
Signos
¿Tendrá Harfuch un estimado de cuántos agentes ministeriales del tipo del ahora finado José Rosario Heras López, quien fuera jefe de seguridad del Mayo Zambada y al que asesinaron el día del secuestro del Mayo y cuando también asesinaron a Héctor Melesio Cuén, el principal enemigo político y personal del Gobernador obradorista sinaloense, Rubén Rocha Moya; es decir: un estimado de cuántos asesinos profesionales del crimen organizado forman parte de las Fiscalías estatales en calidad de Comandantes, cual el caso de Heras, o de Fiscales mismos y oficiales y agentes, o jefes de Seguridad, como Hernán Bermúdez y todos sus subordinados en el Gobierno tabasqueño que fue de Adán Augusto; un cálculo del número de asesinos y jefes de grupos del narcoterror que pertenecen a esas Policías locales y Fiscalías Generales en entidades de la más alta inseguridad e impunidad, como la del Caribe mexicano y sus Municipios y ciudades ingobernables y a merced de toda suerte de esos profesionales de la violencia y el sadismo, como Cancún, Playa del Carmen, Tulum, Chetumal y sus ensangrentados alrededores?
¿Tendrá Harfuch expedientes de Inteligencia del sistema civil y militar de Seguridad nacional a su cargo, y reconocerá perfiles y nexos de algunos de los más relevantes de entre los tantos y tantos miembros de las bandas criminales infiltrados en los organismos policiales y ministeriales de los Estados, y confiará, como ha dicho que lo hacía Adán Augusto durante sus días de Gobernador, en que todos los Gobernadores desconocen si sus subordinados policiales o los Fiscales y Comandantes y agentes ministeriales de su entorno de autoridad son jefes o socios o empleados del crimen organizado?
¿Creería Harfuch que Rubén Rocha Moya no sabía que el Fiscal General de Sinaloa y jefe del Comandante José Rosario Heras no sabía que este trabajaba para el ‘narco’ al mismo tiempo que hacía investigaciones ministeriales para consignar criminales como los que protegía?
¿De cuántos Bermúdez y similares y de Fiscales y Comandantes del tipo de Heras y Gobernadores del tipo de Adán Augusto y de Rocha Moya no sabe Harfuch que están impedidos de contribuir a contener la inseguridad y la violencia y el crimen en sus territorios porque son factores esenciales de la propaganción de los negocios que tienen que ver con ese clima caótico de ilegalidad y de ingobernabilidad?
De las investigaciones sobre los nexos de Heras y el Mayo y del asesinato del primero, nada se sabe, como nada se sabe, tampoco, con nombres y apellidos, de tantos otros representantes de la ley y del crimen organizado de los que, mientras sus Estados arden en la violencia y el delito, sus gobernantes pueden escapar de la Justicia con el juramento simple de que si lo hubieran sabido eso nunca hubiera pasado.
Por supuesto que la fuerza infiltrada del narcoterror en el poder público y su dominio sobre el mismo son tan demoledores como la violencia descontrolada que consume al país. Y no va a haber más remedio que empezar a exhibir las complicidades políticas.
El descomunal atentado con que el ‘narco’ del noreste tamaulipeco ha matado al Delegado de la Fiscalía General de la República en Reynosa como reacción al acuerdo binacional de seguridad que comprende una estrategia integral, pormenorizada y definitiva contra los cárteles mexicanos, es tan inédito y desmedido -por su intensidad y su significado en las narices fronterizas sureñas mismas de la superpotencia y contra uno de los Presidentes imperiales más amenazantes y estruendosos de cuantos ha tenido- obliga a que el Gobierno mexicano responda sin reservas ni defensas moralistas ni encubrimientos retóricos y legales de la inocultable delincuencia obradorista que bulle por todos lados.
Al tiempo que enfrenta la declaratoria de guerra franca del narcoterror norteño y el alzamiento esperado de otras poderosas bandas contra el pacto internacional anticrimen, el sistema nacional de Seguridad de Harfuch deberá apresurar la persecución de los jefes políticos y los responsables de las autoridades cómplices del crimen organizado.
La Presidenta tendrá que asumir compromisos contrarios a la línea complaciente de Andrés Manuel con la delincuencia política morenista. El margen se ha cerrado. Y ya no tiene para dónde hacerse.
SM