El minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
La del pasado domingo en la Ciudad de México, con la investidura de Claudia Sheinbaum como candidata de Morena a la presidencia del país, fue una jornada histórica. No sólo abrió el camino para que la nación fuera gobernada, por vez primera, por una mujer; lo que de sí es un hito, sino también porque afianzó por seis años más la política republicana del presidente López Obrador.
El discurso de la otrora jefa de gobierno de la Ciudad de México significó, además de la continuidad de la política social del sexenio –norte en su brújula política- el inicio del tendido de lo que llamó el “segundo piso de la cuarta transformación”, es decir el rostro de su propio proyecto de gobierno. Si hay una ruta, parece decir, pero este es mi tiempo y el tiempo de las mujeres.
La candidata de la alianza “Sigamos Haciendo Historia”, suma a Morena de los partidos del Trabajo y Verde, fue arropada por los dirigentes de los tres partidos y por los gobernadores guindas, entre ellos Mara Lezama, muy cercana a la candidata tanto por habilidad política como por haberse convertido ya en motor en el sureste de las políticas públicas que está cambiando la ruta del país.
Si bien en el marco del pacto republicano, la proximidad entre la gobernadora y Claudia Sheinbaum es buena noticia para el Estado ya que, de entrada, facilita la tarea de ambas pues, en lo federal, para el gobierno por venir Quintana Roo será aún más la base del progreso de la región desde el eje de la prosperidad compartida, afán y meta de la administración de Mara Lezama.
Aunque por restricciones del Instituto Electoral en esta etapa del proceso electivo, la candidata de Morena no pudo explayarse en proyectos, esbozó que continuará el desarrollo de la red ferroviaria del país– aparece otra vez el Estado- y la generación de energía limpia con base en la expropiación de litio por este gobierno; dicho está: va por el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Enhorabuena.