El aleccionador caso de Cozumel

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El minotauro

Por Nicolás Durán de la Sierra

Lo ocurrido hace poco a la entrada de la base militar de Cozumel, donde una muchedumbre en protesta por el posible ataque a una menor, quemó una garita y luego saqueó la tienda local de la Sedena, es grave, pues evidencia no sólo un hondo hartazgo social entre los isleños, sino también el recelo que existe en general hacia la impartición de la justicia.

Los linchamientos -este en esencia lo fue- tienen tintes justicieros sólo en Fuenteovejuna, obra de Lope de Vega, pues en la vida real la ira ciega lejos está de la propia justicia y muchas veces cobra vidas inocentes y de ello sobran ejemplos. Más allá de si ocurrió o no el ataque a la menor, debe resaltarse la prudencia de los militares al enfrentar a la turba sin hacer uso de la fuerza.

Debe investigarse todo el suceso, tanto el posible abuso que dio paso a la agresión al cuartel, como el ataque al mismo y el posterior saqueo de la tienda militar isleña. Debe explicarse por qué las policías estatal y municipal no intervinieron, como era su deber, para contener a la muchedumbre, aun cuando sabían lo que ocurría por las redes sociales que captaron los hechos.

No se citará aquí con amplitud a José Luis Chacón, el edil cozumeleño, porque banalizaría la glosa, pero para él “no debe estar sola a una menor un sábado de noche, pues la gente ya tomó sus tragos’ y “si ven a menores vendiendo en la calle -la niña en cuestión lo hacía- no ya les compren para no ocasionar que hayan más”; su razonamiento da vergüenza ajena.

El caos sucedido es en parte resultado de la obvia falta de poder municipal. Si ven un alcalde así, no le ayuden con su voto, para que no haya más. Razón tiene María Hadad Catillo, subsecretaria de gobierno, al acusar al edil de revictimizar a la posible agredida y advirtió que ello es sancionable y en especial si se trata servidores públicos, como en este caso.

Del tintero: Hace unos días, en Cancún, murió Mario Ramírez Canul, diputado constituyente estatal y uno de sus referentes políticos. Abogado de la UNAM cuando Quintana Roo era territorio, junto con los diputados de la legislatura inicial creó muestro primer marco legal. Había el decreto del otrora presidente Luis Echeverría que creaba el Estado, pero era preciso darle sustancia y personalidad legal interna, y ese fue parte de su legado.

“Éramos muy jóvenes, incluido Pedro Joaquín Coldwell, que luego sería gobernador, y recorrer el Estado era una odisea: sin caminos ni comunicaciones, íbamos casi a la aventura para integrar municipios y todo lo pagábamos nosotros. Nuestras leyes originales se inspiran en las de la Ciudad de México, que allí fue donde nació nuestra actual soberanía” me contó alguna vez en entrevista…

Descanse en paz Don Mario Bernardo Ramírez Canul, hombre bondadoso de fino trato…

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