Signos
Samuel García en Nuevo León no será ni más ni menos que lo que es Enrique Alfaro en Jalisco ni lo que puede ser Roberto Palazuelos en Quintana Roo ni lo que fue Roberto Borge en esa misma tierra caribe que lo parió. Porque la franquicia partidista de Dante Delgado no es ni más ni menos que la del Niño Verde ni están ninguna de ellas al servicio del interés social ni para la legítima representación popular, ni son para más nada que hacer grandes negocios personales con cargo al erario y a los patrimonios públicos, con el aval de un electorado sin luces en una democracia que por eso es lo que es y permite lo que permite, como el poderoso imperio del narcoterror. Porque en la tierra de los ciegos, los ‘mirreyes’ vulgares y ladinos pueden terminar, diría Chespirito, siendo los dueños del agua y los molinos, colándose por los huecos de una legalidad sedimentada en la codicia, la inmoralidad y la estupidez.
SM