La cosa pública
Por José Hugo Trejo
Sin existir postulación aún en el Partido Movimiento Ciudadano (MC), su posición como tercera vía o tercera alternativa de un nuevo gobierno a partir del 2024, se consolida entre los mexicanos que no ven en la gobernante Cuarta Transformación, integrada por Morena y los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM), ni en el frente opositor del PRIAN, un futuro mejor para el país de continuar la Presidencia de la República en manos de los seguidores del presidente Andrés Manuel López Obrador ni mucho menos de que esta regrese al control de los dos partidos que ya la tuvieron por su lado cada uno, con los efectos negativos para el desarrollo de México que todavía padecemos.
La consolidación de MC como una alternativa de gobierno diferente a la que ya están ofertando la 4T y el Frente Amplio por México (FAM), conocido vulgarmente como PRIAN, ha sido resultado de una tenaz resistencia de los dirigentes nacionales del también conocido como “partido naranja” a la cargada política y mediática que se enderezó en su contra para casi obligarlos a unirse a una gran coalición de “partidos y ciudadanos” que haga frente al bloque gobernante y a la imbatible influencia, hasta ahora, de su líder el presidente López Obrador.
La ruta trazada por la dirigencia nacional de MC también se legitimó como el camino correcto a seguir para el 2024 por la exhibición que hicieron las dirigencias del PRIAN, de su falta de voluntad democrática y capacidad política para llevar a buen término el proceso de elección de la candidatura presidencial del FAM, el cual tuvieron que interrumpir para que mediante una cargada mediática, política y económica, se designara a la senadora Xóchitl Gálvez como la ganadora de una contienda que no sólo no existió, sino que se mal simuló; comprobándose lo que meses atrás ya había destapado el presidente López Obrador, con información privilegiada que el Estado Mexicano le acarrea por ser su jefe.
Con aliados tan incompetentes en lo político como tramposos y mezquinos, como Marko Cortés Mendoza y Alejandro “Alito” Moreno, impresentables ambos, no sólo para la mayoría de los mexicanos, sino para los propios cuadros dirigentes y militantes de los partidos que controlan, por sólo mencionar a estas dos fichitas, MC no sólo hubiera perdido la identidad partidista propia que ha venido ganando en los últimos años, desde sus triunfos en Guadalajara y Jalisco, en las senadurías de Nuevo León, y luego en la presidencia municipal de Monterrey y la gubernatura del Estado, sino que se hubiera perdido en la confusión y el caos de la desesperación, la ocurrencia y el autoengaño que impera en el FAM y la campaña de su candidata presidencial Xóchitl Gálvez.
Me pregunto entonces: ¿Qué estaría haciendo MC dentro de la alianza del FAM, con compañías como los dirigentes del PRI y del PAN; con una candidata presidencial que no sólo responde a los intereses de las cúpulas empresariales ligadas a Claudio X. González, como ya lo manifestó en entrevistas a medios globales en las que se comprometió a privatizar la industria energética nacional, sino que a la que cada día le exhiben los productos de sus cochupos en el ejercicio de la política, que ella quiere justificar como resultado de su actividad como “exitosa emprendedora”?
En cambio, fuera del FAM, para el que tanto se presionó a la dirigencia nacional de MC que se sumara, con una nunca antes vista cargada de programas de radio y televisión, de conocidos periodistas y conductores que se transformaron en apasionados promotores aliancistas, que en cada emisión radiofónica o televisiva de sus programas o en sus columnas periodistas, no bajaron de “esquiroles” y “traidores a la democracia” a los dirigentes naranjas renuentes a sumarse, Movimiento Ciudadano tiene la gran oportunidad de consolidarse como una tercera opción válida, no sólo para mantener el registro como partido sino para convertirse en la segunda fuerza política nacional de continuar las tendencias en la intención del voto contrario a la 4T y de seguir actuando como protagonistas del FAM los impresentables “Alito” Moreno y Marko Cortés.
Pero no sólo es la ganancia político-electoral que obtenga Movimiento Ciudadano por la línea trazada por su dirigencia nacional y el papel que juegue quien sea su candidato presidencial. En juego está la despolarización política de la democracia mexicana. Como mexicanos no podemos estar divididos y enfrentados entre buenos y malos.
En la práctica política se debe erradicar la mezquindad y el puritanismo que lleva a los actores políticos a presentarse ante la sociedad, los unos y los otros, como los más honestos y bien intencionados, como los más demócratas y entregados a los intereses comunes de la Patria, los más capaces y brillantes. Y no son capaces de conceder el más insignificante crédito o atributo a sus contrincantes, quienes en su visión y expresión son incapaces, corruptos, traidores, esquiroles, ignorantes, vendepatrias, chairos, pejezombis, autoritarios, mesías, dictadores, doctrinarios, fifís, kakas….
No existe la civilidad política necesaria para aceptar que en las diferencias ideológicas o de visión de cómo construir el rumbo que debe llevar progreso y bienestar a los mexicanos, hay puntos de coincidencia y hay aciertos de nuestros adversarios. No, se niega y se descalifica cualquier iniciativa de acción y cualquier proyecto impulsado por el adversario. No hay concesión alguna. Y esto prevalece más cuando existe una polarización política como la que impera actualmente en el panorama nacional.
El juego democrático implica pluralidad, participación de muchos con visiones e ideas distintas, confrontadas entre sí o complementarias unas de otras. Así se enriquece la oferta política y se fortalece la democracia. La polarización política nos lleva en sentido contrario, limita nuestras opciones y fortalece las tentaciones autoritarias tanto de quienes ejercen el poder como de quienes se creen los únicos capaces de disputarlo.
La pluralidad partidista bien normada y fiscalizada, debe ser bienvenida en cualquier democracia que se estime como tal. Habrá partidos grandes con capacidad para competir y disputar los gobiernos nacionales y estatales más importantes; habrá otros en crecimiento, con presencia regional, que representen los intereses comunes de los habitantes de esas regiones y que poco a poco vayan demostrando sus virtudes de gobierno al resto del país, convirtiéndose en alternativas de gobierno para sectores más amplios de la sociedad mexicana.
De eso se trata el juego democrático, de ampliarle al ciudadano el espectro de opciones políticas, no necesariamente partidistas, para que elija la que mejor le parezca. Reducir las opciones a dos, a blanco y negro, a buenos y malos, es limitar a nuestra democracia; es continuar con la monopolización que han hecho las dirigencias partidistas de la competencia por el acceso a los espacios de poder y de representación de los ciudadanos en el Estado.
Por eso es importante que Movimiento Ciudadano haya optado por mantenerse firme en su propósito de presentar a los mexicanos una oferta política y un proyecto de gobierno propios para el 2024.
La tercera vía está consolidada con el “partido naranja” como opción viable de gobierno, debería haber otras, para bien de la pluralidad política y la distensión de nuestra democracia…