Signos
Hoy día, los diputados quintanarroenses ocupan el sexto lugar como los mejor pagados del país, y el primero como los más improductivos, nocivos, y por tanto falsamente representativos, ilegítimos e innecesarios.
Y el Estado de Quintana Roo y sus Municipios –merced, entre otras cosas, a una gruesa historia de autorizaciones de endeudamiento y de malversaciones financieras y presupuestales emanadas de las mayorías parlamentarias compradas por los gobernantes estatales y municipales en turno, con el desvío de muchos millones y el otorgamiento de no menos costosos privilegios y oportunidades para el efecto; es decir: gracias a esa cavernosa y lodosa historia de contubernios y relaciones viciadas y de conveniencia con los jefes gubernamentales y al margen por completo del interés público y de las responsabilidades que entraña el ejercicio de la investidura- están también entre los de las economías más insolventes para responder a sus ilógicos y siempre renegociados –o heredados- compromisos crediticios, y a una demanda de obras y servicios básicos que los desborda, los empobrece, los lumpeniza y les crea rezagos sociales también de los más grandes, donde la marginalidad, el caos urbano y la inseguridad se multiplican, el ámbito natural se muere sin remedio y a toda prisa, y no hay poder público que priorice y atienda la catástrofe pese a que la entidad posee la mayor riqueza turística y la mayor renta derivada de la industria vacacional.
La incomparable y vital abundancia silvestre es víctima de los negocios del poder político, de la voracidad inmobiliaria, y de la incompetencia y el desinterés institucionales, en uno de los territorios, así mismo, de mayor ingreso empresarial, pero también de los más violentos, y donde los diputados, sin embargo, son de los más privilegiados y mejor remunerados. Porque reciben cada uno, al año, y sólo de salario, veinte millones de pesos (luego de que el año pasado tuvieran un por demás ofensivo aumento –para los contribuyentes, claro está, y para la base social falsamente representada por ellos- de más de 55 mil pesos mensuales), sin contar las vastas prestaciones y recursos adicionales de los que gozan y que entran en otras áreas presupuestales, no obstante ser, como se sabe y queda dicho, los más inservibles y onerosos parlamentarios de México, frente a la compleja realidad que les concierne, y cuyas iniciativas y reformas legislativas o son pírricas, o están detenidas, o son desechadas y acaban en el bote de la basura.
Se trata de una representación popular falaz, anodina y dispendiosa, cuya dirigencia, además, hace negocios privados y promueve “ayudas sociales” mediante erogaciones por demás opacas, y sobre cuyo grupo verde gravitan cargos de muy alta corrupción que se procesan por la vía penal.
Y en el colmo del cinismo y la majadería, estimulado el liderazgo por la victoria de su partido en las elecciones pasadas –donde su guía superior, el Niño Verde, obtuvo la mayor de las ganancias asociado a la no menos turbia dirección del partido Morena y ahora impone exigencias como la del caso-, ahora se disponen a aprobar una iniciativa que les permita reelegirse durante cuatro periodos consecutivos, con lo cual podrían permanecer en la curul hasta 12 años.
Nunca como ahora ha habido un mayor retroceso en el trabajo del Poder Legislativo, pero la apuesta de los diputados es que la gente votará por ellos sólo por estar en las filas del Morena y sus aliados del PT y el Verde, a tono con la tendencia de las elecciones pasadas, donde lo que menos importa son los candidatos, sino los negocios que se hagan al amparo de la popularidad presidencial.
La nueva iniciativa de reelección parlamentaria en la entidad no es una frivolidad y la mera ocurrencia superficial de una panda de bastardos.
Es un atentado grave contra la viabilidad democrática y la sustentabilidad futura del Estado de Derecho; contra la garantía de la funcionalidad institucional indispensable de los Poderes republicanos locales para combatir la inseguridad y la impunidad; y contra los equilibrios necesarios, y ya casi perdidos por completo, entre la dinámica colonizadora, la salud ambiental y el bienestar social, factores de una realidad histórica compleja y difícil, que requieren compromisos de entendimiento y de gestión de auténticos liderazgos populares, y de los que es no sólo ajeno, sino enemigo absoluto, el mercenario ecologismo partidista que preside la actual Legislatura local y que pretende perpetuarse durante lustros, y el analfabetismo funcional de sus igualmente indecorosos, voraces y depredadores aliados.
SM