La democracia de lo peor y de los Padres Fundadores

Signos

Mayoría es fuerza, no razón. Las mayorías eligen a Hitler o a Trump, estimuladas por la desgracia y el miedo, o por la propaganda y el financiamiento de las oligarquías, que para eso son. Las minorías razonables no cuentan nunca en las democracias liberales. La filosofía y los conceptos críticos forman parte de la luz que advierte sobre una verdad tan cierta como irrevocable. Y los liderazgos y gobiernos favorables a la justicia son eventualidades de mínima y necesaria contención negantrópica y humanística contra el poder económico y el impulso natural destructivo de la humanidad y de la frágil condición civilizatoria. Porque si al revés fuera y ganaran contra el mal las buenas energías y conciencias e inteligencias de la salvación política y la bondad humanitaria, la eterna felicidad sería la de la eternidad planetaria. Y no, esa inmortalidad no existe. En las leyes universales, esas sí eternas e inamovibles, la decadencia destructiva condiciona la lógica del renacimiento, de lo nuevo, de lo que sigue, porque la finalidad no es la bondad ni la felicidad ni esos destellos y pasajes necesarios. La finalidad será siempre un misterio cósmico. Y los malos y sabios beneficiarios de la democracia liberal son los elegidos, eso sí está claro y probado y es de sobra sabido, para que el reino de este mundo colapse y se transforme en lo que sea que esté en esa misteriosa agenda del porvenir.

SM

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *