El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
La noticia con más miga de la semana en el panorama nacional fue sin duda la designación de Carlos Joaquín González, exgobernador de Quintana Roo, como nuevo embajador extraordinario de México en Canadá y si bien el nombramiento no fue sorpresivo pues ya se había anunciado, suscitó cierta desazón en el ámbito estatal, tan dado a los arrebatos políticos.
Las mismas voces que antes le aplaudieron, objetan hoy que el otrora gobernador dejara una millonaria deuda interna, con proveedores en su mayoría, y que eso basta para obstaculizar su nombramiento por razones disque morales, pues en lo legal no tienen sustento.
Tal deuda nunca fue ocultada, pues estuvo y está en los portales de transparencia oficiales del Estado y la Federación.
El origen de la deuda interna, que la bancaria no sólo fue abonada sino que hasta se redujo, aquella de 21 mil millones dejada por los exgobernadores Félix González y Roberto Borge; ese débito es entendible tras de que, por el impacto del Covid 19, por dos años no hubo turismo en el Estado, rubro que genera los ingresos básicos de un gobierno que, además, no podía detenerse.
Aunque por una suerte de memoria selectiva nos parece ya lejano el impacto de la epidemia, el mundo, México y desde luego Quintana Roo sufren aun las secuelas de la contingencia sanitaria.
El Estado está de pie y de nuevo repunta el número de turistas, pero ello implicó un alto costo en el ejercicio financiero.
En lo económico, el Estado fue el más afectado del país.
El nombramiento de Carlos Joaquín como embajador en extraordinario Canadá, el segundo socio comercial del país, es un acierto del presidente López Obrador, quien sopesó el desempeño del exgobernador y quien, desde luego, está enterado al dedillo de la situación financiera estatal, ya que la vitalidad del norte de Quintana Roo es crucial para el ingreso turístico de todo el país.