
Signos
No será su culpa, adelanta el INE, la debacle abstencionista que advierte en torno a la elección de candidatos fantasmas con la que, mediante una reforma decidida por él y defendida por la popularidad absoluta de su liderazgo carismático y su consecuente poderío legislativo, Andrés Manuel quiso que se democratizara el Poder Judicial del país; un Poder Judicial corrupto y retorcido por los privilegios que se dieron sus élites autónomas, en efecto, y ahora disponible para la renovación de todas sus autoridades y la creación de otras nuevas mediante el sufragio directo de electores que, del mismo modo que de las que se van, no saben nada de quienes aspiran a ser tales nuevos representantes judiciales del pueblo que democráticamente los elija.
Quizá el INE se excusa, asimismo, de algo que tampoco es culpa suya: cumplir con un compromiso constitucional confeccionado como un galimatías donde el mayoriteo parlamentario y el desconocimiento popular de lo reformado no podían caber de ningún modo en una logística electoral propia de procesos representativos políticos -donde los candidatos se dedican al protagonismo y a la propaganda y a la demagogia-, y menos podía caber en estrategia racional ninguna de convocatoria electoral y de promoción de un voto en la noche de la clarificación democrática de la Justicia.
SM