La democracia porcentual

7

Signos

¿Por qué el empeño político en diferenciar el valor humano mediante cuotas representativas?

¿Es de justicia distinguir a unos de otros individuos por su raza o por su sexo o por su condición física, y decretar que por su circunstancia ‘no igualitaria’ deben tener distinta representatividad y participaciones específicas en las Legislaturas y en todos los estrados habidos y por haber del llamado ‘poder del pueblo’?

¿No todos los seres humanos deben ser exactamente iguales ante la ley, con derechos constitucionales idénticos y legítimos que deben ser garantizados por el Estado, sean sus representantes blancos, indios, negros, mestizos, mujeres y hombres, personas todas con capacidades morales e intelectuales probadas e indiferenciadas, con discapacidades físicas o sin ellas, de igual modo indistintas en sus derechos representativos, y donde del color que sea y el vigor económico que posea puede defender los derechos ciudadanos de cualquiera si, como cualquiera, tiene la oportunidad para hacerlo y la virtud de probar que es apto para hacerlo?

¿Por qué insistir en categorizar el conglomerado humano y ciudadano en particularidades que sólo generan especificidades legales que más confunden y complican el ejercicio y la realización de la justicia en contra, justamente, de la generalidad, la igualdad y la inclusión de la diversidad que debe expresar y defender?

Sí, parece ser un síndrome del agotamiento espiritual del ciclo civilizatorio, donde la inteligencia artificial de la última generación va relevando al complejo humanístico y espiritual de la especie inteligente y aproximándolo a su origen cavernario y tribal, en el principio de los tiempos. Signos de la decadencia, la regresión, la estupidez política concebida como avanzada.

Improbable, en absoluto, una regeneración educativa, cultural, crítica del universo social si su mandato político plural es consumido por la parálisis conceptual, la entropía cognitiva y un sentido visionario de su quehacer y su responsabilidad propio de la ‘democracia medieval’, celebrada en su tiempo -imposible que los liderazgos políticos del presente tengan noción alguna sobre la misma si algunos de los más reconocidos, como el prominente y afamado Senador Adan Augusto López, usan las sesiones parlamentarias para ver partidos de fútbol en las computadoras que portan para cosas como esa en sus curules- como la gran fórmula del ‘poder de todos’ y según la cual cada grupo distintivo de personas debía defender sus intereses a través de un personaje público idéntico a ellas.

En ese retroceso al origen se hace la democracia de la idiotez vanguardista de la democracia representativa de estos tiempos, donde los derechos humanos de unos grupos sociales deben diferenciarse de los demás, y donde la justicia de todos debe privilegiar la de ciertos sectores poblacionales históricamente discriminados, según las nociones arbitrarias y utilitarias y lucrativas de liderazgos políticos más bien representativos de la prehistoria cívica e intelectual, y de la más condenable y simuladora y demagoga naturaleza moral.

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *