¿En qué se parece “El rey del cash” a “Blonde”? ¿Acaso en que el valor del contenido y la narrativa es el mismo: el del cuento chino vendido cual realidad? ¿Y se necesita de esos productos en los mercados del periodismo y el arte? Claro que hay verdades posibles y azarosas. Pero, ¿y el rigor editorial y estético?