Signos
La cosa no sería el color del cristal partidista que te pongas ni las frases hechas de la militancia que asegures que profesas ni si el humanismo de corazón feminista por aquí o la subida al segundo piso de la cuarta transformación y la regeneración moral y anticorrupción más acá y blablablá, blablablá. Porque tan proclamas unas y declaraciones y profesiones de fe de dientes para afuera tantas otras, por muy obradoristas y claudistas que se digan y muy guindas que se vistan, los actos representativos de estos y de aquellos ‘liderazgos’, y los modos conocidos de ser y de actuar de cada cual son los que en realidad los muestran y los identifican y los que cuentan, claro está, axioma este que decimos que no va más allá del lugar común que es pero que importa en estos tiempos revueltos en que los más progresistas que se dicen y autocalifican como tales suelen ser no más que lo peor de los opositores a los que en el verbo descalifican -si es que no comparten el mismo origen y la misma especie y talla y sólo se distinguen en el oportunismo del salto partidista-; tiempos estos en que los afanes de la transformación histórica son muy distinguibles y objetivos en el ámbito superior de las decisiones del Estado nacional, en efecto, y más allá no pasan de la retórica de las frases hechas y la imagen promocional de liderazgos impostados y espurios donde la ideología política y el compromiso doctrinario y las militancias juradas ni siquiera se conocen, ni siquiera importan, y ni siquiera valdría la pena que se conocieran y se asumieran en el cumplimiento del deber, si tan sólo se cumpliera con saldos y promedios favorables de eficacia y de decencia la responsabilidad pública que tanto se persigue y se procura y se jura y se miente y se pregona sin rubor ninguno que se quiere y que se puede cumplir. Si la panista playense quiere subirse al barco morenista por mero entusiasmo oportunista y el morenismo sigue inflándose de tránsfugas verdes o tricolores y payasos de feria y enanos codiciosos del negocio de la vida pública lo mismo da, que la ideología entonces ha derivado del dogmatismo a la banalidad panfletaria que solo sirve cual pitos y fanfarrias de propaganda detrás del grupo de poder y el liderazgo más populares y rentables a los que se puede seguir y con los que se puede lucrar, gritando sus consignas y traicionando al mismo tiempo sus mejores causas, comprando espejitos zalameros en el mercado de las baratijas de la opinión pública y buscando imágenes y selfies en el espectáculo de la creencia de que juntándose con los buenos de la película se contagia y se gana imagen y prestigio para engañar mejor.
SM