Reediciones y alternancias

Signos

Por Salvador Montenegro

¿Cuál es la diferencia entre Xóchitl y Fox, tan iguales como parecen en talento, cultura, léxico, carisma y perfil de estadistas y líderes del cambio?

¿En qué se distinguen más allá de la decadencia totalitaria tricolor que favorecía el auge de las payasadas del guanajuatense panista -que incluían acabar con “las tepocatas y las viboras prietas”- como novedosas ofertas anticorrupción y de esperanzadora modernidad, y más allá de la masiva popularidad obradorista apuntalada por la campaña anticorrupción y la política del bienestar que ahora obra en contra del proselitismo majadero de la hidalguense cuyo proyecto esencial de mandato incluye, como su “regla de oro”, no sumar a “huevones, rateros y pendejos”?

Porque Fox sólo contribuyó a multiplicar la corrupción presidencial, empezando por el amparo a los impúdicos negocios de sus hijastros. Y Xóchitl fue parte de esa misma corrupción mediante el beneficio que también recibieron sus empresas cuando era colaboradora y representante de la política indigenista de su jefe Fox.

¿Sería Xóchitl, entonces, una alternativa presidencial superior a la de Fox? ¿Cambió el país con la alternancia democrática foxista y fue mejor que en los tiempos del autoritarismo presidencialista? ¿No se reprodujeron con ella las bandas del ‘narco’ y la violencia de sus guerras, cuando la pluralidad y la atomización política en todos los niveles y Poderes republicanos diversificó la corrupción y el control de las mafias sobre sus autoridades? ¿Y no ganaron los mismos grupos oligárquicos del salinismo priista? ¿No son todos ellos los que hoy se suman a la candidatura presidencial opositora de Xóchitl tras la demolición del país -y con ella la de los partidos hegemónicos, PRI y PAN, que la estimularon-, la que potenció, a fin de cuentas, la emergencia del obradorismo y la propuesta de la llamada ‘4T’?

SM

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