En medio de la primera pandemia global de todos los tiempos y de una crisis económica del mismo modo inédita y dependiente de esa causa y no del mercado, se cumplieron dos años de la histórica victoria de Andrés Manuel López Obrador y el partido que fundó, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con que arrasó en las elecciones del 2018 como ninguna otra fuerza política lo había hecho nunca, de manera tan popular y tan legítima, y contra una oligarquía de las más ricas del mundo y unos grupos de poder tan enconados como también de los más corruptos del mundo. Sin embargo, mientras que el primero está logrando afianzar un nuevo paradigma en la forma de gobernar sostenido en su naturaleza ética y en la aceptación mayoritaria de su causa contra la corrupción, el segundo se deroga víctima de la promiscuidad militante y de un oportunismo que llegó al poder a la sombra de una candidatura presidencial con la que no solo no ha sido compatible a la hora de ejercer el mandato sino, más bien, en gran medida, contraria a sus ideales y a sus objetivos de reforma institucional, por lo que sus posibilidades de defensa electoral de las posiciones representativas ganadas y las de conquistar otras seguirán dependiendo de los éxitos y la imagen de su liderazgo superior, y de candidaturas alternativas más afines y congruentes con el perfil moral y la capacidad de gestión de dicho mandato presidencial. Dividido por peleas intestinas en su dirigencia nacional y afectado por la falta de resultados de quienes obtuvieron la victoria en 2018 más por el empuje del hoy presidente de la República que por méritos propios, el Morena difícilmente podrá mantener la misma cantidad de sufragios alcanzados. En el caso de Quintana Roo, donde estarán en juego las once Presidencias Municipales y cuatro diputaciones federales, las cosas están en ese nivel. A unos meses de que arranque oficialmente el proceso electoral y aunque sin méritos que las respalden, las aspiraciones de los liderazgos locales han comenzado a moverse en torno de esas diputaciones federales, como las de las munícipes de Benito Juárez y Solidaridad, Mara Lezama y Laura Beristáin, respectivamente –con serios problemas de aceptación tanto para reelegirse como para postularse a cualquier otro cargo, donde serían tan pésimas candidatas como su colega de Othón P. Blanco, Otoniel Segovia-, mientras que para las Presidencias Municipales el panorama es igual de oscuro, con el añadido de la renuncia del legislador Jesús Pool Moo al partido presidencial y quien quizá pretendería contender con otras siglas por el Ayuntamiento cancunense. La munícipe ‘verde’ de Puerto Morelos –de la misma cualidad que sus iguales de Benito Juárez, Solidaridad y Othón P. Blanco- también es aspirante a una de las diputaciones federales en juego desde la plataforma de una alianza entre su partido y el Morena. Por otro lado, los senadores -tan divididos cual si fueran de partidos opositores- comienzan asimismo a moverse, aunque con miras a la renovación de la gubernatura en 2022. Los morenos, sin embargo, tendrían una ventaja sobre sus rivales: tienen la estela a favor de su líder presidencial, y cero competencia virtuosa.
Javier Ramírez
En Quintana Roo, el grupo morenista que salió victorioso aquel 1 de julio de 2018 empezó sus funciones representativas con el pie izquierdo. Alcaldes, diputados locales y congresistas federales se envanecieron con el triunfo pero pronto comenzaron a incurrir en irregularidades, principalmente los primeros, quienes al final son los más cercanos a la población.
Al cabo de estos dos años, el desempeño pernicioso de la mayoría de ellos ha dañado la imagen de su partido en la entidad. Pero aun así, la gente estaría votando nuevamente, más que por los candidatos, por la imagen de Andrés Manuel, por lo que nada está escrito todavía.
Alcaldes incompetentes
Los primeros en tener un comienzo accidentado fueron los tres presidentes municipales del Morena: Laura Beristáin en Solidaridad, Mara Lezama en Benito Juárez, y el ahora difunto Hernán Pastrana en Othón P. Blanco.
La primera sufrió un revés por parte de los regidores de su partido, quienes rechazaron todas sus propuestas para la designación de los principales cargos del Ayuntamiento. Al día siguiente, Beristáin Navarrete afirmó que contaba con el apoyo de la dirigencia nacional del Morena y desconoció la decisión del Cabildo, afirmando que en su lugar los espacios serían cubiertos por directores y jefes de despacho en lo que se acordaban los nombramientos.
Desde entonces, su administración ha sido criticada por avalar medidas de su antecesora, pese a que meses antes, durante su campaña, aseguró que de ganar el Ayuntamiento daría marcha atrás, principalmente a la millonaria concesión de parquímetros para la empresa Promotora de Reordenamiento Urbano S.A. de C.V.
Mara Lezama mostró sus verdaderos colores apenas llegó al Palacio Municipal de Benito Juárez. En una de sus primeras acciones entregó los principales cargos de su gabinete a cinco exfuncionarios de su antecesor, el verdecologista Remberto Estrada Barba, dejando solo un espacio, la Dirección de Educación, para un integrante del Morena.
La alcaldesa desató el enojo de sus simpatizantes cuando dejó en claro que no se afiliaría al partido que la postuló, argumentando que fue “una candidata externa”.
En estos dos años, Lezama ha sido exhibida por priorizar el interés de los empresarios a la hora de autorizar desarrollos hoteleros así como sus particulares negocios.
Por su parte, Hernán Pastrana también sufrió el rechazo de sus concejales, quienes descartaron las propuestas del edil para imponer a ciertas figuras relacionadas con anteriores exfuncionarios.
Pastrana falleció unos meses después y en su lugar quedó Otoniel Segovia Martínez, quien desde entonces no ha cumplido ni sus funciones de intendente y ha incurrido en malversaciones, despidos injustificados, desalojo de comerciantes e irregularidades con la empresa Amex Eco Solutions, encargada de la recoja y disposición final de la basura.
De los tres ediles del Morena, Segovia Martínez es el peor calificado y muy probablemente será el culpable de que el partido no tenga oportunidad de cumplir otro periodo en el Ayuntamiento.
Legisladores, grises
Los legisladores locales y federales tampoco han corrido con suerte. Los primeros se vieron enfrascados a comienzos de la XVI Legislatura en un conflicto con sus aliados de los partidos Verde Ecologista (PVEM) y del Trabajo (PT) por el control de la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jugocopo), llegando incluso a tener un conato de bronca durante una sesión.
Mientras tanto, casi todos los legisladores federales morenistas han tenido un gris desempeño en el trabajo legislativo, y Jesús de los Ángeles Pool Moo terminó renunciando el pasado 2 de julio a la bancada del Morena sin anunciar si se sumará a otro partido político o permanecerá independiente.
De modo que los próximos candidatos a diputados federales tendrán que redoblar esfuerzos para ganarse el voto, mismo que será decisivo para que el Morena y sus aliados retengan la mayoría en la Cámara baja y así afianzar el Gobierno de la República.
Villegas Canché, por su lado
El trabajo de los senadores del Morena, José Luis Pech Várguez y Freyda Marybel Villegas Canché, es de grandes contrastes.
El primero ha podido trabajar de frente con los ciudadanos, sirviendo de intermediario para cubrir necesidades diversas de la población, así como trabajando como enlace de la Federación en los trabajos para contener la pandemia por el Covid-19, apoyando a diversos sectores, como el de los taxistas, para recibir apoyos.
Sin embargo, su compañera se ha enfocado en acaparar los reflectores con sus constantes acusaciones al Gobierno del Estado. Ahora disfrazada de izquierdista, Villegas Canché no tiene compromisos partidistas. Ha pasado por casi todas las agrupaciones políticas según la coyuntura de sus intereses, como ha dejado constancia desde 2008 al saltar del Partido de la Revolución Democrática al Partido Acción Nacional, y de éste al Revolucionario Institucional. En 2017 encontró un espacio dentro del Morena para alcanzar la senaduría, y ahora trabaja para apuntalar su candidatura a la gubernatura del Estado.
Repetir la victoria, difícil pero no imposible
El panorama para el Morena en Quintana Roo es complicado, y así lo acepta el presidente nacional electo del partido, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien apuntó que la entidad es una de las cinco que desde 2014 no cuentan con estructuras de representación estatal, es decir no tiene la presencia necesaria a nivel delegacional y municipal.
Aseveró que esta falta de coordinación ha repercutido en “discordias” entre los líderes del partido y sus militantes, además de la fuga de representantes que actualmente ocupan puestos en el Gobierno, el Poder Legislativo y los Congresos locales.
Pero el Morena está lejos de cruzarse de brazos. Su delegada en el Estado, Liliana Castro, enviada por el Comité Ejecutivo Nacional, se encargará de organizar los trabajos para el proceso electoral que está próximo a iniciar.
Para ello, se irán realizando asambleas con los representantes de todos los Municipios de la entidad, tanto fundadores como de reciente ingreso, con el objetivo de establecer un plan que permita repetir el triunfo obtenido en 2018.