El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Tanto por los efectos de la pandemia del Covid como por los del conflicto entre Rusia y Ucrania, la economía de casi todos los países enfrenta la crisis inflacionaria más severa de los últimos 20 años y, de continuar la guerra en Europa, el costo de la vida en Occidente seguiría a la alza, por lo que las previsiones tomadas por el gobierno de México no sólo eran necesarias, sino hasta urgentes.
El paquete contra la inflación recién anunciado por el presidente López Obrador tras reunirse con empresarios del país, busca aminorar el impacto inflacionario en los productos básicos y, sobre todo, estabilizar el precio de las gasolinas, el gas y la electricidad, área esta que no se hubiera podido manejar sin el control del Estado sobre este servicio estratégico, dicho sea de paso.
Cierto es que la inflación en México, con un índice del 7.4 por ciento, está por debajo de la de los Estados Unidos o del de la de la llamada “Zona Euro”, pero es mejor prevenir que lamentar. En parte con ingresos del petróleo, el Gobierno federal invertirá 330 mil millones de pesos en el subsidio del costo de los combustibles en los próximos seis meses.
Desde luego, como era previsible, estas medidas contra la inflación, apenas salidas fueron censuradas por la oposición, la que dice que el paquete financiero frenará el crecimiento del país, que los excedentes petroleros no podrán cubrir el control energético, ni con años de lo que genera la refinería Deer Park y que se corre el riesgo de la caída del peso… En fin, lo de siempre.
No es esta la primera vez que las empresas y el gobierno pactan controlar el precio de los productos y servicios-no se trata de un control oficial de precios-, y no han sido satisfactorios los antecedentes, pero es probable que el actual acuerdo se respete por el bien no sólo de los más desprotegidos, sino también por el de los propios empresarios. La pobreza no beneficia a nadie.