En aumento, las víctimas inocentes atrapadas en la guerra sin freno que libran los narcos en Quintana Roo

A la ya de por sí imparable espiral de violencia que se vive en buena parte del Estado, donde las ejecuciones son cosa de prácticamente todos los días, se está agregando un elemento que está haciendo más peligrosa, si cabe, la guerra entre las bandas de la delincuencia organizada: los ataques a rivales acompañados de sus hijos. Y es que siempre han existido los criminales de poca monta que no se tocan el corazón a la hora de cumplir las órdenes y abren fuego sin importar si el blanco está acompañado o no, lo que ha dejado decenas de personas lesionadas o muertas que no hicieron más que estar en el lugar y hora equivocados. Sin embargo, disparar ante la presencia de menores de edad ya es indicativo de una profunda degradación humana en los sicarios. Acabar con la vida de niños estuvo prohibido durante años dentro de los cárteles de la droga, cuyos líderes, pese a la violencia con la que actuaban, mantenían cierto sentido moral a la hora de vengarse de sus enemigos. En parte sabían que manejarse con “ética” los ayudaba a ganarse al pueblo. Pero todo ese “respeto” entre rivales se perdió y ahora se ven casos como el homicidio y descuartizamiento de dos niños de 12 y 14 años en la Ciudad de México. Afortunadamente en Quintana Roo ese grado de bestialidad no ha llegado, pero sí se está volviendo común que los menores queden atrapados entre las balas. Como casi siempre, las autoridades policiacas sólo llegan a recoger los cuerpos y a recabar información para sus estadísticas, cruzando los dedos, como todos los quintanarroenses, para no tener que pasar por otro episodio similar, aunque los funcionarios de primer nivel juren y perjuren que en Quintana Roo todos los criminales son detenidos, sobre todo ahora que afirman tener más de dos mil cámaras enlazadas al recientemente inaugurado Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo y Calidad (C5), en el que invirtieron 376 millones de pesos.

Javier Ramírez

La zona norte del Estado vivió momentos terribles en solo dos días, cuando del 10 al 11 de agosto cuatro niños quedaron atrapados en medio de tres ataques que dejaron saldo de una menor muerta y dos más heridos.

Este año se ha registrado un preocupante incremento en este tipo de casos, pues en junio y julio pasado dos niños, de 3 y 10 años de edad, también murieron a causa de balas perdidas en la ciudad de Cancún.

Este tipo de noticias tan lamentables únicamente se divulgan en las redes sociales, pues las dependencias encargadas y los medios “oficiales” prefieren autocensurarse para no dañar la imagen de los que son considerados los principales puntos turísticos no sólo del Estado sino del país.

Semana fatal

Los ciudadanos de Cancún y Playa del Carmen vivieron días tristes durante la segunda semana de este mes de agosto, pues varios menores de edad quedaron atrapados en balaceras ocurridas durante dos días consecutivos.

El primer hecho ocurrió la noche del 10, cuando una familia compuesta por dos adultos y dos niños, que se dedica a la venta de pan afuera de una tienda de conveniencia en calles de la Avenida Palmas, en la Región 95 de Cancún, resultó herida cuando dos sujetos llegaron a la zona con la intención de ejecutar a una persona que salía del referido lugar.

Los gatilleros, sin pensarlo, dispararon a todo lo que se moviera, hiriendo tanto a su blanco como a los vendedores ambulantes, quienes fueron atendidos por paramédicos que solicitaron ambulancias para trasladarlos a una clínica. Cuando personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) llegó al lugar, sólo llevó a cabo la recoja de evidencias, pues los criminales habían logrado escapar.

Al día siguiente, en Playa del Carmen, la tragedia golpeó a otra familia, cuando a eso de las 11:00 horas se reportó un ataque a un carro repartidor de agua purificada en calles de terracería de la Colonia Nuevo Noh-Bec.

Cuando las autoridades llegaron al sitio, encontraron heridos al operador del vehículo y a su pequeña hija de 11 años de edad. De inmediato fueron atendidos por paramédicos, aunque lamentablemente fallecieron minutos después. De acuerdo con testigos, un individuo se les acercó y les disparo en al menos cuatro ocasiones para luego darse a la fuga.

Ese mismo día, pero en Cancún, otro menor, de 6 años de edad, resultó involucrado en un ataque armado, cuando caminaba con su padre en calles de la Región 219 y un sujeto que viajaba en un taxi les disparó. Afortunadamente el niño resultó ileso, pero su padre falleció en el lugar.

Como en los otros casos, el responsable también consiguió escapar, lo cual hace pensar en la funcionalidad y alcance del famoso Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo y Calidad (C5), del que las autoridades estatales y municipales de Benito Juárez hicieron alarde a nivel internacional hace apenas unas semanas.

Cada vez más víctimas colaterales

Lamentablemente, ya han ocurrido otros casos de ataques de este tipo este año. El 18 de enero, un niño de 10 años de edad que estaba parado frente a una tienda de abarrotes del infame Fraccionamiento Villas Otoch Paraíso, de Cancún, recibió una bala perdida en el abdomen cuando un sujeto disparó contra un individuo de 24 años, quien también resultó herido. Al parecer se había tratado de un asalto que terminó mal.

Un mes después, el 17 de febrero, una serie de disparos en los alrededores de un campo de béisbol de la Delegación Alfredo V. Bonfil, dejó saldo de dos niños heridos, quienes recogían en ese momento latas de entre la basura. El niño de 10 años y una menor de 11 recibieron sendos impactos, el primero en una pierna y la segunda en el abdomen.

El jueves 8 de abril, una menor de 15 años de edad fue lesionada en una pierna, cuando sujetos desconocidos dispararon a un grupo de personas reunidas en una cancha de fútbol del Fraccionamiento Cielo Nuevo, en Cancún.

El 14 de junio se registró el primer deceso de un menor, luego de que dos días antes el pequeño de tres años de edad jugaba en un parque mientras sus padres ingerían bebidas alcohólicas en la segunda planta de una casa ubicada en la Avenida Leona Vicario, en el Fraccionamiento Villas Otoch Paraíso. Cuando el padre de éste escuchó disparos, salió de inmediato a buscarlo. Lo encontró en medio de un charco de sangre. A pesar de los esfuerzos de los médicos, murió horas después.

El 3 de julio de nuevo se registró otro incidente en Villas Otoch Paraíso, cuando a eso de las 11 de la noche vecinos del lugar escucharon al menos cinco disparos. Al revisar, encontraron a un niño de 10 años lesionado con una bala en el cuello. Fue trasladado de inmediato al Hospital General, pero murió durante el trayecto. Los sicarios, quienes viajaban en una motocicleta, habían disparado contra la vivienda de la familia del pequeño.

En total, cuatro niños han fallecido y seis más han resultado heridos desde que comenzó el año. En ninguno de los casos hubo detenciones, ni las autoridades emitieron mayor información, como sí lo han hecho en otros casos menos graves.

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