La política bajo el agua

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Signos

Los liderazgos políticos que sirven son los que toman decisiones que resuelven adversidades mayores que atentan contra la población. Los otros ni siquiera son liderazgos, sino ejemplos de la decadencia política, la mediocridad cultural y la degradación humana; expresiones del oportunismo hambriento de lucro y protagonismo, y de una mediocridad y una insignificancia intelectual y creativa incapaz de dimensionar su ineptitud hasta para el uso utilitario de la demagogia. Cierto que entienden, con razón, que la opinión pública es de su medida, que el quehacer editorial depende de sus presupuestos (clandestinos, por pírrica que sea su influencia social), y que el ejercicio crítico no cuenta o es apenas lo de menos (porque si bien no puedan explicárselo, el caso es que el pensamiento deductivo es una excepción que languidece en la marginalidad a medida que se extinguen los fueros educativos y el lenguaje que da forma a las ideas, al concepto, al Logos, a los valores de la abstracción, y se imponen los de la vulgaridad y el universo iletrado y superficial que envuelve ahora, como nunca, la vida institucional y las decisiones del Estado). Si los liderazgos políticos existieran en el panorama caribe no asomaran, en sus magnitudes devastadoras inéditas, los estragos siniestros de las actuales inundaciones (para no hablar ahora de los crímenes ambientales de las mafias inmobiliarias, de las urbes consumidas por el caos y la falta de autoridad y de regulaciones, y del ascenso incontrolable del crimen organizado y la expansión de sus tramas de influencia por todas las latitudes policiales, ministeriales, jurisdiccionales y de todos los ámbitos municipales y estatales del poder político, como en las Entidades más violentas e ingobernables de México).

SM

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