Las ejecuciones del ‘narco’ se han multiplicado en los últimos tiempos en las inmediaciones fronterizas de Chetumal y la Ribera del Río Hondo, y en las colindancias urbanas y rurales del Municipio de la capital quintanarroense y los de Bacalar y Felipe Carrillo Puerto, en la ruta hacia los de Tulum, Solidaridad y Cancún, donde las disputas sangrientas entre las bandas criminales son parte del paisaje diario. Y si bien en el norte del Caribe mexicano la violencia está asociada a las guerras por el mercado de consumo doméstico y turístico de drogas, en el sur crece al ritmo en que lo hace el tráfico en gran escala que se opera a través del Río Hondo o del espacio aéreo. Debido a su cercanía con Centroamérica, Quintana Roo ha sido paso frecuente de los narcotraficantes desde hace más de 30 años. Como numerosas investigaciones han reportado, los cárteles de la droga de Colombia y sus socios mexicanos son los que principalmente se encargan de trasladar a los Estados del norte del país cientos de toneladas de estupefacientes al año por todas las vías posibles para ser consumidos en los Estados Unidos. En el caso de Quintana Roo, sus costas son constantemente ‘bombardeadas’ por paquetes de droga que recalan en las playas de Cozumel, Isla Mujeres, Mahahual, Xcalak y otras. Y si bien el transporte vía marítima con lanchas rápidas es el más común, también es el más fácil de detectar y por lo tanto decenas de toneladas terminan siendo aseguradas por la Secretaría de Marina. Por ello los narcotraficantes también emplean aeronaves para trasladar su cargamento, siendo la del vecindario de Quintana Roo y Belice la ruta más usada. De acuerdo con autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional, cada mes son detectadas hasta 30 posibles narcoavionetas, con vuelos que se originan en Colombia y otros países suramericanos con ruta hacia los Estados Unidos. Solo el año pasado, 14 de estos aparatos fueron aseguradas en Quintana Roo. En lo que va de este 2020, las autoridades han podido localizar cuatro, aunque uno de los casos cobró la vida de un elemento del Ejército mexicano.
Javier Ramírez
Con una lancha tipo Eduardoño, equipada con dos motores Yamaha de 250 caballos de fuerza, los cárteles pueden transportar en cada viaje cerca de tres toneladas de cocaína. Sin embargo, llegar hasta sus destinos les toma casi dos días y una vez descargada la droga esta puede ser asegurada por las autoridades o incluso caer en manos de pescadores.
Si bien una avioneta no puede transportar tanta droga como una lancha, es un método mucho más rápido y seguro para los narcotraficantes, gracias al uso de pistas clandestinas que abren en medio de la selva de Quintana Roo y Belice. Sin embargo, los accidentes ocurren y muchas veces los aparatos y sus tripulaciones terminan estrellados o detectados por las autoridades de ambos países, quienes de inmediato ponen en marcha protocolos para su aseguramiento.
Frecuentes, desde 2018
De acuerdo con un reportaje del semanario Proceso, el tráfico de droga vía aérea se realizaba de manera frecuente por los cielos de Quintana Roo y del vecino país de Belice, hasta que en 2005 una avioneta Turbo Commander se estrelló entre las comunidades de El Gallito y Otilio Montaño, en la zona sur de la entidad, provocando la muerte de un mexicano y dos colombianos, quienes transportaban 1,219 paquetes de cocaína, con un peso de 1,377 kilogramos.
Tras ese accidente el paso de narcoavionetas disminuyó notablemente en Quintana Roo, al centrarse principalmente en Belice.
Sin embargo, desde 2018 la Fuerza Aérea Mexicana ha registrado un incremento en el avistamiento de aeronaves en la frontera de ambos países. Decenas de narcoavionetas fueron detectadas aterrizando en caminos ‘saca-cosechas’ y otras pistas clandestinas. Pero el 4 de diciembre de ese año se registró un hecho inédito cuando una nave tipo Hawker, con matrícula NN886N, aterrizó cerca de las 3 de la mañana en el aeropuerto de Chetumal.
Cuando las autoridades llegaron hasta el jet los tripulantes habían logrado escapar, dejando en el interior 1,398 paquetes de cocaína, que dieron un peso de 1,396 kilogramos.
De acuerdo con las autoridades, la droga iba a ser descargada en Belice, pero debido a que habían sido detectados por soldados de ese país y ya no les quedaba combustible tuvieron que descender en Chetumal.
Violento aseguramiento
El año pasado las autoridades detectaron el aterrizaje de 14 avionetas supuestamente cargadas con droga. En ese sentido, el comandante de la 34 Zona Militar, Miguel Ángel Huerta, informó que hasta 30 presuntas narcoavionetas son avistadas cada mes por las autoridades mexicanas sobrevolando la frontera sur.
Este año, empero, los avistamientos y aseguramientos se habrían disparado.
El primer caso se registró el pasado 27 de enero, cuando un jet bimotor tipo Hawker realizó un aterrizaje forzoso en la vía corta a Mérida, en el entronque de la comunidad de Nuevo Israel, en el Municipio de Bacalar.
Cuando las autoridades del Ejército llegaron al lugar fueron recibidos a balazos por un comando, lo que desató una balacera que dejó saldo de un general muerto y tres militares más heridos.
Tras la refriega dos sujetos fueron capturados y se aseguró la avioneta que estaba cargada con 201 paquetes de cocaína, así como dos armas largas y varios bidones de gasolina y vehículos. La aeronave permaneció varias semanas en el lugar hasta que fue trasladada al aeródromo de Mahahual, por instrucción de la Fiscalía General de la República.
Se incrementan los aterrizajes forzosos
Un día después del aseguramiento en Nuevo Israel, un jet bimotor tipo Gusfstream Aerospace, procedente de Argentina, aterrizó de manera forzada en el aeródromo de Mahahual, Municipio de Othón P. Blanco. Esa vez dos sujetos, originarios de Bolivia y Venezuela, fueron detenidos por transportar más de una tonelada de cocaína en 32 paquetes, con un costo superior a los 200 millones de pesos.
El 24 de abril, elementos de la Base de Infantería de Marina 25 y de la Guardia Nacional aseguraron una avioneta tipo King Air en las inmediaciones de la comunidad de Salamanca, Municipio de Bacalar. La aeronave estaba vacía, pero de acuerdo con fuentes oficiales fueron aseguradas dos personas, dos motocicletas y un arma larga en el sitio.
Unos días después, elementos del Ejército aseguraron en Escárcega, Campeche, y en Juan Sarabia, de Othón P. Blanco, cientos de paquetes con cocaína, mismos que fueron identificados como parte del cargamento descargado por los delincuentes en Salamanca.
Finalmente, el 28 de mayo, personal del Séptimo Regimiento de Caballería Motorizada y de la Guardia Nacional ubicó en una zona selvática de la comunidad de Morocoy, Municipio de Othón P. Blanco, un jet bimotor destruido y parcialmente calcinado. Aparentemente el piloto tuvo problemas durante el aterrizaje y la nave sufrió daños que provocaron el fuego. Aunque estaba vacía, se presume que transportaba poco más de una tonelada de cocaína.
Ese mismo día, autoridades beliceñas dieron a conocer el aseguramiento de una aeronave Hawker Siddeley HS 125 en las inmediaciones de los poblados de Chunox y Sarteneja.