Con todo cariño, que vaya y chifle a otra parte

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Signos

Sin rencores, deseándole siempre el bien a todas y todos, sonriendo con toda la apariencia que amerita el aparador de opinión pública que suponen los actos políticos a los que la invitan y a los que acude con mucho cariño, ordena, con toda la rabia y todo el dolo que esconde (o que intenta guardar), que la tropa mediática a sus órdenes persiga sin tregua todo dato, toda revelación, toda presunción o implicación cierta o falsa o relativa, mayor o menor que sea, coño, pero que incrimine al jefe de las Aduanas de México, fundador del partido formal de ambos, de ella y de él, en el Estado, de modo que pueda ensuciar su expediente político, su reputación personal, su fama de entrañable ‘hermano’ del jefe y fundador de la causa de la regeneración moral que predica desde su tropical reino de Palenque y es autor de “Grandeza” o de la bíblica reinvención de los orígenes indígenas más puros del mundo entero, y que pueda servir para desgarrar de algún modo sus odiosas pretensiones de ser el candidato a sucederla a ella en el trono gubernamental de ella, el de la facción verde del morenismo que ya ha elegido a su candidato morenista en la persona del Senador Gino Segura. Maldito sea el aduanero ese, rumia en sus adentros mientras despliega toda su fotogénica y dulce gentileza contra el perverso enemigo una vez que ha ordenado que todas las baterías emplazadas contra el ancho objetivo obradorista en guayabera de lino y debidamente aceitadas por el presupuesto de la propaganda (o de la comunicación social, lo que tenga que ser, carajo, cueste lo que cueste) disparen al unísono sus cañoneras balas de veneno y retiemble en sus centros la tierra de la guerra por la sucesión gubernamental.

SM

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