asunto, afirmaba que consideraba ‘La Cosa’ su mejor película y la más potente de su trilogía del ‘Apocalipsis’ (formada por esta, ‘El príncipe de las tinieblas’ y por supuesto ‘En la boca del miedo’). El problema de ‘La Cosa’ fue, naturalmente, que el público americano (y por ende mundial) prefirió tragar con el cuento del extraterrestre simpaticote y piadoso en lugar de optar por la opción más realista, aquella que el científico Stephen Hawking definía así: “Si los extraterrestres nos visitaran alguna vez creo que el resultado sería más o menos como cuando Cristóbal Colón descubrió América: no funcionó muy bien para los indios”. Ya se sabe, la bota dialogando con las hormigas.
Hace un par de años estrenaron un ridículo remake de ‘La Cosa’, con escenas que rozaban el ridículo más espantoso (ese clímax final en la nave alienígena) y que básicamente demostraba que ningún CGI puede sustituir a la maestría de los efectos especiales tradicionales manejados por un tipo solvente y que dirigir una buena monster movie no está al alcance de cualquiera. ¿Y Starman? ‘Meh’. Esta es una interjección utilizada como expresión de indiferencia o aburrimiento. A menudo se considera como un equivalente verbal de un encogimiento de hombros. El uso del término ‘meh’ muestra que el hablante es apático, desinteresado o indiferente a la pregunta o tema en cuestión. ‘Meh’ es la palabra que mejor nos representa como sociedad. La felicidad radica en decir que no a todo aquello que no te apetece hacer. Los Simpson inventaron el ‘meh’. El diccionario Oxford recogía la palabra ‘meh’ a la que describe como “Expresar falta de interés o de entusiasmo”. Ser poco entusiasta, casi apático. El término apareció aparentemente en los años noventa popularizado por Los Simpson. No lo crearon pero lo sacaron del rincón cultural en el que estaba escondido. ‘Meh’, sin embargo, no describe una apatía rotunda, ni aparta el entusiasmo de forma radical. Es un tono que no muestra ni buena ni mala emoción, es una no-reacción, el encogimiento de hombros hecho palabra, el punto en el que Tom Hanks se encuentra en el final de ‘Naúfrago’ entre dos caminos. Ni siquiera necesitas ejercitar tus músculos faciales para pronunciarla, emana sola de tu boca como un suspiro. El ‘meh’ ni se hace ni se destruye, brota. No hay emoticono en Whatsapp que dibuje este sentimiento, ni otra palabra que pueda aparentemente sustituirla.
‘Sin Noticias de Gurb’ la novela de Eduardo Mendoza está situado en Barcelona preparándose para los Juegos Olímpicos de 1992
‘Sin noticias de Gurb’ es una novela humorística del escritor español Eduardo Mendoza publicada por Seix Barral en el año 1991. Originalmente apareció publicada por entregas en el periódico El País. La novela se ha traducido al inglés, francés, alemán, italiano, coreano, danés, polaco, persa y esperanto. ‘Sin Noticias de Gurb’ está situado en Barcelona mientras la ciudad está preparándose para los juegos Olímpicos en el verano de 1992. La novela incluye comentarios sobre la construcción que cubre la ciudad. Además, Mendoza frecuentemente hace críticas y comentarios sobre la sociedad española y de Barcelona, utilizando detalles locales sobre el estilo de vida de la gente catalana. El libro relata la búsqueda de un extraterrestre (Gurb) que ha desaparecido, tras adoptar la apariencia de la cantante Marta Sánchez, en la ciudad de Barcelona. El narrador no es Gurb, sino otro alienígena que sale en pos de él tras convertirse en el conde-duque de Olivares, aunque va cambiando su apariencia a medida que avanza la trama, pasando a ser personajes como Miguel de Unamuno, Paquirrín, Isoroku Yamamoto, el duque de Kent o Alfonso V de León, y cuyo diario constituye la guía de la narración. El protagonista comienza la historia con unas ideas y objetivos que van cambiando a la vez que él cambia para adaptarse a la forma de vida del planeta. La naturaleza de este relato es la sátira y la paradoja. El autor convierte a la ciudad absurda y cotidiana en el escenario de una carnavalada que revela el verdadero rostro del ser humano urbano actual y la acerada conciencia artística del escritor.
El comandante de la nave espacial es el narrador y el protagonista, y cuenta la historia a través de su diario. En su forma nativa, sólo tiene energía pura, pero puede transformarse en cualquier forma que quiera, a menudo con un resultado cómico. Al principio, aunque es muy intelectual, no entiende bien las normas de la sociedad humana, pero gradualmente las aprende. El compañero del narrador en la nave, Gurb es el primero en explorar la ciudad de Barcelona. Pierde contacto con el narrador hasta el final de la historia. Él es gracioso, independiente, y tal vez no es completamente obediente a su jefe. Además, es el único que puede arreglar la nave. Los dueños de un bar que el narrador frecuenta, el señor Joaquín y la señora Mercedes son personas de avanzada edad. Viven con un horario muy regular, abriendo su establecimiento todos los días a las siete de la mañana. Tienen mucha confianza con el narrador y, a pesar de sus caprichos y tonterías, creen que en el fondo él es una persona buena. El narrador también tiene buena amistad con ellos, la única amistad que el narrador mantiene a través de la historia. Cuando la señora Mercedes tiene que ingresar en el hospital, él se ofrece para regentar el bar, y le permiten hacerlo por una mañana. El narrador también les visita en el hospital. La vecina, sin nombre, es una mujer que tiene un hijo de una relación anterior, aunque nunca se ha casado. Según la portera, ella siempre paga puntualmente a la comunidad de vecinos, pero no asiste a todas las reuniones de la comunidad. El narrador está enamorado de ella, y se esfuerza mucho para llamar su atención, pero sus tácticas no le agradan.
El alienígena Gurb concluye que los pobres son pobres porque pagan por todo mientras los ricos no necesitan pagar por nada
Mendoza escribe con mucho humor negro para criticar a la sociedad humana. Por ejemplo, el día 19, el autor habla del abandono de los ancianos tomando el sol en los parques mientras sus familiares se van de vacaciones. El día 22, el narrador escucha hablar en la radio sobre un accidente en una central nuclear y un portavoz de la central “informa al público de las ventajas de ser un mutante. ¡Sorprenda cada día a su familia!, exclama”. También utiliza el humor negro para mostrar la dificultad de entender las normas sociales. El día 21, el narrador le regala a la señora Mercedes una máscara mortuoria de Oliver Hardy mientras ella está recuperándose en el hospital. Claramente no es un regalo muy apropiado, aunque el narrador no tiene malas intenciones. Utiliza la repetición como otra herramienta para crear humor. El día 10, por ejemplo, tres coches atropellan al narrador, y luego se cae en cuatro zanjas de construcción abiertas, uno tras otro. Así empieza el tema recurrente del exceso de tráfico y de obras en la ciudad. También, en los momentos más inesperados, anota la situación climatológica de manera muy científica. La anáfora caracteriza al narrador, un ser obstinado y absurdo desde el punto de vista de los humanos.
Un elemento adicional del estilo de la novela es la hipérbole. Mendoza usa la perspectiva nueva de su narrador, quien ve a Barcelona sin prejuicios o experiencia con el mundo humano, para hacer comentarios y bromas en estilo hiperbólico. Por ejemplo, el narrador compara el ruido de un camión de basura por la mañana con un terremoto. El comandante también come cientos de kilos de churros a través de toda la novela. Hay muchos ejemplos adicionales, y contribuye al tono humorístico general de la novela, especialmente porque el comandante usualmente analiza el mundo de manera científica. Además, la narración de Sin Noticias de Gurb crea humor a través de lo absurdo. Como el narrador es un extraterrestre, cambia a formas ridículas, incluyendo personajes tan diversos como el Conde-duque de Olivares, Gary Cooper, y José Ortega y Gasset. También hace conclusiones muy extrañas y graciosas sobre la cultura humana y específicamente de Barcelona. Estas conclusiones sirven para dos propósitos al mismo tiempo: en primer lugar, hacen que la novela sea graciosa, y en segundo lugar, hacen críticas muy reales y penetrantes sobre la sociedad. Por ejemplo, observa las diferencias entre los ricos y los pobres, y concluye que los pobres son pobres porque pagan por todo mientras los ricos no necesitan pagar por nada. Finalmente, el estilo de ‘Sin Noticias de Gurb’ está marcado por la ironía y la sátira. Como ya ha sido mencionado, la perspectiva extranjera de los extraterrestres es muy útil para crear humor, y funciona igualmente bien creando la sátira. El comandante hace comentarios sobre la brecha de riqueza, el machismo, el amor y otros temas, pero los hace con una perspectiva inocente y hasta accidental.
El extraterrestre asiste asombrado al frenesí de una sociedad consumista y competitiva, arrastrada por la especulación y la insolidaridad
La intención crítica y satírica que existe en otras obras de Mendoza, su inclinación al costumbrismo, especialmente cultivado en los libros que tienen como espacio Barcelona, se hallan en esta novela, que aprovecha la índole extraterrestre de los dos personajes para denunciar el absurdo de la sociedad consumista actual, emborrachada por el poder del dinero y donde tanta calidad de vida se sacrifica en las grandes ciudades. El extraterrestre asiste asombrado al frenesí de una sociedad consumista y competitiva, arrastrada por la especulación y la insolidaridad, enloquecida por el tráfico y las prisas, asediada por las obras en las calles, asfixiada por la polución. En la novela, pues, se nos dan desenfadadas consideraciones acerca de la miseria y el absurdo de la vida, sin perder nunca la actitud de ingenuo regocijo y amable comprensión. A Mendoza le sigue obsesionando la historia de su ciudad, pero es incapaz de tomársela siempre en serio. Por lo tanto, ‘Sin noticias de Gurb’, hay que clasificarla en lo que el propio Mendoza ha calificado como “novelas de aeropuerto”, historia sin pretensiones, breve y bastante superficial en su argumento. De nuevo, la presencia de un narrador autobiográfico “curioso” (similar en algunos aspectos al protagonista de ‘El misterio de la cripta embrujada’ y ‘El laberinto de las aceitunas’) se encargará de analizar pormenorizadamente aquellos aspectos de la vida en la gran ciudad más cercanos a lo absurdo e hilarante. Conectada en muchos aspectos a estas dos novelas, destaca por encima de todo la crítica despiadada contra la condición humana de la gran ciudad, el aniquilamiento del ser humano en la sociedad moderna y lo absurdo de muchas de las acciones del hombre en el mundo de hoy. Por supuesto, y a pesar de todo esto, los extraterrestres decidirán quedarse con nosotros.
El argumento de la novela es extraordinariamente sencillo. Dos extraterrestres, Gurb y un anónimo marciano recalan en la Tierra, en los alrededores de Barcelona, debido a una avería en su nave espacial, y deciden investigar cierta fórmula en un planeta desconocido. Son incorpóreos y pueden adoptar la forma que les apetezca. Se necesitan mutuamente para poder regresar a su galaxia, una vez cumplida su misión. Uno de ellos, el llamado Gurb, decide investigar todo aquello que le rodea adoptando diversos disfraces como el de la exuberante y famosa cantante Marta Sánchez. Su compañero decide seguir sus pasos por Barcelona, consciente de que sin Gurb no puede hacer nada, e irá narrando todas sus experiencias en forma de diario que conforman el libro. La sorprendente vida del actual laberinto barcelonés desfila ante los ojos del alienígena que pretende localizar como sea a Gurb y que, de paso, se entera de cómo se vive en esta aglomeración urbana. La realidad de la Barcelona preolímpica queda totalmente plasmada: aceras llenas de socavones, interminables embotellamientos, la pasión por el fútbol, la incompetencia de la Seguridad Social… Estos extraterrestres, dotados de poderes extraordinarios, pero de una inusual religiosidad, a pesar de las críticas que ejercen sobre la gran ciudad, deciden al final de la historia quedarse entre los humanos para acabar sus vidas.
El siglo XIX da un giro hacia la fantasía científica, la ciencia-ficción, adentrándose en espacios inexplorados con Julio Verne
La aparición del manuscrito ‘Micromegas’ está atestiguada en la correspondencia de Voltaire de fines de 1750 y principios de 1751. ‘Micromegas’ reúne, ensamblados en una, la técnica de los relatos de viajes y la exposición de ideas filosóficas. Entrecruza, pues, la anécdota y la información. Si a esto añadimos la finalidad instructiva y la proyección indirecta que hace, de su propia personalidad, un hombre viajero como Voltaire, que al llegar a Inglaterra se siente extranjero, diferente, tendremos planteados los parámetros sobre los que se sustenta el relato y que coinciden esencialmente con nuestra novela ‘Sin Noticias de Gurb’. Los primeros viajes literarios se describen en las epopeyas antiguas como una combinación del viaje con la mitología y las tradiciones históricas. En la frontera entre la realidad y la fantasía, situamos obras como ‘La Odisea’ y Simbad el marino’ o historias griegas como la de los ‘Argonautas’ o los ‘Viajes de Heracles’. Con el descubrimiento de América y la exploración de Oriente durante el siglo XVI, se producen relaciones de viajes más o menos objetivas como las de los cronistas españoles, epopeyas como ‘Os Lusiadas’ de Camoens y obras exóticas como ‘La tempestad’ de Shakespeare, relacionada con los relatos de viajes. Será el siglo XVIII el más productivo en cuanto a narraciones de viajes, hecho sorprendente en un siglo ilustrado en el que impera la razón. La cumbre de los relatos imaginarios corresponde a ‘Robinson Crusoe’ de Defoe y a los ‘Viajes de Gulliver’ de J. Swift; el primero parte del realismo de los relatos de viajes y se desliza por la vertiente imaginativa; el segundo utiliza este género para hacer una sátira. Ambos están repletos de detalles realistas que hacen más verosímil la fantasía. El siglo XIX da un giro hacia la fantasía científica, la ciencia-ficción, adentrándose en espacios inexplorados, con ayuda de una máquina como en ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’ de Julio Verne, o viajando a través del tiempo como H.G. Wells en ‘La máquina del tiempo’.
La fantasía, consustancial al ser humano, corre pareja a las producciones realistas a lo largo de la tradición literaria. La encontramos explícita, en forma de sueños (Quevedo y Torres Villarroel son buena muestra de estos viajes soñados), y en forma de viajes imaginarios y utopías (recordemos que Thomas Moore denomina así en 1516 a la isla imaginaria que aparece en su novela). La utopía o centro del ideal individual y social la plantea Voltaire en ‘Cándido’, quien llega con su criado a Eldorado y describe lo que allí vieron. El destino del viaje suele ser visitar un país inexistente, aunque se nos presente a los lectores como real; un país de la tierra o de otro planeta, que en ocasiones manifiesta una organización perfecta (utopía) o sirve al autor como pretexto para ridiculizar o satirizar nuestra sociedad (crítica indirecta de costumbres). Se impone en ellos el equilibrio entre la realidad y la ficción, importante rasgo estético que se acerca a la técnica del distanciamiento: no perder contacto con la realidad (el narrador) y elevarse a la fantasía (el viaje), técnica que se ratifica con el uso frecuente de la primera persona narrativa. Asimismo, se utiliza el perspectivismo. Un mundo que nos parece normal no lo es, varía según la perspectiva de quien lo mire: en la escala planetaria todo es a la vez grande y pequeño. Así ocurre, por ejemplo, en ‘Micromegas’ con el saturnino que es un enano respecto a su compañero de Sirius y un gigante respecto a los hombres.
Recibió en 2010 el premio Planeta por su novela ‘Riña de gatos. Madrid 1936’ y en 2016 el premio Cervantes
La Ilustración añade un nuevo valor a la literatura de viajes: la instrucción. El público lector sentía una especial predilección por las descripciones de viajes. Son historias de aventuras reales o fantásticas, que con frecuencia coinciden todas ellas en su finalidad instructiva y educativa como las ‘Cartas persas’ de Montesquieu, ‘El Viaje sentimental’ de Sterne, la ‘Historia de la navegación’ de J. Locke o la colección de viajes en 44 tomos de Le Harpe. Existen tres tendencias claras, rastreables en estas producciones: la primera corresponde al libro denominado ‘moral’, dirigido al alma de los lectores, que pretende imbuir los principios de rectitud moral y religiosa en la juventud. La intención moralizadora se desprende de la figura de héroes y heroínas novelescas que, portadores de sólidos valores morales y religiosos, sirven de modelo e influyen con su comportamiento en el moldeable corazón del lector. La segunda incluye la novela sentimental, de origen francés e inglés, que hipervalora la sensibilidad. Por último, la tercera tendencia reúne un bloque de libros cuyo contenido está dirigido a potenciar el nivel de cultura en los niños y adolescentes. Son libros de historia, geografía, relatos de aventuras y viajes e incluso lecciones de física, química o náutica, hábilmente insertadas en cuentos atractivos. En esta última tendencia se puede incluir ‘Micromegas’.
Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 11 de enero de 1943) es un escritor español. Su estilo narrativo es sencillo y directo, sin hacer abandono del uso de cultismos, arcaísmos así como del lenguaje popular en su más pura expresión. Gusta de personajes marginales que miran la sociedad con extrañeza mientras luchan por sobrevivir permaneciendo fuera de ella. Su obra literaria, que inaugura con la publicación de ‘La verdad sobre el caso Savolta’ (1975), está generalmente ambientada en su Barcelona natal, combinando la descripción de la ciudad en épocas anteriores a la Guerra Civil Española y en la actualidad. Es la “realidad bifronte” de Mendoza, sus novelas serias o mayores, y sus divertimentos o novelas menores. La seriedad, crítica y trascendencia en sus novelas de humor y el humorismo transversal en sus novelas serias o mayores, son resultado del efecto paródico característico de la narrativa posmoderna. Aunque su principal género literario es la novela, Mendoza ha escrito a lo largo de su trayectoria profesional ensayos como ‘Baroja, la contradicción’, y más recientemente relatos como ‘Tres vidas de santos’. Recibió en 2010 el premio Planeta por su novela ‘Riña de gatos. Madrid 1936’ y en 2016 el premio Cervantes. Después de licenciarse en Derecho en 1965 en la Universidad Autónoma de Barcelona, viaja por Europa y al año siguiente consigue una beca en Londres para estudiar Sociología. A su regreso en 1967 ejerce la abogacía en la asesoría jurídica del Banco Condal, que abandona en 1973 para irse a Nueva York como traductor de la ONU.
“Me persono en el piso del presidente de la comunidad de propietarios. Pese a la importancia de su cargo, me recibe en pijama…”
Eduardo Mendoza aprovecha los tópicos de la ciencia-ficción con fines paródicos. Por ejemplo, la constante alusión horaria da un presunto tono científico, irónico desde luego, que contrasta con el contenido sumamente cotidiano de las situaciones. El escritor catalán recurre a situaciones arquetípicas de la ciencia-ficción (un aterrizaje, la descripción de la vida en el planeta del extraterrestre) para enmarcar el relato. Pero el contacto con los humanos variará su propio lenguaje y comportamiento hasta fundirse en un ser humano corriente, con sus virtudes y defectos añadidos: “Me persono en el piso del presidente de la comunidad de propietarios. Pese a la importancia de su cargo, me recibe en pijama. Le informo que es mi intención hacerle provisión de fondos para que haga reemplazar la porquería de ascensor que tenemos por otro nuevo, pintar la escalera, restaurar la fachada, cambiar las tuberías, arreglar el interfono, tapar las grietas de la azotea, instalar una antena parabólica y alfombrar la entrada. A cambio de todo esto, agrego, sólo pido ser recordado con cariño, pues me dispongo a emprender un largo viaje. El presidente dice que si todos los vecinos fueran como yo, no haría falta tanto socialismo y tanta jodienda. Echamos un trago de whisky”. En ‘Sin noticias de Gurb’, Mendoza lleva hasta sus últimos extremos su gusto por la crítica paródica y esperpéntica, rozando en muchos momentos el humor absurdo. La misma elección del protagonista lo pone de manifiesto. Se trata de exagerar y deformar la ironía. Este humor corrosivo se materializa en la crítica irónica y sarcástica contra muchos aspectos de la vida en las grandes ciudades como Barcelona. En este caso, la Ciudad Condal inmediatamente anterior a las Olimpiadas sirve de fondo a Mendoza para trazar una crítica despiadada hacia una forma de vida totalmente separada de la coherencia y la lógica.
El recurso del extraterrestre como ente perfecto utilizado para dar una visión crítica de la vida humana no es un recurso original, pero sí de gran eficacia, ya que, desde su aislamiento y desconocimiento del mundo terrestre, se sitúa en un plano objetivo. Los temas tratados por Mendoza nos recuerdan mucho a los de sus anteriores novelas: desigualdades sociales, ínfima calidad de vida, sentido ilógico de la existencia… Esta crítica puede verse, por ejemplo, en la agria visión de la ciudad. Veamos algunos de estos aspectos: La composición del agua: hidrógeno, oxígeno y caca. Las zanjas, la crítica al aire infectado de partículas. Plastas de perro y colillas. Las ciudades son tortuosas e irracionales. La delincuencia juvenil. La desigualdad de barrios. La desconfianza inicial que los seres humanos sienten por todos sus congéneres. Múltiples sistemas de lotería. En Barcelona llueve como su Ayuntamiento actúa: pocas veces, pero a lo bestia. Los seres humanos utilizan gran variedad de medios de locomoción, todos los cuales rivalizan entre sí en lentitud, incomodidad y peste. Ancianos abandonados en las grandes ciudades. Las palomas y las terrazas de moda.
“No hay en toda la Tierra gente más aficionada al trabajo que los catalanes. Si supieran hacer algo, se harían los amos del mundo”
Alusiones a aspectos de la vida cotidiana. Se trata, sin duda, de uno de los aspectos más hilarantes de la novela. Esta crítica concreta se ejerce a través de todos aquellos personajes y situaciones que, carentes de lógica y próximos al mundo de lo absurdo, conforman el mundo actual en el que vivimos: Referencias al chalet de 22 retretes de Miguel Boyer- Isabel Preysler (exesposa de Julio Iglesias y mamá de Enrique Iglesias). Alberto Alcocer. La selección española de fútbol de Italia 1990 y Luis Suárez. El Liceo. El Anillo Olímpico. La Bonanova. “Los niños ahora salen por la televisión, a media tarde, saltando, vociferando y hablando una jerigonza absurda”. Pegatinas como ‘I love Mi suegra’. “Porque los catalanes siempre hablan de lo mismo, es decir, de trabajo… No hay en toda la Tierra gente más aficionada al trabajo que los catalanes. Si supieran hacer algo, se harían los amos del mundo”. La vida de los ejecutivos. Accidentes en las Centrales Nucleares. Los planes de pensiones. Mario Conde. El metro de Montjuich.
La parodia cultural. Uno de los aspectos más recurrentes en la crítica burlesca de Mendoza es la parodia que ejerce hacia la cultura presente en el mundo moderno y en las grandes ciudades. De nuevo, y por encima de todo, Mendoza analiza el empobrecimiento cultural de nuestra sociedad a través del humor: “No hay una habitación libre en toda la ciudad, porque, según me informan, se está celebrando un Simposio sobre Nuevas Formas de Rellenar los Pimientos del Piquillo”. “Leo Medio siglo de peluquería en España, tomo I (La República y la Guerra Civil)”. El suplemento literario de El País. Metacrítica. Las películas financiadas por la Generalitat. Los Museos cerrados por obras. (En este caso, no deja de ser una broma privada ya que su hermana Cristina es la directora del Museo de Arte Moderno de Barcelona). La Harvard School of Business Administration. La parodia por la parodia. Este tipo de humor, muy del gusto de Mendoza, plantea situaciones incongruentes e ilógicas, que conducen inexorablemente a mostrar una realidad absurda mediante un humor absurdo: Canta con mucho sentimiento la canción titulada I092387nqfp983j4I093 (guerve a mi lao, sorra). También siguen este planteamiento situaciones como la tortilla de 22 huevos pegada en el techo, la parodia de los estudios de los hijos en EE UU, la historia de Pilarín Kao, o afirmaciones del extraterrestre como “pego mocos en las cortinas; grabo pedos en el contestador o la extraña religiosidad extraterrestre: hora del ángelus, misa, gusto por los churros. Los ‘cortocircuitos’. Uno de los detalles más divertidos de las novelas de Mendoza es la mezcla de lenguajes cultos o formales y otros más dialectales, o la inclusión de estereotipos verbales procedentes de la publicidad, la radio o las noticias metereológicas. Son los cortocircuitos o interferencias que denomina el propio Mendoza y que él explica a partir de sus años de traductor en la ONU.
‘La guerra de los mundos’, la invasión de Marte que aterrorizó a América, ¿Cómo reaccionarán los ‘marcianos’ ante los terrícolas?
El 30 de octubre de 1938, un joven Orson Welles inició la retransmisión radiofónica que 80 años más tarde todavía se considera como una de las mayores y más grandes ‘fake news’ de la historia de la radio… “Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de última hora procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez… Continuaremos informando”. A las ocho de la tarde, un principiante Orson Welles –destinado a convertirse en un famoso actor, director, guionista y productor de cine– informaba de que un astrónomo había visto una llamarada azul saliendo de Marte. De esta manera, el joven Welles adaptó el guión de ‘La guerra de los mundos’, la obra más emblemática del novelista inglés H. G. Wells, al formato radiofónico, transformándola para crear una historia creíble y radiarla –junto a su compañía Mercury Theatre– en su su programa On the Air, de la CBS.
Durante la introducción del programa, se explicó que se trataba de una dramatización basada en la novela del autor británico, pero los oyentes rezagados pensaron que estaban ante una invasión alienígena real. Tras el primer corte, y para dar mayor credibilidad a la noticia, Welles retomó la supuesta emisión de una orquesta desde el Hotel Meridian Plaza de Nueva York con el tema ‘Stardust’, interpretado por Ramón Raquello y su orquesta, para volver a parar a medida que la supuesta invasión extraterrestre se iba produciendo: “Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte”. Se estima que unos doce millones de personas escucharon la transmisión y muchas cayeron presa del pánico, abandonando sus casas y colapsando carreteras, estaciones y comisarías de policía. Las interrupciones durante el programa eran cada vez más frecuentes y el alarmismo iba en aumento, como prueba la secuencia del periodista Carl Philips desde Grovers Mill, en el estado de Nueva Jersey, donde supuestamente se estaba produciendo el aterrizaje: “Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado… ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien… o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos… ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea…”.
Pagó unos zapatos a los que el hombre dijo haber renunciado para poder pagar un billete de tren y huir de la invasión alienígena
Los teléfonos de emergencia echaron humo durante varias horas por la multitud de mensajes de personas asustadas que decían haber visto a los extraterrestres. El polémico acontecimiento, tras 59 minutos de emisión, terminaba con la ‘muerte’ del propio Orson Welles –que interpretaba al profesor Richard Pierson– a causa de los gases tóxicos lanzados por los invasores. Aunque esta retransmisión pudo ser el fin de su fulgurante carrera, en realidad fue el inicio de una leyenda. La ficción de la invasión marciana fue recreada con unos trucos tan ingeniosos y con unos efectos especiales de sonido tan bien logrados, que la histeria colectiva continuó a pesar de los cuatro avisos que se fueron emitiendo durante toda la retransmisión informando a los oyentes de que nada de lo que estaba sucediendo era real. Los periódicos del 31 de octubre llevaron la historia a primera plana: “Falso boletín de guerra difunde el terror por todo el país”, “Obra radiofónica aterroriza a la nación”, “Oyentes de radio entran en pánico, confunden un drama bélico como una crónica real”. Son algunos de los titulares que pudieron leerse de un suceso que hizo correr ríos de tinta en forma de más de 12.000 artículos en periódicos de todo el país. La ficción de la invasión marciana fue recreada con unos trucos tan ingeniosos y con unos efectos especiales de sonido tan bien logrados, que la histeria colectiva continuó a pesar de las advertencias.
En algunos puntos se produjeron momentos de gran tensión, como el provocado por unos lugareños de Grover’s Mill cuando dispararon con sus armas de fuego al tanque de agua de su ciudad creyendo se había transformado en una “máquina de guerra marciana gigante”. Hubo al menos una mujer que denunció a Welles y a su equipo por haberle causado un ataque de pánico y un hombre recibió una indemnización del propio Welles, que le pagó unos zapatos a los que el hombre dijo haber renunciado para poder pagar un billete de tren y huir de la invasión alienígena. Se incrementaron las llamadas a hospitales de personas que querían acercarse para donar sangre. Muchos habitantes llamaron asimismo a las comisarías de policía para asegurarse de que se trataba de una falsa alarma. Querían confirmar que todo era una farsa. También hubo quien llamó para protestar por la retransmisión de un programa que podía estar engañando a la gente, pero también algunos lo hicieron para felicitarles por ese magnífico especial.
La histeria colectiva que desató la retransmisión de ‘La guerra de los mundos’ demostró el poder de los medios de comunicación de masas, y este curioso episodio también catapultó a la cima la carrera de Welles. No obstante, estudios posteriores han reducido el impacto real del pánico que causó la retransmisión. Una publicación de 1940 de la Universidad de Princeton, dirigida por Handley Cantril, llamada ‘La invasión desde Marte’, concluyó que 1,7 millones de estadounidenses creyeron realmente en la invasión alienígena y 1,2 millones de personas “se asustaron o fueron perturbados”. Sin embargo, a finales de la década de 1990, algunos sociólogos como Robert Bartholomew, de la Universidad James Cook, afirmaron que la extensión del pánico tal como se relató en la obra de Cantril y posteriormente fue “enormemente exagerada”. Por ejemplo, Cantril sólo entrevistó para su estudio a 135 personas. Aunque, no obstante, no se pone en duda que posiblemente decenas de miles de personas en Nueva Jersey y Nueva York estuvieran realmente asustadas y creyeran de verdad que la Tierra estaba siendo invadida por marcianos. Los sociólogos apuntan hoy en día a que el poder de los medios de información contribuyó a crear el mito posterior de que una gran parte de la población se tomó en serio la invasión alienígena
Orson Welles aceptó con orgullo la gran controversia que se levantó respecto al tema y no quiso desmentirla porque reforzaba la imagen de sí mismo como gran contador de historias y excelente director de cine. Y eso mismo debió de pensar el estudio RKO, que le contrató para realizar su primera película, ‘Ciudadano Kane’. Los hechos que rodearon la retransmisión de ‘La guerra de los mundos’ son un ejemplo perfecto para reflexionar, ochenta años después, en las consecuencias de sobrevalorar un acontecimiento y atribuirle una relevancia que tal vez no tuvo en realidad. Hoy, en tiempos de propagación de noticias falsas por redes sociales, pensar en ello parece volverse más importante que nunca.
“Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de última hora procedente desde el Cráter Jezero que hace 3.800 millones de años estaba cubierto de agua y hoy convertido en primer destino turístico interplanetario. El profesor Gurb, nuestro hombre en Barcelona, España, de vacaciones, estos días de febrero del 2021 en Cancún, México, y La Habana, Cuba, reporta que se ha observado en el planeta Tierra algunas explosiones, en los Emiratos Árabes, Estados Unidos y China, que se dirigen a Marte con enorme rapidez… El ovni, objeto volador no identificado, conocido por el apodo de ‘Perseverance’, con las siglas de NASA, acaba de aterrizar sin permiso en el cuadrángulo de Syrtis Major, en las coordenadas 18.855, 77.519 acaba de aterrizar. Continuaremos informando”.
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