Signos
Que no, que Claudia no cree en la inocencia del Gobernador sinaloense; que está jugando un juego difícil y complejo pero políticamente inevitable y propio de su circunstancia entre la congruencia y la independencia de las decisiones propias de su proyecto de continuidad ideológica y de superación del Estado nacional: Mantiene sus lealtades al exPresidente y formaliza en el discurso su (eventual) respaldo al Gobernador amigo de aquel, mientras García Harfuch, su poderoso y reforzado jefe anticrimen y conocido por sus estrechos nexos con la agencia estadounidense de Inteligencia Homeland Security Investigations (que tiene entre sus objetivos fundamentales acabar con el Cártel de Sinaloa y consigna a detalle los posibles vínculos del Gobernador morenista con el ‘narco’) rastrea las pistas y las sospechas sobre los presuntos malos pasos de Rocha Moya, el amigo de Andrés Manuel. Todo a la vista: La Presidenta señala a la luz pública su ‘confianza’ en el Gobernador y, con ello, su lealtad al exPresidente, desde la evidencia inequívoca, y lo enfatiza, de que no hay pruebas oficiales en su contra (por lo menos hasta ahora, cosa que, desde luego, no dice). Y al mismo tiempo se sabe a ciencia cierta que la agencia HSI tiene en la mira al Gobernador morenista y que García Harfuch no ha sido impedido por su jefa para mantener su relación con ella, con la agencia, y vigilar con ella, y con todas las amplias y poderosas opciones y armas institucionales -civiles y militares- de las que ha sido dotado por la Presidenta en su estratégico encargo federal, las peligrosas andanzas del muy señalado Gobernador. ¿Será?…
SM