
CHETUMAL.- Cada temporada de lluvias, las colonias Proterritorio y Arboledas Dos, en Chetumal, enfrentan el mismo escenario: calles anegadas, viviendas afectadas y familias improvisando cómo protegerse de un problema que, lejos de ser inesperado, se ha vuelto parte de su cotidianidad. Pero lo más preocupante no es el agua que inunda calles y hogares, sino la falta de medidas de prevención, mitigación y respuesta efectiva por parte de las autoridades. Así lo advierte un reciente estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Quintana Roo, José Manuel Camacho Sanabria, Rosalía Chávez Alvarado y Alicia Guadalupe Robertos Pinto, que analiza la resiliencia comunitaria ante las inundaciones pluviales en estas colonias.
Aunque existen documentos técnicos como el Atlas de Riesgo y estudios geohidrológicos de Chetumal, la mayoría están desactualizados, fuera del alcance de la población y ajenos a sus experiencias. La información no circula, no se comparte, y mucho menos se construye de forma participativa. En una ciudad que ha crecido rápidamente, planear sin escuchar a la ciudadanía no es solo una omisión: es un error costoso.
Ante este vacío institucional, la comunidad ha aprendido a organizarse. A través de grupos de WhatsApp, los vecinos coordinan acciones básicas: limpieza de calles, desazolve de alcantarillas, reubicación de vehículos y apoyo entre familias. Son gestos valiosos de solidaridad, pero insuficientes frente a un riesgo creciente. Solo un comité vecinal, con capacidad limitada, opera de forma activa. La participación comunitaria sigue siendo débil, especialmente la de mujeres, personas mayores y personas con discapacidad, cuyas voces rara vez se integran en la toma de decisiones.
Por su parte, las autoridades realizan acciones aisladas: limpian canales y rejillas, construyen algunos pozos de absorción, pero sin una estrategia de largo plazo. Los planes de desarrollo urbano y los ordenamientos ecológicos no dialogan con los instrumentos de gestión de riesgos. ¿Cómo construir resiliencia si los propios documentos institucionales no se comunican entre sí?
La infraestructura también presenta vulnerabilidades críticas. Escuelas, centros de salud, calles principales e incluso zonas de captación de agua se encuentran en áreas propensas a inundarse. Algunas escuelas funcionan como refugios temporales, pero carecen de planes de emergencia específicos. Y mientras las grandes cadenas comerciales se recuperan rápidamente tras una tormenta, los pequeños negocios de barrio pueden tardar meses en volver a operar, si es que logran hacerlo.
La situación se agrava con la escasa cultura de aseguramiento. La mayoría de las viviendas carece de protección ante fenómenos naturales. Incluso quienes cuentan con un seguro enfrentan trabas burocráticas para activarlo. La banca no representa un respaldo real, y los apoyos institucionales llegan, cuando llegan, tarde, fragmentados y sin continuidad.
El problema de fondo no es solo la lluvia. Es una combinación peligrosa de rezago institucional, exclusión social y decisiones urbanas mal orientadas. Colonias como Proterritorio y Arboledas Dos no están solas en este escenario: representan a muchas otras colonias de Chetumal que han sido marginadas de la planificación y de la política pública. Como concluyen los investigadores de la UQROO: “La resiliencia no se decreta ni se construye con obras aisladas. Requiere diálogo, corresponsabilidad y compromiso entre gobierno, academia y ciudadanía. También exige inversión sostenida en infraestructura, educación ambiental y, sobre todo, voluntad política”.