La Plaza Las Américas de Cancún reporta ingresos diarios de 95 mil pesos por el cobro de estacionamiento a sus clientes. A pesar de eso, la empresa asegura no tener responsabilidad alguna con los vehículos de los usuarios que sufren robos o daños dentro de sus predios. Así mismo opera la mayoría de las plazas y centros comerciales de la ciudad. Es un negocio indebido de muchos millones de pesos, que ha sido posible gracias a que el 14 de enero de 2010, el entonces Gobierno municipal de Gregorio Sánchez Martínez modificó el Reglamento de Estacionamientos de Benito Juárez para que los centros comerciales pudieran cobrar a sus clientes por aparcarse dentro de su propiedad, argumentando que así se cuidaban los intereses de los inversionistas que se veían ‘afectados’ por la gente que se estacionaba y no iba a comprar. Lo cierto es que con un parque vehicular de 450 mil vehículos (llegando a 700 mil en temporadas vacacionales), la falta de lugares de parqueo perjudica gravemente la movilidad urbana, y a las autoridades municipales esto parece no importarles, al no aplicar el Reglamento de Transporte y Vialidad ni respetar los Planes de Desarrollo Urbano, que programados para decenas de años cambian según los intereses particulares de los jefes de cada administración municipal.
Javier Ramírez
Cada año ingresan a la Tesorería Municipal de Benito Juárez poco más de 450 mil pesos por concepto de permisos de funcionamiento expedidos a administradores de estacionamientos en plazas comerciales. Al de Plaza Las Américas, por ejemplo, el Municipio le ‘cobra’ 35 mil pesos para continuar operando el estacionamiento, que al año tiene ingresos por 36 millones.
Esta situación irregular fue denunciada en repetidas ocasiones por Mara Lezama hasta hace dos años, cuando era aún locutora de radio. Durante varias de sus transmisiones, exigió transparencia sobre este tema, y que se deje de cobrar en los estacionamientos públicos de Cancún.
Pero una vez que llegó al poder de la Presidencia Municipal de Benito Juárez, se le olvidó esta cruzada y comenzó a aprovecharse de ella, amasando inmensas cantidades de recursos.
Y es que como es de esperarse, los administradores de los estacionamientos “de cuota” también deben hacer ‘aportaciones voluntarias’ a las autoridades del Ayuntamiento para que se les permita realizar ese negocio; ‘contraprestaciones’ discrecionales que nunca, por supuesto, son reportadas a las arcas de la Comuna, porque la mayor ganancia de la investidura municipal no reside en lo que se ingresa sino en lo que se paga y no se registra, el gran desfalco institucional que es la peor de las plagas públicas y morales del país. Y nadie ha de creerse que por un negocio de 36 millones anuales los jefes municipales que lo autorizan lo hagan sólo para que el Municipio ‘gane’ 35 mil pesos.
La ‘mordida’ también incluye que los inspectores municipales hagan la vista gorda con los robos cometidos dentro de esos estacionamientos, pues aunque muy pocos clientes lo saben, el Reglamento de Estacionamientos obliga a los responsables de dichas instalaciones a contar con póliza de seguro contra robo total y/o de autopartes, pérdida total, daño parcial, así como por siniestros que pudiera sufrir las unidades en el inmueble.
El hecho cobra relevancia, considerando que de acuerdo con las más recientes cifras de Seguridad Pública Municipal, el 30 por ciento de los robos a vehículos se cometen en las plazas comerciales.
“Es que ocupan sus espacios”
Fue en el año 2010 cuando el entonces regidor Ricardo Velazco Rodríguez presentó una propuesta para que las plazas comerciales de Cancún pudieran cobrar 10 pesos por hora a los usuarios que utilicen sus estacionamientos, siempre y cuando no consuman productos en esos lugares.
La justificación fue simple: como el trabajo del Ayuntamiento es en buena medida respaldar a las empresas y grupos de inversionistas (así lo dijo el entonces presidente municipal, Gregorio Sánchez Martínez, durante la sesión en que se aprobó dicha propuesta), entonces deberían hacerlo con los administradores de los centros comerciales, quienes sufrían afectaciones porque las personas utilizaban sus estacionamientos para fines distintos a los que fueron creados.
Sobre argumentos tan pueriles como ése se dijo que algunas personas dejaban sus vehículos en la Plaza Las Américas para irse a pasear a la Avenida Tulum o hasta la Zona Hotelera, quitándole espacios a los clientes de sus establecimientos.
También se señaló que cada vez que se realizaba un partido de béisbol o fútbol en el Estadio Andrés Quintana Roo, miles de automovilistas estacionaban sus vehículos en la Comercial Mexicana de la Avenida Kabah.
Y así fue como se aprobaron las modificaciones reglamentarias para beneficiar a los grandes consorcios comerciales.
Ante la impopularidad de la medida, Gregorio Sánchez tuvo que declarar que el nuevo reglamento tenía toda la intención de proteger a los usuarios, pues sólo quienes no consumieran en los centros comerciales tendrían que pagar la cuota, además de que a cambio los empresarios se comprometían a darles un buen servicio de parqueo.
“No nos hacemos responsables”
Contrario a lo sentenciado por Greg Sánchez, los dueños de las plazas comerciales no cumplieron su parte, pues nunca se aplicó el sistema de “boleto gratuito” para las personas que compraran en sus tiendas.
Además, en agosto de 2012, las operadoras de estacionamientos anunciaron una modificación en la tarifa de cobro: de 10 pesos las primeras cinco horas, pasó a 10 pesos por tres horas y cinco pesos extras por cada hora adicional.
El presidente de la Asociación de Plazas Comerciales del Sureste y secretario general del Ayuntamiento de Benito Juárez en ese entonces, Eduardo Galaviz, defendió el aumento señalando que así estaba estipulado desde un principio, sólo que ellos habían decidido ‘regalarle’ dos horas a los conductores.
Otro aspecto que nunca cumplieron las concesionarias fue la aplicación del seguro contra robos en beneficio de sus clientes. El Artículo 39, Fracción VII, establece que los responsables de los estacionamientos de las plazas comerciales deberán contar con una póliza de seguro vigente de al menos la cantidad de 5 mil salarios mínimos por vehículo, para garantizarlos ante robo total y/o de autopartes, pérdida total, daño parcial, así como por siniestros que pudiera sufrir el inmueble.
La realidad es que en las entradas de estos establecimientos se han colocado letreros en los que se señala que la empresa no es responsable por los daños ocasionados a los vehículos, a pesar de que en cada uno de los Programas de Desarrollo Urbano de Cancún se especifica que las plazas comerciales y principales puntos de encuentro deben contar con los cajones de estacionamiento suficientes para albergar al 100 por ciento de su capacidad de visitantes.
De acuerdo con los últimos datos de la Secretaría de Seguridad Pública, en 2016 se registró un promedio de 46 robos diarios a automóviles en los estacionamientos de las plazas comerciales de Cancún, lo que representa el 30 por ciento del total de ese tipo de delitos que se cometen en la ciudad todos los días.
En ningún caso los administradores de los centros comerciales se hicieron responsables. Utilizan argumentos como el de “aviso previo al usuario de no responsabilidad”, además de que no cuentan con un sistema de vigilancia que permita comprobar el estado en que ingresan los vehículos.
Y aunque el propio Reglamento de Estacionamientos establece sanciones de hasta 20 mil salarios mínimos a las empresas que no cumplan con tales obligaciones, hasta ahora ninguna ha sido sancionada por la autoridad municipal.
Se estima que en 19 centros y plazas comerciales del Municipio se cobra por estacionarse, un negocio de muchos millones de pesos realizado con la anuencia comprada de las autoridades y a expensas de los ciudadanos.
Una ciudad de inconscientes
Lo cierto es que Cancún adolece de falta de estacionamientos. Con un parque vehicular de 450 mil vehículos -llegando a 700 mil en temporadas vacacionales-, de acuerdo con los datos de la Recaudadora de Rentas, la falta de lugares para aparcar afecta gravemente la movilidad de la ciudad.
De acuerdo con el Programa de Desarrollo Urbano 2010, Cancún tenía un déficit de 15 mil cajones de estacionamiento en el primer cuadro de la ciudad. En el 2013 el déficit aumentó a 22 mil, y para el 2016 ya era de 35 mil.
Ante la falta de esos espacios, las vialidades han sido ocupadas. Los automovilistas se estacionan en lugares prohibidos e incluso en doble fila, afectando la circulación en el primer cuadro de la urbe.
“Esto se debe a la falta de la aplicación del PDU y del Reglamento de Transporte y Vialidad”, dice la exregidora Concepción Collín, integrante de la Comisión de Tránsito y Transporte Municipal. “En el PDU están especificados los parámetros que debe tener un estacionamiento, según el tamaño de un predio, pero es algo que no se ha cumplido por años”.
Entrevistada por este semanario, señala que incluso cuando se tramita la Constancia de Uso de Suelo, se indica el número de cajones de estacionamiento que debe tener un predio, aunque no sea de tipo comercial, por lo cual no tendría por qué haber vehículos estacionados en las vialidades.
“Pero no se hace, por la misma razón que Cancún ha crecido de manera desordenada durante su corta vida: porque los intereses económicos se han impuesto sobre el orden. Esto ha propiciado que las vías de rodamiento se conviertan en aparcaderos, tal como sucedió hace dos administraciones, cuando en la Avenida Palenque, en la Supermanzana 30, una taquería se apropió de un área común para usarla como estacionamiento, y aunque se buscó recuperar el espacio, no se pudo hacer en su totalidad”.
“También ha pasado en la Avenida Chichén con el Colegio Boston, que se ha adueñado de estos sitios, o es el caso de una notaría en la Avenida Kabah, y ahora ha sucedido con un establecimiento comercial en la Chichén Itzá y Palenque, por lo que sorprende que no se haga algo contra esta situación”, dice la ragidora.
Por su parte, Andrés Aguilar, exdirector del Instituto Municipal de Planeación de Benito Juárez (Implan), comentó que en Cancún es muy elevado el nivel de ‘motorización’, que está por arriba de la media nacional.
“De acuerdo con una evaluación que hizo la ONU Hábitat a 14 ciudades en México, nosotros tenemos el índice más bajo en movilidad. A diario se realizan un millón 200 mil viajes aproximadamente en el centro de Cancún y la Zona Hotelera, con una velocidad de desplazamiento aproximado de 1.7 kilómetros por hora, cuando en otras ciudades, como la Ciudad de México, donde se realizan 22 millones 800 mil viajes, la velocidad media es de 5 kilómetros por hora.
Y eso se debe a la pésima planeación de las vialidades de la ciudad. Se pensó que el primer cuadro de iba a ser utilizado sólo para movilizar 25 mil vehículos, pero hoy día transitan casi diez veces más. Lo peor es que no tienen dónde estacionarse esas unidades; y aunque hay estacionamientos en la Avenida Nader, por ejemplo, la gente prefiere estacionarse en doble fila con tal de no caminar unas cuantas cuadras. Si bien hacen falta estacionamientos, no hay conciencia de la ciudadanía sobre el uso del espacio. Éste es el pecado de nuestra ciudad”, puntualizó.