Quintana Roo y el despropósito de un Congreso inmoral

El minotauro

Por Nicolás Durán de la Sierra

Humberto Aldana, nuevo diputado federal electo y, hasta hace poco líder del Congreso estatal, es un ser singular.

No cualquiera pergeña construir un changarro en el edificio del Poder Legislativo, logra el silencio alevoso o la adhesión de sus pares, se sirve del dinero público y, por si fuera poco, lo hace en una zona de inundación frente a la Bahía de Chetumal.

Es un ente fuera de lo común.

La oposición de diversas asociaciones civiles que tienen a la obra, ya en ejecución, como un atentado contra el patrimonio capitalino; la de quienes alegan que la meta de los diputados no es hacer negocios sino legislar, no han hecho mella, ya no digamos entre los que medran en las curules, sino tampoco en los otros dos poderes, los que podrían frenar este evidente despropósito.

Por si fuera poco, hace unos días, la también non Jissel Castro, lideresa de la Legislatura que finaliza y portavoz acaso de Humberto Aldana, en reunión pública aportó más sombras al proyecto: la licitación de la obra de 14 millones de pesos –una costosa cafetería– no se hizo pública, ni explicó cómo operaría esta empresa que se pretende crear con dinero público. Algo huele muy mal.

Del proyecto ejecutivo, ni hablar. Se sabe que se llamó a Santiago Baeza para modificar el edificio diseñado por Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto autor del Estadio Azteca, el Palacio de San Lázaro, y la Nueva Basílica de Guadalupe. Un edificio incluye su obra y su entorno. Por una cafetería se atenta contra la riqueza histórica estatal, que no es muy amplia. Vergüenza ajena.

La construcción de la cafetería, desde la concepción del proyecto y después con las sombras de su ejecución, es inmoral.

Los diputados no están para hacer negocio con el tesoro común, con su dinero o sus edificios, sino para dar estructura legal a la vida civil. La Legislatura que se avecina estará lisiada de origen.

Las asociaciones que se oponen al atropello siguen su lucha y de seguro se irán por la vía del amparo. Es cuestión de tiempo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *