Signos
Cuando se habla de miedo social se habla de algo más allá del que imponen las guerras del narcoterror. Se habla de la indefensión absoluta de las poblaciones y de su noción convencida de que la autoridad política y sus liderazgos principales y subordinados y complementarios (policiales, ministeriales y jurisdiccionales) no están para cumplir con sus obligaciones constitucionales y representativas mayores que son, en principio, las de defenderla, las de garantizarle seguridad, y las de combatir, por tanto, la delincuencia, castigar a los delincuentes, y acabar con la impunidad que los ampara y los torna reincidentes.
Cuando se habla del temor social que impone el narcoterror, se habla, en consecuencia, del que siente la autoridad responsable de garantizar la seguridad y la justicia frente a los grupos y liderazgos del narcoterror, de su propia indefensión, de su cobardía, y de su consecuente docilidad, sometimiento o complicidad y asociación con ellos, lo que se denomina narcoGobiernos o, cuando se incluyen todos los mandos institucionales, narcoEstados.
Cuando se miente con absoluto descaro desde lo más alto de la autoridad del Estado y se niega la evidencia más objetiva de la criminalidad que se expande y que se advierte y truena en la cotidianidad de Chetumal y se hace normalidad, del mismo modo, en todas las ciudades del Caribe mexicano, y se empeoran las versiones con el cinismo oficial de que se trata sólo de incidentes aislados y enfrentamientos entre grupos armados del Cártel de Sinaloa y el de Caborca por el mercado fronterizo de las drogas pero eso no atenta contra la población ni afecta las condiciones de seguridad del entorno, entonces estamos hablando de un perfecto narcoEstado que favorece con justa razón el miedo de las poblaciones caribes que se saben indefensas y del lado enemigo de la autoridad acobardada o cómplice del narcoterror que está dispuesta a mentir sin el menor escrúpulo y a enseñar el cobre de su perfecta ilegitimidad.
Y cuando por tres pesos se silencia o se pervierte el entorno político, electoral y mediático en favor de las versiones canallas del narcoEstado, entonces la normalidad del crimen será la normalidad de la opinión pública bajo el mando irrevocable del narcoterror.
SM