Agustín Labrada
¿Qué escribe hoy Delfín Prats?
Traduzco, del italiano al español, El cantar de los cantares. Pero toda traducción es casi siempre una versión enriquecida con los colores del otro idioma. En nuestra tradición son tres las grandes versiones antiguas: la de fray Luis de León, que vista desde el siglo XX nos parece ingenua; y las de dos protestantes: Casiodoro de Reina, que hizo su versión en 1569; y Cipriano de Varela que, según Zalamea, hizo una corrección magistral del mismo texto en 1602. Imagino que esos autores, tan religiosamente heterodoxos, habrán vivido huyendo de todas las represiones e intolerancias de su tiempo.
¿Qué suerte tuvo después El cantar de los cantares en nuestra lengua?
Esa última versión, con sus correcciones subsiguientes, es la que usan todas las sectas, menos la sacrosanta Iglesia Católica. Es decir, todas las sectas protestantes que parten de Lutero. Los personajes del cántico son El amado, La amada, Los pastores, Las muchachas de la ciudad que antes se llamaban doncellas en las traducciones de la “Biblia”. La “Biblia” fue el texto más peligroso para las ideologías cristianas durante la oscuridad del Medioevo.
A lo largo de tu reescritura o traducción, ¿has descubierto algún instante especial?
En esta traducción, me encontré con un momento tremendo que me recuerda a José Martí cuando, en un poema dedicado a Carmen, escribe: “Tiene el amor las lánguidas blancuras de un lirio de San Juan…” Ese poema fue musicalizado luego por Amaury Pérez. Aquí dice en italiano: “Mi amor ha venido a gozar de su jardín, a recoger los lirios entre macetas de yerbas aromáticas. Soy de mi amado y mi amado es mío. Él se deleita entre lirios…”
¿Cómo despertó en ti el interés por la literatura religiosa?
La idea de mi versión nació después de haber asistido en Holguín a un curso sobre “Los Evangelios” impartido por un sacerdote, pero enfocado desde la visión literaria. Los textos bíblicos, a los cuales no tuvo acceso durante siglos el vulgo, son y (lo sabemos muy bien) textos literarios, y específicamente El cantar de los cantares es de un alto erotismo poco común en la “Biblia”.
Tus senos semejan cervatillos
o gemelos de una gacela apacentando entre lirios.
Antes de que sople la brisa del atardecer
o se alarguen las sombras,
ve a tu montaña perfumada de mirra y a tu incienso.