Claudia y la limpieza de las cloacas

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Signos

¿Será, en efecto, que Claudia está jugando la persecución de delincuentes obradoristas con filigrana política y jurisdiccional?

¿Será sólo un precipitado espejismo?

Es decir: dice que no persigue delincuentes del obradorismo (que, por supuesto, dañan su mandato y su gestión de Estado y su relación con el obsesivo Gobierno estadounidense), y salva en la opinión pública y ante la presión mediática su nexo con Andrés Manuel y todo lo que significa en popularidad y fuerza política y como autor de su liderazgo mismo.

Hace eso y pareciera que favorece la impunidad en favor de Adán Augusto López Hernández -el Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado-, por ejemplo, como hizo en su momento Felipe Calderón con quien fuera su secretario federal de Seguridad ahora preso en Estados Unidos por narcotráfico.

Pero al mismo tiempo hace que se sepa, también, que existen investigaciones militares que ella no puede negar que conoce y que vinculan al exSecretario de Gobernación y amigo personal de Andrés Manuel, Adán Augusto López, con los negocios criminales -entre ellos el tráfico ilegal de combustible y los del narcoterror- de quien fuera su jefe de Seguridad en el Gobierno de Tabasco, Hernán Bermúdez, contra quien sí existe un proceso penal y una orden de aprehensión de la Fiscalía General de la República, y en cuyo caso pesa el plomo de las viejas y nuevas acusaciones del actual Gobernador, Javier May, en el mismo sentido de las de la Inteligencia militar: la Secretaría de Seguridad del Gobierno de Adán Augusto estaba en manos de los jefes del huachicol, del crimen organizado y de la delincuencia política.

(‘Está saliendo toda la pudrición’, declara ahora José Ramiro López Obrador, hermano de Andrés Manuel y Secretario de Gobierno de May. ¿Está en la línea de su jefe, el sucesor de Adán Augusto? Y si ‘la pudrición’ la legó Adán Augusto, como aseguran May y su segundo de abordo, José Ramiro, ¿por qué cuando esa pudrición se acumulaba Andrés Manuel se lo llevó de ahí nada menos que a la segunda posición más importante del gabinete federal, la Secretaría de Gobernación, y de ahí lo hizo precandidato presidencial y luego líder de la mayoría en el Senado? ¿Hay  conflicto de intereses entre Andrés Manuel y su hermano? ¿Habría llegado José Ramiro a la posición que tiene en el Gobierno estatal y desde la que puede convertirse en Gobernador, sin el apellido que lleva ni el respaldo presidencial? ¿Quiénes son los autores verdaderos de esa ‘pudrición’ tabasqueña de la que acusa José Ramiro a Adán Augusto y de la que, a su vez, el segundo acusa al primero porque, dice ahora, fue este López Obrador el que puso al Gobierno de May al servicio del grupo criminal ‘La Barredora’, que se volvió hegemónico y desató la violencia del narcoterror en la Entidad? ¿No sabía nada Andrés Manuel de los negocios del crimen organizado y la delincuencia política local, de los que sí sabía la Inteligencia militar como bien lo sabe y lo ha sabido la Presidenta?).

Abatir la delincuencia política es el principio esencial contra el exterminio del crimen organizado.

Significaría ganar la guerra de la seguridad y de la paz social, que es la mayor de todas las que se deben ganar en el país para que pueda llamarse soberano.

La Presidenta sería, asimismo, soberana; libre de poderosos correligionarios indeseables y de grupos de malhechores emboscados dentro del Caballo de Troya de un obradorismo que sigue siendo electoralmente arrasador (en un pueblo también arrasado por el prejuicio y la idolatría indestructibles, donde la calidad educativa, la conciencia crítica y los valores del humanismo y la cultura siguen siendo propósitos secundarios del Estado nacional y la justa medida de su civilidad y su calidad democrática).

El ‘caso Bermúdez’ y la cloaca obradorista en que se convirtió Tabasco se replica en todos los Estados gobernados por obradoristas -de origen, unos, y oportunistas neoverdemorenistas emigrados de las cloacas opositoras, otros, en cuyos territorios bajo su Gobierno ocurren ‘pudriciones’ similares o peores a las tabasqueñas-.

¿Ha decidido la Presidenta, en efecto, a partir de la inmundicia que compromete el buen nombre de Adán Augusto -y de la que Adán Augusto acusa que compromete más al hermano de Andrés Manuel, quien sería, asimismo, el exPresidente, culpable de las inmundicias de Adán Augusto, a quien hizo Secretario de Gobernación a sabiendas de lo que bien documentado tenía la Secretaría de la Defensa Nacional-, comenzar una cacería de delincuentes políticos para combatir con mayor éxito al crimen organizado, ganar la guerra por la seguridad y la paz social, y mejorar las relaciones con Estados Unidos desde esa posición de cero tolerancia a la criminalidad y la impunidad?

Pues si quisiera hacerlo sin perder el bastión de la popularidad heredada de Andrés Manuel, y sostenida en buena medida por los subsidios de sus programas sociales (porque la popularidad no viene de la eficacia probada del mandato sino de los atributos de la identidad popular del liderazgo, que algunos llaman populismo), sería con la estrategia que parece advertirse: la de la no cacería contra los delincuentes políticos como alternativa retórica, pero de la pesquisa real desde las fuerzas de Seguridad, civiles y militares, y una Fiscalía encargada de procesar las evidencias de la sociedad entre esos delincuentes y los del crimen organizado, cada vez más sincretizados y mimetizados los unos y los otros.

Denunciar y castigar -al mismo tiempo y de manera directa- delincuentes obradoristas desde la investidura presidencial, por más indicios que se tengan, es condenarse con ellos.

Los candidatos morenistas, siendo tan iguales o tan peores que sus adversarios electorales (las diferencias ideológicas son cuentos de fanáticos e ingenuos), seguirán ganando con amplitud posiciones de poder montados en la marca y en la propaganda y los bonos del tesoro del Bienestar, de la Regeneración Nacional, la renovación moral, la ‘cuarta transformación’, el partido humanista de corazón feminista y la blasfemia y el blablablá de no mentir, no robar, no traicionar, porque la popularidad de la herencia carismática es duradera.

La persecución desde el obradorismo contra la delincuencia política obradorista, si ha de ocurrir, tiene que ser como la del caso tabasqueño: que las investigaciones federales descubran a los operadores del crimen organizado en las instituciones públicas y los procesen. No hay modo de que sus jefes y socios políticos desconozcan sus negocios criminales y no sean, por tanto, cómplices de los mismos.

Y es claro: ahí donde las bandas criminales se despliegan, ahí hay, como en Tabasco y como en todo el país, autoridades asociadas y gobernantes implicados en sus delitos y en sus remanentes económicos y de poder.

Los estadounidenses saben a ciencia cierta lo que todo el mundo sabe: que bajo el manto protector del poder político se dispara la industria del crimen organizado, del tráfico de hidrocarburos, del narcoterror y del lavado de dinero.

Querrán a personajes como Adán Augusto, tan próximos a las decisiones superiores del Estado mexicano. O a José Ramiro, el hermano de Andrés Manuel.

Y Claudia, que parece estar defendiendo a Adán Augusto en la opinión pública, no parece estarlo haciendo en el proceso penal que se sigue a quien fuera su jefe de Seguridad en el Gobierno de Tabasco.

De modo que de si la Fiscalía General de la República, de Alejandro Gertz Manero, decide implicar o no al Senador en el ‘caso Bermúdez’ dependerá conocer la apuesta de la Presidenta.

Se abriría la verdad de lo que sería una persecución genial contra la delincuencia obradorista, o la de la complicidad con ella y la de la propaganda propia de la justicia política y defendida en su momento por Andrés Manuel contra sus más señalados enemigos -o los grandes enemigos de México, decía, como los expresidentes neoliberales y algunos altos socios y compinches suyos en el saqueo y la destrucción del país-: exhibirlos ante el pueblo y fijarlos en la conciencia de la gente como los grandes delincuentes que son, y que paguen con ello sus monumentales y atroces fechorías. 

SM

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