Estados Unidos y Reino Unido ya no son una referencia democrática para el mundo en el 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial

El Bestiario

El destituido director del FBI, James Comey, confirmó punto por punto las presiones que sufrió por parte del presidente Donald Trump por la investigación de la trama rusa. “Necesito lealtad, espero lealtad”, le llegó a decir en una cena privada en la Casa Blanca. De sus palabras puede derivar un caso de obstrucción, la piedra de toque de un ‘impeachment’ en Washington. En un Londres traumatizado por los ataques yihadistas, el laborista Jeremy Corbyn y la conservadora Theresa May eran los principales candidatos en las elecciones británicas. “A mí me resulta imposible votar por cualquiera de los dos…”, manifiesta en una columna el escritor inglés John Carlin. “Ambos están anclados en el pasado: Corbyn en el de los sueños revolucionarios cubanos, sandinistas, chavistas y May en una imaginaria época dorada imperial en la que las clases sociales sabían cuál era su lugar en el mundo; no han aportado ninguna idea concreta sobre cómo piensan sacar el país del colosal lío en el que se ha metido con el voto a favor del Brexit. Las antiguas las democracias, tan admirable el progreso científico, tan dominante su lengua inglesa pero hoy están haciendo el ridículo…”. Sus actuales protagonistas, Donald Trump y Boris Johnson, han sido incapaces de liderar las ‘batallas’ desatadas contra un enemigo diminuto, un coronavirus, que ha desatado una pandemia mundial, siendo derrotados en sus propios territorios, siendo alcanzado, contagiado por el Covid-19, el propio primer ministro inglés, Boris Johnson, viendo a la muerte muy cerca. Donald Trump, como si fuera un viejo local sheriff del Oeste Americano, sigue utilizando dos obsoletas pistolas que se encasquillan, Colt, en su particular ‘Duelo al sol’ (Duel in the Sun) aquel film de western estadounidense, basado en la novela de Niven Busch sobre el relato bíblico de Caín y Abel, dirigido por King Vidor, en 1946. Pearl (Jennifer Jones) es una joven mestiza india que es enviada a vivir a casa del senador texano McCandless (Lionel Barrymore), donde llama la atención de los dos hijos de este: el correcto Jesse (Joseph Cotten) y el fiero Lewton (Gregory Peck), quienes no tardarán en rivalizar por el amor de la joven. Selznick esperaba que ‘Duelo al sol’ superara el éxito de ‘Lo que el viento se llevó’. Fue una película muy controvertida en su época por su carga de erotismo y por la relación sentimental que Selznick y Jones mantenían en la vida real y que acabó con sus matrimonios. La película no superó en recaudación a ‘Lo que el viento se llevó’. El Covid-19 ha provocado 75,670 muertos y 1,256,972 infectados en Estados Unidos y 30,689 fallecidos y 207,977 contagiados en el Reino Unido.

La tarde del 6 de mayo de 1945, el general alemán Alfred Jodl, número dos de la Wehrmacht, fue conducido hasta al cuartel general aliado en Reims, Francia. En la mesa de la sala de guerra (hoy convertida en museo) le esperaba un documento de dos páginas con 234 palabras: el acta de rendición incondicional. A las 02:41 del día siguiente, Jodl, que meses después sería ahorcado tras los juicios de Núremberg, estampó su firma. La guerra en Europa había terminado. Esta rendición, firmada ante el mando aliado occidental, no fue bien recibida por Stalin, quien exigió que se refrendara en el cuartel general soviético en Karlshorst, Berlín (también convertido en museo). El 8 de mayo de 1945, a las 23:01, la ceremonia se repitió. El mariscal Wilhelm Keitel, jefe de las fuerzas armadas (que también acabaría ahorcado), firmó una nueva capitulación ante los representantes de las tres potencias aliadas más Francia, a la que se permitió estar presente en el acto. Esta vez sí, la guerra en Europa había terminado. Las celebraciones de la victoria estaban pensadas para el 9 de mayo, al día siguiente de la ratificación de la capitulación. De hecho, el general estadounidense Eisenhower había dado la orden de que los diecisiete periodistas que estuvieron presentes en la ceremonia no difundieran la noticia hasta la firma de Berlín. Sin embargo, el corresponsal de la agencia Associated Press en París, Edward Kennedy, convencido de que el embargo no se debía a razones militares sino políticas, decidió saltarse el bloqueo y comunicar la noticia el mismo día 7. Como consecuencia, el mundo se enteró del final de la guerra un día antes de lo previsto, y Kennedy fue despedido de la agencia (en su libro de memorias ‘Ed Kennedy’s War’ explica todos los detalles).

Las celebraciones espontáneas no se hicieron esperar. A medida que se difundía la noticia, miles de personas empezaron a salir a las calles de París y Londres. Churchill intentó que Stalin renunciara a la segunda firma. “Parecerá que los únicos que no lo saben son los Gobiernos”, telegrafió a Moscú. Pero el líder soviético se mantuvo firme. Finalmente, acordaron que los aliados occidentales celebrarían el Día de la Victoria el 8 de mayo, y la URSS al día siguiente. El 9 de mayo acabaría siendo la fecha oficial para las celebraciones del día de la victoria en Rusia y los países de la órbita soviética (aunque la mayoría lo adelantaron al 8 cuando se desintegró la URSS). La razón es que, cuando se firmó la rendición, pasadas las once de la noche, en Moscú, dada la diferencia horaria, era más de medianoche. Para unir las dos fechas, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió en 2004 declarar el 8 y 9 de mayo como Días del Recuerdo y la Reconciliación para quienes perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial. En Londres, más de un millón de personas abarrotaron Piccadilly Circus y Trafalgar Square. Tras escuchar por los altavoces la declaración radiofónica de Churchill, se trasladaron hasta el palacio de Buckingham, donde el primer ministro y los reyes, Jorge VI e Isabel Bowes-Lyon, salieron a saludar. También estuvieron presentes las dos princesas, Isabel y Margarita, que luego se unieron a las celebraciones en la calle de forma anónima. “Fue una de las noches más memorables de mi vida”, recordaría la futura Isabel II en una entrevista de la BBC en 1985. Por toda Gran Bretaña se organizaron bailes y banquetes, y se quemaron hogueras coronadas por la figura de Hitler. El gesto más repetido fue el de la uve de victoria popularizado por el primer ministro. En París y Nueva York también hubo celebraciones multitudinarias. Los Campos Elíseos y Times Square se llenaron de miles de personas deseosas de compartir su entusiasmo por el fin de la contienda. Sin embargo, en cada ciudad se vivió de forma diferente. En la capital francesa, la explosión de júbilo fue tan grande que la fiesta se prolongó durante dos días, hasta el jueves por la noche. Aunque, como recogía el diario Libération, “fueron los jóvenes los que se sintieron exuberantes. Entre las generaciones más antiguas, había un aire de indefinible melancolía”.

Santiago J. Santamaría Gurtubay

En Nueva York, en cambio, con las banderas ondeando a media asta por la reciente muerte del presidente Roosevelt, la celebración fue más comedida. En el ánimo de la población pesaba demasiado la sangrienta batalla que se estaba librando esos días en Okinawa, una de la más costosa en vidas de la guerra del Pacífico. Tanto Churchill como el presidente Truman, que casualmente cumplía años ese mismo día, recordaron en sus discursos que aún quedaba otra guerra por ganar. Al día siguiente fue el turno de Moscú. Las noticias de la rendición alemana llegaron de madrugada, por lo que desde muy temprano la Plaza Roja comenzó a llenarse de gente. Se dispararon salvas, se lanzaron fuegos artificiales y los grandes reflectores, que se habían utilizado durante la guerra para detectar a la aviación enemiga, iluminaron la ciudad al caer la noche. Las celebraciones de la Gran Guerra Patria, como se la conoce en Rusia, se oficializaron varias semanas después. El 24 de junio se organizó un impresionante desfile militar presidido por Stalin. Bajo una lluvia torrencial, las diversas unidades del Ejército Rojo fueron pasando una a una frente el mausoleo de Lenin. El desfile finalizó con los soldados arrojando a los pies de la tumba los estandartes capturados al ejército alemán.

El Día de la Victoria se sigue celebrando en la actualidad. En Francia es fiesta nacional. Se organizan desfiles, se homenajea a los veteranos y se recuerda a los caídos. En Gran Bretaña también se conmemora, pero no es festivo. Solo en ocasiones señaladas (como el 75 aniversario de este año), la tradicional fiesta del primero de mayo (Early May Bank Holiday) se traslada al día 8 y se organizan actos festejando la victoria. En Estados Unidos, sin embargo, el 8 de mayo no se celebra. Inicialmente se conmemoraba el 2 de septiembre, el Día de la Victoria sobre Japón, pero ahora solo se festeja oficialmente en el estado de Rhode Island, debido al importante número de bajas que sufrieron los marineros de su base naval. El Memorial Day (último lunes de mayo) y el Veterans Day (11 de noviembre) son los dos días festivos nacionales en los que se honra a los veteranos y caídos en las distintas guerras. Curiosamente, el país donde con más esplendor se celebra actualmente el Día de la Victoria es uno de los que menos tradición tiene. Hasta 1965, no hubo ninguna celebración oficial el 9 de mayo en Rusia. Ni Stalin ni su sucesor, Nikita Jruschov, eran partidarios de otorgar demasiado peso político a los militares. A partir de ese año, comenzó a festejarse, aunque los desfiles solo se organizaban en los aniversarios importantes. Con la caída de la URSS, las conmemoraciones también declinaron. El gran impulsor de las actuales celebraciones fue Vladímir Putin. Desde su llegada al gobierno en 1999, el Día de la Victoria se ha convertido en una de las fiestas más importantes de Rusia. Una mezcla de festejo popular (los fuegos artificiales), homenaje a los caídos (la marcha del Regimiento Inmortal) y exhibición de músculo militar (el gran desfile) con la que el gobierno pretende promover la unidad y la autoestima nacional. Unas celebraciones que este año, coincidiendo con el 75 aniversario, han sido canceladas, aplazadas o abreviadas en todo el mundo -con la excepción de Bielorrusia- a causa de la pandemia de Covid-19.

La pandemia de coronavirus está poniendo en jaque la economía estadounidense, también el proceso democrático en año electoral

Las primarias han sido retrasadas o interrumpidas, con centros de votación cerrados y procesos de voto por correo puestos en tela de juicio. Los políticos están inmersos en luchas contenciosas sobre el proceso electoral en los congresos estatales y en los tribunales. En noviembre, los votantes tienen previsto ir a las urnas para elegir al próximo presidente, a gran parte del congreso y a miles de candidatos del Gobierno estatal. Pero la pregunta sobre cómo será el día de las elecciones -si es que se lleva a cabo según lo previsto- es el principal objeto de debate. ¿Podría el presidente Trump posponer las elecciones? Por ahora, un total de 15 Estados han retrasado sus elecciones primarias presidenciales. La mayoría de ellos las han pospuesto al menos hasta junio. Eso plantea la cuestión apremiante de si las elecciones presidenciales de noviembre también se celebrarán más tarde. En Wisconsin distribuyeron desinfectante de manos antes de la votación de las primarias. Según una ley que data de 1845, las presidenciales de Estados Unidos están programadas para el martes siguiente al primer lunes de noviembre cada cuatro años: es decir, el 3 de noviembre de 2020. Sería necesario un acto legislativo del Congreso -aprobado por las mayorías en la Cámara de Representantes, dominado por los demócratas, y en el Senado, controlado por los republicanos- para cambiar eso. La perspectiva de un consenso legislativo bipartidista que subscriba cualquier demora en las elecciones es muy poco probable. La pandemia no frenó la celebración de elecciones parlamentarias en Corea del Sur. Es más, incluso aunque el día de votación cambie, la Constitución de Estados Unidos exige que una administración presidencial dure solo cuatro años. En otras palabras, el primer mandato de Donald Trump expirará a mediodía el 20 de enero de 2021, de una forma o de otra. Podría estar otros cuatro años si es reelegido. Podría ser reemplazado por el demócrata Joe Biden si es derrotado en las urnas. Pero el reloj ya echó a andar, y posponer la votación no lo detendrá.

¿Qué ocurre si las elecciones se posponen? Si no se han celebrado las elecciones antes del día de inauguración programado, el 20 de enero, la línea de sucesión presidencial entra en acción. En segundo lugar está el vicepresidente Mike Pence, y dado que su mandato también termina ese día, él se encuentra en la misma situación que el presidente. La siguiente en la fila es la presidenta de la Cámara, que actualmente es la demócrata Nancy Pelosi, pero su mandato de dos años termina a finales de diciembre. El funcionario de mayor rango elegible para la presidencia en un escenario tan apocalíptico sería el republicano Chuck Grassley, de 86 años, de Iowa, el presidente pro tempore del Senado. Eso suponiendo que los republicanos todavía controlen el Senado luego de que un tercio de sus 100 escaños hayan sido desocupados por la expiración de sus propios mandatos. En general, todo esto parece más propio de una novela de suspense político que de realidad política.

Trump o los Gobiernos estatales podrían usar sus poderes de emergencia para reducir drásticamente los lugares de votación en persona

¿Pero podría el virus alterar las elecciones? Si bien es improbable un cambio absoluto en la fecha de las elecciones presidenciales, eso no significa que el proceso no esté en riesgo de una interrupción significativa. Según el profesor Richard L. Hasen, un experto en leyes electorales de la Universidad de California en Irvine, Trump o los Gobiernos estatales podrían usar sus poderes de emergencia para reducir drásticamente los lugares de votación en persona. En las recientemente concluidas primarias de Wisconsin, por ejemplo, la preocupación sobre la exposición al virus, junto con la escasez de trabajadores electorales voluntarios y de suministros electorales, llevaron al cierre de 175 de los 180 centros de votación en Milwaukee, la ciudad más grande del estado. Si se hiciera eso teniendo en cuenta los intereses políticos -tal vez atacando las fortalezas electorales de un oponente- podría tener impacto en los resultados de una elección.

¿Podrían los Estados impugnar los resultados? Hasen también sugiere otro contexto todavía más extraordinario, aunque poco probable. Las asambleas legislativas en cada estado, citando preocupaciones sobre el virus, podrían recuperar el poder para determinar qué candidato gana su estado en las elecciones generales. No hay obligación constitucional de que un Estado apoye al candidato presidencial que gane una pluralidad de sus votos. Las presidenciales de 2020 están previstas para el 3 de noviembre, si nada cambia… Todo gira en torno al Colegio Electoral, esa institución arcaica de Estados Unidos en la que cada estado tiene “electores” que votan por el presidente. En condiciones normales, esos electores (casi siempre) apoyan a quien gane el voto popular en sus respectivos estados. Sin embargo, no tiene que funcionar de esa manera necesariamente. En las elecciones de 1800, por ejemplo, varias asambleas legislativas estatales les dijeron a sus electores a quién votar. Hasen admite que si un estado hiciera un movimiento tan “duro” hoy en día, probablemente conduciría a manifestaciones masivas en las calles. Pero eso sería en caso de que se permitieran manifestaciones masivas bajo cuarentenas y decretos de distanciamiento social.

¿Habrá desafíos legales? La experiencia reciente en las primarias de Wisconsin podría servir como una advertencia para la interrupción electoral que podría avecinarse, y no solo por las largas colas para votar en persona en las limitadas urnas, atendidas por voluntarios y soldados de la guardia nacional con equipos de protección. Antes del día de las primarias, el gobernador demócrata, Tony Evers, y los republicanos que controlan la asamblea legislativa estatal participaron en arriesgadas batallas legales -una de las cuales finalmente fue decidida por la Corte Suprema de Estados Unidos- sobre si el gobernador tenía poder legal para posponer la votación hasta junio o extender el plazo de votación por correo. En marzo, el gobernador republicano de Ohio, Mike DeWine, tuvo una batalla judicial similar antes de su exitoso movimiento para retrasar las primarias de su estado. Un juez federal en Texas emitió una orden que hizo que el miedo a contraer el coronavirus fuera una razón válida para solicitar el voto en ausencia (o por correo) en noviembre. Los requisitos de ese estado para la votación por correo habían sido algunos de los más estrictos de la nación.

Presión para ampliar la disponibilidad de boletos por correo para todos los votantes, y así minimizar el riesgo de exposición viral

¿Qué cambia si se reduce el riesgo? En una encuesta de opinión reciente realizada por el Pew Research Center, el 66% de los estadounidenses dijeron que no se sentirían cómodos yendo a un centro de votación durante la actual crisis de salud pública. Este tipo de preocupaciones han incrementado la presión sobre los estados para ampliar la disponibilidad de boletos por correo para todos los votantes, y así minimizar el riesgo de exposición viral. Si bien cada estado prevé alguna forma de votación remota, los requisitos varían mucho. “Tenemos un sistema muy descentralizado”, manifiesta Hasen a la BBC. “Los estados tienen mucho margen de maniobra en términos de cómo hacen estas cosas”. Cinco estados en el oeste de Estados Unidos, incluidos Washington, Oregón y Colorado, llevan a cabo sus elecciones totalmente por correo. Otros, como California, proporcionan un boleto postal a cualquiera que lo solicite.

¿Por qué en algunos estados no gusta el voto por correo? Por otra parte, 17 estados requieren que los votantes proporcionen una razón válida por la que no pueden votar en persona para calificar para el voto en ausencia. A estos estados se les ha pedido que relajen sus requisitos y que hagan que la votación por correo sea más fácil de obtener, aunque algunos líderes se resisten. Mike Parson, el gobernador republicano de Missouri, dijo el martes que ampliar el acceso al voto en ausencia era un “problema político” y sugirió que el miedo a contraer el virus no es, en sí mismo, una razón para calificar para el voto por correo. Las preocupaciones respecto a los centros de votación por el riesgo a contagio podrían presionar a algunos estados. Republicanos en otros estados, como Carolina del Norte y Georgia, han expresado cosas similares. El Congreso podría intervenir y exigir que los estados brinden un nivel mínimo de votación en ausencia o sistema de votación por correo, pero dado el estancamiento partidista actual en el Capitolio de Estados Unidos, las posibilidades de que eso ocurra son escasas.

¿Están de acuerdo los partidos en cómo proteger las elecciones? No. Dada la intensa polarización de la política moderna, no debería sorprender que los cambios que puede haber en cómo se llevan a cabo las elecciones durante una pandemia se hayan convertido en un debate cada vez más polémico. El propio Donald Trump se ha opuesto a la votación ampliada por correo, diciendo que es más susceptible al fraude. También ha sugerido que un aumento en la participación al reducir las restricciones de votación podría dañar a los candidatos republicanos. Pero no está claro que los conservadores sean más perjudicados por la votación por correo, ya que los republicanos suelen emitir un mayor número de votos en ausencia que los demócratas.

¿Está en riesgo la democracia en Estados Unidos? El brote de coronavirus está afectando todos los aspectos de la vida estadounidense. Si bien Trump y otros políticos están presionando para que la vida regrese a una normalidad aparente, no hay garantías de que todo esté bien en junio -cuando muchos estados han reprogramado sus primarias-, en agosto -las convenciones de los partidos-, en octubre -los debates presidenciales- o incluso el día de las elecciones en noviembre. En épocas normales, los meses venideros marcarían un golpe de interés político nacional y de actividad creciente hasta el día de las elecciones. En este punto, todo está en duda, incluídos, para algunos, los fundamentos de la democracia estadounidense. “Incluso antes de que llegara el virus, estaba bastante preocupado de que la gente aceptara los resultados de las elecciones de 2020 porque estamos muy hiperpolarizados y obstruidos por la desinformación”, dice Hasen, autor de varios libros sobre elecciones, el más reciente ‘Meltdown: dirty tricks, distrust, and the threat to American democracy’ (Fusión electoral: trucos sucios, desconfianza y la amenaza a la democracia estadounidense). “El virus suma mucho más a esta preocupación”.

“Estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe”, advierte Jeremy Rifkin, asesor de Gobiernos de todo el mundo

El sociólogo Jeremy Rifkin (Denver, Estados Unidos, 1945), que se define como activista en favor de una transformación radical del sistema basado en el petróleo y en otros combustibles fósiles, lleva décadas reclamando un cambio de la sociedad industrial hacia modelos más sostenibles. Ha escrito más de veinte libros dedicados a proponer fórmulas que garanticen nuestra pervivencia en el planeta, en equilibrio con el medio ambiente y también con nuestra propia especie.  Juan M. Zafra es profesor asociado en el Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, Universidad Carlos III, Madrid, España. Logró estos días esta perturbadora entrevista a Jeresmy Rifkin que ha sido publicada en los principales ‘mass media’, en este histórico mayo del 2020.

¿Cuál cree que será el impacto de la pandemia de la Covid-19 en el camino hacia la tercera revolución industrial? “No podemos decir que esto nos haya cogido por sorpresa. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado advertencias de que algo muy grave podría ocurrir. La actividad humana ha generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta. Los desastres naturales -pandemias, incendios, huracanes, inundaciones…- van a continuar porque la temperatura en la Tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado el suelo. Hay dos factores que no podemos dejar de considerar: el cambio climático provoca movimientos de población humana y de otras especies; el segundo es que la vida animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia climática y, por ello, sus virus viajan juntos”.

Es esta una buena oportunidad para extraer lecciones y actuar en consecuencia, ¿no cree? “Ya nada volverá a ser normal. Esta es una llamada de alarma en todo el planeta. Lo que toca ahora es construir las infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta. Debemos asumir que estamos en una nueva era. Si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres naturales. Estamos ante la amenaza de una extinción”.

Usted trabaja, estará trabajando estos días, con gobiernos e instituciones de todo el mundo. No parece que impere el consenso respecto al futuro inmediato. “Lo primero que debemos hacer es tener una relación distinta con el planeta. Cada comunidad debe responsabilizarse de cómo establecer esa relación en su ámbito más cercano. Y sí, tenemos que emprender la revolución hacia el Green New Deal global, un modelo digital de cero emisiones; tenemos que desarrollar nuevas actividades, crear nuevos empleos, para reducir el riesgo de nuevos desastres. La globalización se ha terminado, debemos pensar en términos de glocalización. Esta es la crisis de nuestra civilización, pero no podemos seguir pensando en la globalización como hasta ahora, se necesitan soluciones glocales para desarrollar las infraestructuras de energía, comunicaciones, transportes, logísticas…”.

¿Cree que durante esta crisis, o incluso cuando se rebaje la tensión, los gobiernos y las empresas tomarán medidas en esa dirección? “No. Corea del Sur está combatiendo la pandemia con tecnología. Otros países lo están haciendo. Pero no estamos cambiando nuestro modo de vida. Necesitamos una nueva visión, una visión distinta del futuro, y los líderes en los principales países no tienen esa visión. Son las nuevas generaciones las que pueden realmente actuar”.

“La nuestra es la civilización de los combustibles fósiles. Se ha cimentado durante los últimos 200 años en la explotación de la Tierra”

Usted plantea un cambio radical en la forma de ser y de estar en el mundo. ¿Por dónde empezamos? “Tenemos que empezar con la manera en la que organizamos nuestra economía, nuestra sociedad, nuestros gobiernos; por cambiar la forma de ser en este planeta. La nuestra es la civilización de los combustibles fósiles. Se ha cimentado durante los últimos 200 años en la explotación de la Tierra. El suelo se había mantenido intacto hasta que empezamos a excavar los cimientos de la tierra para transformarlo en gas, petróleo y carbón. Y pensábamos que la Tierra permanecería allí siempre, intacta. Hemos creado una civilización entera basada en el uso de los fósiles. Hemos utilizado tantos recursos que ahora estamos recurriendo al capital de la tierra en vez de obtener beneficios de ella. Estamos usando una tierra y media cuando solo tenemos una. Hemos perdido el 60% de la superficie del suelo del planeta; ha desaparecido y se tardará miles de años en recuperarl”.

¿Qué les diría a quienes creen que es mejor vivir el momento, el aquí y el ahora, y esperan que en el futuro vengan otros para arreglarlo? “Estamos realmente ante un cambio climático, pero también a tiempo de cambiarlo.El cambio climático provocado por el calentamiento global y las emisiones de CO₂ altera el ciclo del agua de la tierra. Somos el planeta del agua, nuestro ecosistema ha emergido y evolucionado a lo largo de millones de años gracias al agua. El ciclo del agua permite vivir y desarrollarse. Y aquí está el problema: por cada grado de temperatura que aumenta como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, la atmósfera absorbe un 7% más de precipitaciones del suelo y este calentamiento las fuerza a caer más rápido, más concentradas y provocando más catástrofes naturales relacionadas con el agua. El calentamiento global está provocando grandes nevadas en invierno. Por ejemplo, grandes nevadas en invierno, inundaciones en primavera por todas las partes del mundo, sequías e incendios en toda la temporada de verano y huracanes y tifones en otoño barriendo nuestras costas. Las consecuencias se irán agravando con el tiempo. Nos enfrentamos a la sexta extinción y la gente ni siquiera lo sabe. Dicen los científicos que van a desaparecer la mitad de todos los hábitats y animales de la tierra en ocho décadas. Ese es el marco en el que estamos, nos encontramos cara a cara con una extinción en potencia de la naturaleza para la que no estamos preparados.

¿Cuán grave es esa emergencia global? ¿Cuánto tiempo nos queda? “No lo sé. He sido parte de este movimiento en favor del cambio desde los años 70 y creo que se nos ha pasado el tiempo que necesitábamos. Nunca volveremos dónde estábamos, a la buena temperatura, a un clima adecuado… El cambio climático va a estar con nosotros por miles y miles de años; la pregunta es: ¿podemos nosotros, como especie, ser resilientes y adaptarnos a ambientes totalmente distintos y que nuestros compañeros en la tierra puedan tener también la oportunidad de adaptarse?”.

“La Segunda Revolución Industrial, que provocó el cambio climático, está muriendo. Y es gracias al bajo coste de la energía solar”

El sociólogo Jeremy Rifkin defiende que nos estamos moviendo hacia la Tercera Revolución Industrial. “Si me pregunta cuánto tiempo nos llevará cambiar a una economía no contaminante, nuestros científicos en la cumbre europea del cambio climático en 2018 dijeron que nos quedaban 12 años; ya es menos lo que nos queda para transformar completamente la civilización y empezar este cambio. La Segunda Revolución Industrial, que provocó el cambio climático, está muriendo. Y es gracias al bajo coste de la energía solar, que es más rentable que el carbón, el petróleo, el gas y la energía nuclear”.

¿Es posible un cambio de tendencia global sin EE UU de nuestro lado? “La Unión Europea y China se han unido para trabajar conjuntamente y Estados Unidos está avanzando porque los estados desarrollan las infraestructuras necesarias para lograrlo. No olviden que somos una república federal. El gobierno federal solo crea los códigos, las regulaciones, los estándares, los incentivos; en Europa sucede lo mismo: sus estados miembros han creado las infraestructuras”.

¿Nos adaptaremos a las consecuencias del cambio climático? “Lo que ocurre en Estados Unidos es que prestamos mucha atención al señor Trump pero, de los 50 estados, 29 han desarrollado planes para el desarrollo de energías renovables y están integrando la energía solar. El año pasado en la conferencia europea por la emergencia climática, las ciudades estadounidenses declararon una emergencia climática y ahora están lanzando su Green New Deal”.

De la Gran Depresión al estallido de 2008: ¿cómo se resolvieron cuatro grandes crisis económicas del pasado y qué soluciones se podrían aplicar en la del coronavirus? “Están sucediendo bastantes cambios en Estados Unidos. Si tuviéramos una Casa Blanca diferente sería genial pero, aun así, esta Tercera Revolución Industrial está emergiendo en la UE y en China y ha comenzado en California, en el estado de Nueva York y en parte de Texas”.

¿Cuáles son los componentes básicos de esos cambios tan relevantes en diferentes regiones del mundo? “La nueva Revolución Industrial trae consigo nuevos medios de comunicación, energía, medios de transporte y logística. La revolución comunicativa es Internet, como lo fueron la imprenta y el telégrafo en la Primera Revolución Industrial en el siglo XIX en Reino Unido o el teléfono, la radio y la televisión en la segunda revolución en el siglo XX en Estados Unidos. Hoy tenemos más de 4,000 millones de personas conectadas y pronto tendremos a todos los seres humanos comunicados a través de Internet; todo el mundo ahora está conectado. En un periodo como el que vivimos, las tecnologías nos permiten integrar a un gran número de personas en un nuevo marco de relaciones económicas. El internet del conocimiento se combina con el internet de la energía y con el internet de la movilidad. Estos tres internet crean la infraestructura de la Tercera Revolución Industrial. Estos tres internet convergerán y se desarrollarán sobre una infraestructura de internet de las cosas que reconfigurará la forma en que se gestiona toda la actividad en el siglo XXI”.

“Todas mis esperanzas están depositadas en la generación millenial reclamando una emergencia climática y un Green New Deal”

¿Qué papel van a jugar los nuevos agentes económicos en la formación de ese nuevo modelo económico y social? “Estamos creando una nueva era llamada glocalización. La tecnología cero emisiones de esta Tercera “evolución será tan barata que nos permitirá crear nuestras propias cooperativas y nuestros propios negocios tanto física como virtualmente. Las grandes compañías desaparecerán. Algunas de ellas continuarán pero tendrán que trabajar con pequeñas y medianas empresas con las que estarán conectadas por todo el mundo. Estas grandes empresas serán proveedoras de las redes y trabajarán juntas en lugar de competir entre ellas. En la primera y en la segunda revolución, las infraestructuras se hicieron para ser centralizadas, privadas. Sin embargo, la tercera revolución tiene infraestructuras inteligentes para unir el mundo de una manera glocal, distribuida, con redes abiertas”.

¿De qué forma afecta la superpoblación a la sostenibilidad del planeta en el modelo industrial? “Somos 7,000 millones de personas y llegaremos muy pronto a 9,000 millones. Esa progresión, sin embargo, se va a terminar. Las razones para ello tienen que ver con el papel de las mujeres y su relación con la energía. En la antigüedad las mujeres eran esclavas, eran las proveedoras de energía, tenían que mantener el agua y el fuego. La llegada de la electricidad está íntimamente relacionada con los movimientos sufragistas en América; liberó a las mujeres jóvenes, que iban a la escuela y podían continuar su formación hasta la universidad. Cuando las mujeres se volvieron más autónomas, libres, más independientes, hubo menos nacimientos”.

No parece usted optimista y, sin embargo, sus libros son una guía para un futuro sostenible. ¿Tenemos o no un futuro mejor a la vista? “Todas mis esperanzas están depositadas en la generación millenial. Los millenials han salido de sus clases para expresar su inquietud. Millones y millones de ellos reclaman la declaración de una emergencia climática y piden un Green New Deal. Lo interesante es que esta no es como ninguna otra protesta en la historia, y ha habido muchas, pero esta es diferente: mueve esperanza, es la primera revuelta planetaria del ser humano en toda la historia en la que dos generaciones se han visto como especies, especies en peligro. Proponen eliminar todos los límites y fronteras, los prejuicios, todo aquello que nos separa; empiezan a verse como una especie en peligro e intentan preservar a las demás criaturas del planeta. Esta es probablemente la transformación más trascendente de la conciencia humana en la historia”.

El coronavirus y su ‘Gran Depresión’, el mayor reto desde la Segunda Guerra Mundial, según ONU y Fondo Monetario Internacional

La pandemia de covid-19 puede alterar el tablero geopolítico global. Una devastadora pandemia de gripe azota al mundo, que entra en una peligrosa espiral de crisis económica, tensiones políticas y conflicto armado. Sucedió tras la Primera Guerra Mundial y la llamada gripe española, cuando “regresar a la normalidad” era un deseo tan extendido que un candidato presidencial en Estados Unidos ganó las elecciones de 1920 con ese eslogan. La inestabilidad global creció, sobre todo tras la Gran Depresión de 1929 que hundió el comercio y disparó el desempleo. La democracia retrocedía. El nacionalismo avanzaba. Y el mundo cayó en el mayor conflicto bélico de su historia. Pero hubo otra vez, después de la devastadora Segunda Guerra Mundial, en que los países pusieron de lado sus diferencias para responder a los riesgos del orden internacional que asomaba. Se crearon organizaciones para promover la gobernanza, paz y seguridad global. Avanzó la cooperación entre países. Se integraron economías. Y se evitó una nueva guerra mundial.

El coronavirus es el mayor reto para el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, según las Naciones Unidas. Y las medidas para combatirlo traerán la peor recesión económica desde la Gran Depresión, anticipó el Fondo Monetario Internacional. En este contexto, distintos expertos comenzaron a cuestionarse si el escenario mundial que resultará de todo esto será más reminiscente a la era posterior a la Primera o la Segunda Guerra Mundial. “Es una muy buena pregunta”, dice James Hershberg, profesor de historia y relaciones internacionales en la Universidad George Washington, a BBC. El secretario general de la ONU, António Guterres, cree que ha faltado liderazgo global en la respuesta al coronavirus. La pandemia de coronavirus ya ha asestado un duro revés al mundo multilateral que surgió después de 1945. No se trata sólo del cierre de fronteras y las críticas que intercambian potencias como Estados Unidos y China. Hay, además, una evidente falta de coordinación política global ante el avance del virus. “Es obvio que nos falta el liderazgo que solo puede ser posible si (…) las potencias mundiales clave son capaces de aproximarse, adoptar una estrategia común y luego reunir a toda la comunidad internacional”, admitió el secretario general de la ONU, António Guterres, en entrevista con la BBC. Los especialistas vinculan esto con el vacío que ha dejado EE.UU. en el tablero internacional en los últimos años, sobre todo durante la presidencia de Donald Trump.

El enfoque nacionalista y unilateral de ‘América primero’ cuestiona el liderazgo global anglosajón desde la Segunda Guerra Mundial

Trump llegó al poder con la promesa de poner a ‘América primero’ ante los asuntos globales, un eslogan que había usado en la campaña de 1920 su antecesor Warren Harding: el mismo que prometía “regresar a la normalidad” tras la Primera Guerra Mundial. Ese enfoque nacionalista y unilateral va a contramano del papel de líder global que EE UU asumió desde la Segunda Guerra Mundial para construir instituciones como la propia ONU, lograr acuerdos como el de Bretton Woods o ayudar a reconstruir Europa con el Plan Marshall. El economista británico John Maynar Keynes fue vital en la formulación del acuerdo Bretton Woods, el primer acuerdo monetario internacional que estableció las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países industrializados. Observadores como Ian Goldin, un profesor de globalización y desarrollo en la Universidad de Oxford, cuestionan preocupados quién ocupará el espacio cedido por Washington. “Podemos tener optimismo, pero no vemos liderazgo desde la Casa Blanca”, indicó. “China no puede asumirlo y el Reino Unido no puede liderar en Europa”, dijo a la BBC.

Goldin es uno de los expertos que plantea una disyuntiva entre dos escenarios globales similares a las eras pos-guerra, ya sea con crecientes divisiones o con mayor cooperación internacional. ¿Por qué la pandemia de coronavirus puede acelerar la desglobalización de la economía mundial y qué peligros conlleva eso? Otros van aún más lejos y advierten que, sin un involucramiento activo de EE UU, con un declive económico histórico y tensiones entre países, el panorama se parecerá más al del período de entreguerras. “Veo cómo toda la situación internacional se deteriora. Y ese es el paralelo: tras la Primera Guerra Mundial la situación global se puso progresivamente peor”, dijo Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations, un influyente centro de análisis en EE UU. “No digo que vaya a ocurrir con seguridad, pero me preocupa que, a menos que cambiemos el curso, la dinámica, las cosas se pueden poner peores”, agregó Haass en una entrevista. Sin embargo, otros creen que los países se encaminarán hacia una mayor cooperación.

Bill Gates, el cofundador de Microsoft, ha sostenido que también EE UU acabará involucrado de forma más fuerte que ahora en la lucha global contra el virus. Gates es uno de los que ve posible una cooperación global como hubo tras la Segunda Guerra Mundial… “Hay muchas voces que nos empujarán a trabajar con Europa y con otros países y ser parte de las innovaciones que pondrán fin a esto”, sostuvo esta semana el filántropo multimillonario. “Realmente creo que la analogía de la Segunda Guerra Mundial se aplica aquí”, añadió Gates, quien en un discurso en 2015 había advertido que la mayor amenaza para millones de vidas en el mundo sería un virus antes que una guerra. Fue precisamente una combinación de amenazas, como las armas nucleares, el ascenso la Unión Soviética y la memoria viva del riesgo del nacionalismo en Europa, lo que junto con la creciente influencia de EE UU impulsó la cooperación multilateral tras la Segunda Guerra Mundial, explica el profesor James Hershberg. “Nunca es un factor único; son múltiples factores que se unen. Pero estamos en una situación de desafíos globales cada vez más claros que requieren respuestas globales. Ya era evidente con el cambio climático y otros factores, pero la pandemia lo dramatizó”, enfatiza.

La continuidad o no de Trump en la Casa Blanca tras las elecciones de EE UU será clave para el escenario global, según expertos

A su juicio, las elecciones de noviembre en EE UU también serán clave para el rumbo global. “Si hubiera cuatro años más de Trump, sería muy comparable al patrón de los años de entreguerras, de una lucha darwiniana de cada país por sí mismo, y es probable que se exacerben las tendencias actuales contra la democracia”, opina Hershberg. “Si Trump pierde, es posible que al menos haya alguna dinámica que contrarreste esas tendencias”, agrega. ¿Pudiera haber un escenario intermedio? “Claro que en todo esto hay mucha incertidumbre. Por ejemplo, desconocemos cuán larga y profunda será la debacle económica mundial por las medidas de confinamiento para reducir el contagio de COVID-19….”. Si se logra controlar el virus pronto, algunos economistas ven la posibilidad de una recuperación comparable a la que hubo después de la Segunda Guerra Mundial. La pandemia de gripe de principios del siglo XX, la denominada ‘Gripe Española’, fue única debido a la desproporcionada cantidad de jóvenes que mató. Después de todo, la crisis actual no es una guerra donde las bombas destruyen la infraestructura o la capacidad productiva de los países. Y, con todo el dolor que causa, el saldo de víctimas mortales de covid-19 (que pasó los 250,000 esta primera semana del M-2020, según la Universidad Johns Hopkins) está muy por debajo de los 20 a 50 millones que murieron por la ‘Gripe Española’ entre 1918 y 1920. Pero en aquella pandemia hubo una segunda ola de contagios más mortal que la primera. Hoy el colapso de la economía mundial ya deja millones de desempleados y, si la recesión se extiende, podría causar mayor inestabilidad global, más fisuras en Europa y escalar los roces ya visibles entre Occidente y China, la gran potencia emergente.

También, como sucedió tras la crisis financiera de 2008, podría crecer la polarización política y la furia popular con gobiernos en varios países, lo que a su vez contribuyó al ascenso de Donald Trump o la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Un aforismo atribuido a menudo a Mark Twain, aunque sin certeza que sea de su autoría, dice que “la historia no se repite, pero rima”. Mirar al pasado, aclara Hershberg, puede servir para sacar lecciones útiles para el presente y un futuro que los historiadores no pueden proyectar con precisión. Saskia Sassen, profesora de sociología y miembro del Comité sobre Pensamiento Global en la Universidad de Columbia, cree que lo más más probable es que haya un “escenario intermedio” respecto a los que surgieron tras las dos guerras mundiales. Algunos creen que figuras como la canciller alemana Angela Merkel son cruciales para la cooperación global. “Habrá algunos actores importantes, en particular EE UU, que irán hacia crecientes nacionalismos”, dice Sassen a BBC Mundo. “Pero una vez que Trump esté fuera, puede haber distintos escenarios en juego”. En Occidente aún hay figuras destacadas, como el propio Guterres, que defienden la colaboración entre países. A su entender, esas figuras “lograrán poner la razón y madurez delante, lo suficiente para superar a los líderes más regresivos que proliferan”.

Donald Trump, esta semana: “La Covid-19 es peor que Pearl Harbor y peor que el 11-S, China podría haber detenido la pandemia”

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a insistir este miércoles en que China podría haber detenido la pandemia del coronavirus, al tiempo que ha afirmado que la COVID-19 es “peor que Pearl Harbor” y “peor que el 11-S”. “Nunca debería haber pasado. Podría haberse detenido en la fuente. Podría haberse detenido en China. Podría haberse detenido de forma correcta en la fuente. Y no lo fue”, ha indicado Trump desde el Despacho Oval, según ha trasladado la cadena de televisión CNN. En este sentido, Trump, que ha incidido en que “nunca ha habido un ataque como este”, ha calificado el brote como “el peor ataque” que ha sufrido el país norteamericano. En la ofensiva militar sorpresa efectuada por Japón contra la base naval de Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawái, en 1941 murieron más de 2,000 estadounidenses, mientras que en los atentados del 11 de septiembre de 2001 hubo casi 3,000 víctimas mortales. Hasta el momento, la pandemia del coronavirus ha dejado ya más de 75,000 fallecidos en el país norteamericano y se espera que cifra supere los 100,000.

En los últimos días, Trump y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, han endurecido su discurso respecto a China en el contexto de la pandemia de la Covid-19, asegurando que se produjo en un laboratorio en la ciudad china de Wuhan, origen del coronavirus. Sin embargo, Trump llegó a alabar en los primeros pasos de la crisis de la Covid-19 los esfuerzos de China para luchar contra el virus, su gestión y su transparencia. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha defendido en varias ocasiones que las palabras de Washington son meramente “especulativas” y el propio epidemiólogo Anthony Fauci, que coordina la respuesta médica frente a la pandemia en el país, ha respaldado la teoría de la OMS de que todo indica que el origen es “natural”. Sin embargo, la Administración estadounidense y países como Australia insisten en abrir una investigación independiente sobre el origen del virus. El Ministerio de Exteriores del gigante asiático, por su parte, ha manifestado que existen “muchos informes” que sugieren que hubo casos de coronavirus en Estados Unidos y Francia a finales de 2019, lo que supondría que el origen del virus es “diverso”.

Un niño deja en una papelera figuras de superhéroes y agarra en su lugar la de una enfermera, emotivo homenaje de Bansky

Se colgaba en su perfil oficial de Instagram en la tarde de este miércoles. Y en ese tiempo, fue sumando medio millón de “me gustas” por hora. Así ha sido la reacción entusiasta en las redes al último trabajo del enigmático Banksy, el pseudónimo bajo el que actúa este grafitero, que The Guardian ubicó en Bristol (Reino Unido) en 2016 y del que se desconocen su aspecto y biografía. Es, únicamente, conocido por sus obras -al menos, de forma oficial-. Pintadas que simbolizan diferentes aspectos de la sociedad contemporánea y ligadas mayormente al impacto que en las clases populares y el medio ambiente tiene el abuso del poder económico y político. Aunque en esta ocasión, el protagonismo recae de lleno en los profesionales sanitarios. Banksy ha querido homenajear su trabajo durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, que ha llevado a médicas, enfermeros y auxiliares a lidiar con un enemigo desconocido y que desgraciadamente puede ser mortal.

¿Cómo lo ha hecho? Traduciendo plásticamente y con pintura el sentimiento hacia ellos que ya escuchamos y vemos a diario en forma de aplausos desde balcones o ventanas. Una enfermera es una heroína en tiempos de coronavirus. Y así lo ha hecho constar con su espray. Por eso, un niño que tiene varias figuras de acción para jugar, como las de Spiderman o Batman, decide dejarlas en una papelera. En su lugar coge la de una enfermera, a la que no le falta la mascarilla -ni la capa, porque lo cortés, no le quita lo de superheroína-. ‘Game Changer’ es como ha titulado en inglés su última obra, que literalmente en castellano vendría a ser ‘cambiador de juego’. Una pintura de aproximadamente un metro cuadrado que ya está en el lugar donde se merece: un hospital. En este caso, en el de la localidad inglesa de Southampton, tal y como ha confirmado en Twitter su directora, Paula Head. La pandemia, convertida en un juego de niños. Eso, teniendo en cuenta la gravedad del asunto -3,72 millones de personas han muerto en todo el mundo de coronavirus-, solo lo puede hacer Banksy. Sea quien sea.  

No sería de extrañar que la actitud de Donald Trump frente al Covid-19 no busque un grave deterioro político interno y externo -invasión, guerra, golpes de Estado… en Venezuela, Cuba y otros países latinoamericanos ‘enemigos’; conflicto con México por su distópico muro, retomando las amenazas de aranceles a productos de nuestra agricultura e industria, como lo hizo el pasado año; sabotajes de supremacistas blancos y otros ‘lobos solitarios’ de la ‘América del odio’… de cara a tomar medidas extraordinarias, alegando la paz mundial y nacional, para variar un rumbo hostil para su reelección en noviembre próximo. No descartaría un aplazamiento o suspensión de los comicios electorales. El tiempo aclarará las cosas y las intenciones del actual presidente de los Estados ‘Desunidos’ de América. Deseo que nada de esto suceda. Donald Trump y Boris Johnson, dos peligrosos incontrolados andan sueltos y sin vacunar. Es la otra ‘Peste Rubia’ del siglo XXI. Sobrevuelan como únicos pasajeros de un Cisne Negro que sobrevuela estos días sobre Cancún, Playa del Carmen, Chetumal y otros municipios de Quintana Roo. No olvidaremos nunca, a lo largo de nuestra vida, las imágenes de nuestras calles desiertas y de miles de médicos, enfermeras, personal sanitario, policías, militares, miembros de los Ayuntamientos y otros organismos gubernamentales y federales. Carlos Joaquín y los miembros de su Gobierno en primera línea de fuego en la batalla contra el coronavirus. Los ciudadanos, en sus casas, en un necesario, táctico y estratégico ‘arresto domiciliario’, respetando los ‘bandos’ de las autoridades de la Salud Pública. Dentro de no mucho tiempo participaremos en nuestro Desfile de la Victoria, donde honraremos a las víctimas del Covid-19 y a los guerrilleros de batas blancas y verdes, así como a los municipales, estatales y federales de uniformes azules marinos y guardias nacionales de color arena, que perdieron la vida en combate. La unidad empachada de solidaridad es un arma invencible. Cuídese, cuídeles, cuídense, amigas Yohanet Torres Muñoz, Marisol Vanegas, Alejandra Aguirre…

¿Dónde están los diputados inactivos del Congreso de Quintana Roo? ¿Están, acaso, trabajando, discretamente, en un listado de medidas a adoptar para paliar los daños económicos que la ‘Gran Depresión del 2020’ está ya martirizando a la ciudadanía quintanarroense? ¿Por qué se ríen Gustavo Miranda, Reyna Durán, Hernán Villatoro, Eduardo Martínez Arcila…? ¿Qué hacía el ‘guaperas’ y futurible alcalde de Cancún, Gustavo Miranda, en la playa, saltándose a torera la normativa de alerta vigente? No son más artistas nuestras señorías del ‘Quintana Roo Industrial’, por una razón muy sencilla, no se entrenan. Mente optimista, a pesar de esta élite congresual, desterraremos de nuestro Caribe Mexicano al COVID-19. Nos sobran los héroes en nuestro Cancún. No son tiempos de discusiones y exigencias bizantinas. Estamos en tiempos de la unidad y de la solidaridad. Son la clave para ver el final del túnel distópico que nos ha tocado vivir. Es un nuevo Cisne Negro en la historia de nuestras vidas.

@BestiarioCancun

@SantiGurtubay

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