La amistad para algunos seres humanos no existe, pues por su largo peregrinar en la vida quienes alguna vez confiaron en un amigo, fueron traicionados por quienes hasta se decían sus hermanos.
Este es el caso de José Bernabé D. M. hombre que padece problemas de alcoholismo y drogadicción, por tal motivo hace más de 10 años decidió asistir a un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA).
Bernabé relata que fue en el grupo de AA donde se hizo amigo de José Luis, alias Borrego: “al grupo de AA estuve asistiendo consecutivamente durante dos años, ahí conocí al Borrego, todos le decían padrino, él ya tenía más de 15 años sin consumir alcohol, era un tipo de aproximadamente 50 años de edad, con el tiempo se convirtió en mi guía espiritual en el grupo donde asistía, sesionábamos los domingos, por eso un domingo después de la reunión invité al Borrego a mi casa a comer, ahí se lo presenté a mi esposa, nunca imaginé que al llevar a mi casa a quien se decía mi amigo y mi guía espiritual, estuviera destruyendo mi propio hogar. Esa tarde compartimos el pan y la sal, mi esposa, mis tres hijos, yo y el Borrego, juntos recordamos pasajes de nuestra vida, mi esposa le platicaba al Borrego todo lo que ella y mis hijos habían sufrido durante mi etapa de alcoholismo, el Borrego, con atención escuchaba a la madre de mis hijos y enseguida, delante de mi esposa y mis hijos, mi guía espiritual me empezó a regañar, pero yo aguantaba porque en cierta forma me sentía culpable del daño que a mi esposa y a mis hijos les había ocasionado durante los años en que yo bebí”.
José Bernabé, reveló que su pesadilla comenzó la tarde de un fin de semana cuando al regresar del trabajo descubrió que su esposa estaba saliendo a escondidas con el Borrego: “mis hijos me dijeron que después de que llevé a mi amigo a casa, el Borrego iba a mi casa y por horas platicaba con mi mujer, una tarde llegué a la casa y mi mujer no estaba, una de mis hijas me comentó que su mamá había salido con el Borrego, eran las 6 de la tarde cuando llegué, mi esposa regresó a casa hasta las 8:30 de la noche sola y con su cabello húmedo, en ese momento la ira y los celo me cegaron y la empecé a golpear como lo hacía cuando estaba borracho, de un golpe la desmayé, ella cayó al suelo y en el suelo la seguí golpeando, mis hijos lloraban, el llanto y los gritos de mis hijos me hicieron reaccionar, de pronto mi mujer con el rostro sangrando se levanta del piso y en mi cara me grito; sí es cierto, José Luis, el Borrego, es mi amante, él si me sabe escuchar, él si me atiende, él si me comprende, él si tiene dinero para darme lo que yo me merezco y él es más hombre que tú. Al escuchar estas revelaciones tuve la intención de matarla, pero al ver el rostro de mis hijos humedecidos por el llanto decidí salir de casa y de nueva cuenta empecé a tomar alcohol, volví a perder la dimensión del tiempo y el espacio, el dolor que sentía por la tracción de mi mujer era insoportable sin la bebida, la calle se convirtió en mi hogar, las banquetas eran senderos de muerte, dormía en cualquier lote baldío, no recuerdo cuánto tiempo pasó, pero un día, cuando regresé a mi hogar, ya no estaba ni mi mujer, ni mis hijos, todos se fueron a vivir a la ciudad de Tijuana, se los había llevado mi guía espiritual, el Borrego se robó a mi familia, han pasado 10 años, me acabo de enterar que fue durante el mes de diciembre del año 2021 que la que era mi esposa, murió de cáncer, mis hijos me comentan que el Borrego la abandonó a su suerte cuando a mi ex mujer le cercenaron un pecho para salvar su vida, todo se ha terminado, yo la perdono donde quiera que ella este, su traición me hizo mucho daño, tal vez yo soy culpable en parte, por no haber sabido valorarla, el Borrego la alejó de mi lado y al final la abandonó a su suerte, me dicen que ella sufrió mucho, pero para ella, todo ha terminado, en mi caso personal yo ya no tengo remedio, yo ya no creo en nada ni en nadie, yo ya no tengo remedio, ya no creo en nadie, falta poco para que todo termine, me voy a ir solo, qué mi importa, tengo años solo, hablando con las plantas, con las piedras, con las iguanas y lagartijas, un día más o un día menos, qué me importa, para mí todo es igual, aquí no pasa nada, no pasa nada”, concluyó la entrevista Bernabé D. M quien en la actualidad deambula por las márgenes del río Mololoa escoltado por tres perros callejeros.