El bestiario
Quinta columna es una expresión utilizada para designar, en una situación de confrontación bélica, a un sector de la población que mantiene ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos, ideológicos o étnicos. Tal característica hace que se vea a la quinta columna como un conjunto de personas potencialmente desleales a la comunidad en la que viven y susceptibles de colaborar de distintas formas con el enemigo. La expresión se atribuye al general Emilio Mola, al referirse en una locución radiofónica de 1936 al avance de las tropas sublevadas en la Guerra Civil Española hacia Madrid. El general mencionó que, mientras bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacia la capital (una que avanzaba desde Toledo; otra, por la carretera de Extremadura; otra por la Sierra; y la de Sigüenza), había una quinta formada por los simpatizantes del golpe de Estado que, dentro de la capital, trabajaban clandestinamente en pro de la victoria del bando nacional. Esa idea y expresión pasó seguidamente a todas las guerras posteriores, como en la Segunda Guerra Mundial, y se llamó así a los franceses que, residiendo dentro de Francia, esperaban en 1940 el triunfo de la Alemania nazi. Dicho término se extendió en Holanda y Noruega para sus ciudadanos que mostraban más simpatía y lealtad hacia el Tercer Reich que hacia sus dirigentes, apoyando la invasión de sus países de origen. Del mismo modo, simpatizantes del Eje consideraban a los partisanos que combatían clandestinamente al fascismo en sus propios países como una quinta columna. Los miembros de la quinta columna reciben el apelativo de quintacolumnistas.
Santiago J. Santamaría Gurtubay
La cineasta Verónica Córdova, nacida en Cochabamba, Bolivia, graduada en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, ha escrito un interesante artículo el pasado fin de semana, bajo el título ‘Gusanos’, donde hace mención a los ‘quintacolumnistas’. “Hay una raza vil de hombres tenaces, ya los describió José Martí hace más de un siglo. Inflados de sí mismos, hechos de pura garra y diente, sin una gota de decoro humano en el pecho ni en las intenciones. Ostentan como una medalla su avaricia y son capaces de todo con tal de satisfacer su gula por la riqueza ajena. Son quienes sin ápice de conciencia bloquean, amenazan, invaden, asesinan, hunden, destruyen, mienten, conspiran, saquean; y sin ápice de vergüenza después culpan a su víctima de todo el latrocinio que provocan. No hace falta que los nombre. Todos saben, al leer sus atributos, a quiénes me refiero. En Cuba aprendí a llamarlos gusanos. Y no: no son quienes se fueron buscando una vida lejos de las estrecheces. Son quienes con crueldad y descaro las provocan. Desde hace más de medio siglo los gusanos atenazan a Cuba con un bloqueo genocida. Hay quienes no entienden qué significa realmente para un país vivir de esa manera…”.
El músico británico Roger Waters lo puso muy claro. Es uno de los cofundadores de la banda Pink Floyd, considerada una de las más influyentes en la historia de la música moderna. Se convirtió tras la marcha de ‘Syd Barrett’ en el compositor conceptual del grupo británico. Déjenme parafrasearlo: Imagínate que al matón de tu barrio le interesa tu casa, pero tú no quieres vendérsela. Entonces él la cerca con alambres de púa y sicarios armados. No te deja salir a trabajar, no deja que entren alimentos, ni medicinas, ni ninguna otra cosa. Te cancela las cuentas bancarias. Si algún vecino solidario trata de ayudarte, lo muele a palos. Evidentemente, al poco tiempo de pasar hambre y encierro tus hijos empezarán a desesperarse y puede que alguno de ellos trate de huir por la ventana. Al verlo, imagina que el matón te trate de inepto, de abusivo, de mal padre y llame a la policía para sacarte a la fuerza, bajo el pretexto de atender la crisis humanitaria en la que él y sus arbitrariedades pusieron a tu familia. Eso es lo que hacen los gusanos: para poder robar aprietan, maltratan, engañan, amenazan. Si todo eso falla, no tienen el más mínimo reparo en asesinar. O, como lo prueban hechos recientes, contratar mercenarios para que maten por ellos. Luego, con la más inocente de las sonrisas se sientan a la mesa, se anudan una servilleta en el pescuezo y se parten el planeta a dentelladas. ¿Hay acaso alguien que no los reconozca? Palestina, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Siria, Haití… ¿Hace falta seguir enumerando la lista de sus víctimas?
¿Cómo un cubano que vive en La Habana o en Miami puede ser capaz de exigir que intervenga militar en la Isla, su patria?
“Cuba no es una víctima, aunque los gusanos tratan desde hace 60 años que lo sea”, recalca Verónica Córdova. “Es cierto que la pandemia ha venido a paralizar una economía que el bloqueo lleva asfixiando muchas décadas. Es cierto que hay nuevas generaciones desencantadas, que ven las lucecitas de colores que les muestran desde Miami como si fueran aspiraciones ciertas. Es cierto que Fidel ya no está y la legitimidad no se hereda. Es cierto que hace calor y se va la luz y la comida escasea. Es cierto que no es fácil, chico. No es nada fácil resistir por 60 años. Pero también es cierto que Cuba exporta médicos y educadores, en lugar de exportar mercenarios como lo hace Colombia, o gases lacrimógenos y balas como lo hizo Argentina en tiempos de Macri. Es cierto que, a pesar de no poder adquirir respiradores, medicamentos ni jeringas por culpa del bloqueo, en Cuba ha habido 10 veces menos muertos de Covid por cada millón de habitantes que en Estados Unidos. Es cierto que, a pesar de todas las limitaciones que le impusieron los gusanos por ya dos generaciones, Cuba ha criado maravillosos artistas, grandes deportistas, importantes pensadores, brillantes científicos, enormes seres humanos. Lejos de retraerse sobre sí misma, lamerse las heridas y lamentarse de sus apreturas, Cuba ha sabido inventar sus propias soluciones y compartirlas con el mundo. Ahora son vacunas, antes fueron programas de alfabetización y de salud, escuelas de arte, de cine, de medicina. Dijo Martí que, así como en el bosque hay tórtolas y fieras, hay plantas insectívoras y puras; en el mundo, además de gusanos, hay también seres de luz que su alma dan para que otros se alimenten. Eso es Cuba y es su revolución. Ningún gusano va a poder con ella”.
Durante la Guerra Civil Española se producen actividades de resistencia y boicot internos, tanto en la zona sublevada como en la republicana, puesto que el control militar de uno u otro bando no se correspondía necesariamente con las tendencias políticas de la mayoría de la población en cada lugar y, además, porque la propia dinámica bélica siempre favorece los excesos violentos y la delación. Sin embargo, la quinta columna fue especialmente activa en el Madrid sitiado. La gran longitud del frente que rodeaba la ciudad, la elevada densidad de población en la urbe y su importancia simbólica y estratégica, la mayor ciudad de la zona republicana que estaba situada en el mismo frente de guerra, la convertirían en escenario de constante flujo de información de la zona frentepopulista a la insurgente. Después de la derrota de los sublevados en la capital, en la primera semana se asiste en ella a las acciones de los ‘pacos’, francotiradores que desde edificios o coches en marcha disparaban a los milicianos. Posteriormente los Círculos azules se centrarán en desmoralizar a las milicias republicanas por diversos medios (reparto de pasquines de propaganda, fomentando rumores derrotistas, sabotaje armamentístico, retransmisiones radiofónicas). La propaganda del Gobierno republicano incidirá notablemente en la necesidad de estar alerta frente al enemigo interior y, en la primavera de 1937, se desarticularán dos grupos de resistentes en Madrid, de los cuales doce personas serán condenadas a muerte el mismo año. ¿Cómo un cubano que vive en La Habana o en Miami puede ser capaz de exigir que intervenga militar en la Isla, su patria y el lugar donde viven buen parte de sus familias, en su gran mayoría?
Tras el ataque a Pearl Harbor, los ciudadanos de origen japonés fueron a campos de concentración, potencialmente eran ‘quintacolumnistas’
Precisamente para contrarrestar todas las actividades antirrepublicanas, en agosto de ese mismo año se crea el SIM (Servicio de Información Militar) y el DEDIDE (Departamento Especial de Informaciones del Estado), que contaba con sus propios agentes y prisiones. Sin embargo, estos organismos no rastrearán la zona republicana sólo en busca de los llamados facciosos, sino que también reprimirán a integrantes de formaciones disidentes como el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), que rivalizaban en esa época con el Partido Comunista de España. El papel de la quinta columna madrileña fue importantísimo en los últimos momentos de la guerra, en marzo de 1939, en la iniciativa del coronel Segismundo Casado contra el gobierno de Juan Negrín. En esas fechas, la resistencia realizó importantes tareas de información a favor del bando sublevado y actuó también como enlace entre el cuartel general de Franco y la Junta casadista con vistas a acordar la rendición de los frentepopulistas en la zona centro. Durante la guerra surgió en Madrid un gran número de organizaciones emboscadas de la Quinta columna. Sus actividades no se llevaban a cabo de forma aislada, sino que eran acciones organizadas, sistematizadas, siguiendo las directrices del mando franquista; fue la Falange clandestina la que organizó y encabezó en Madrid Manuel Valdés Larrañaga, falangista y amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange. El número de las organizaciones clandestinas alcanzó la veintena, aunque no todas con el mismo peso ni con la misma importancia. Entre las más importantes de la Falange clandestina destacó la llamada Hermandad Auxilio Azul María Paz, formada por mujeres falangistas, pero también merecen ser citados el Grupo de Antonio Bouthelier, Las Hojas del Calendario y la Organización Antonio. Esta última, sobre todo, por la actividad de sus agentes durante el último año de guerra… En otras ciudades, como Barcelona, Valencia, Santander o Alicante, el papel hecho por la quinta columna fue también de gran importancia y ayuda para la estrategia rebelde. En Santander además de tomar la ciudad previamente a la llegada de las tropas sublevadas, la ‘quinta columna’ disparó contra los barcos pesqueros que pretendían llegar por la vía cantábrica a la costa francesa con aquellos que huían de la ofensiva sublevada.
Durante la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque a Pearl Harbor, el internamiento de ciudadanos de origen japonés de la Costa Oeste de los Estados Unidos se justificó con el argumento de que estos ciudadanos, por ser de origen nipón, podrían actuar como una quinta columna. En Reino Unido, se repitió esta operación con numerosos residentes alemanes, detenidos en la isla de Man hasta el fin del conflicto. Poco después del ataque nazi a la Unión Soviética en 1941, el gobierno de Stalin arrestó y deportó al Asia Central a la totalidad de soviéticos de origen alemán residentes en la República Autónoma de los Alemanes del Volga, temiendo que pudiesen formar una quinta columna en apoyo del ejército invasor. En ese mismo conflicto, organizaciones de la minoría alemana en Polonia y Checoslovaquia formaron las Selbstschutz (autodefensa), que colaboraron activamente con el Tercer Reich. Los residentes católicos irlandeses en el Reino Unido también han sido considerados ‘quintacolumnistas’ por los unionistas debido a los disturbios ocurridos durante el siglo XX (véanse los Cuatro de Guildford y los Seis de Birmingham).
La Enmienda Platt se aprueba bajo el chantaje de los Estados Unidos de no desocupar militarmente la isla hasta que no se aprobara
La Enmienda Platt fue un apéndice votado en 1901 por el Congreso de los Estados Unidos y agregado a la Constitución de Cuba de 1901. Durante el gobierno de Estrada Palma y en el período de la primera ocupación militar estadounidense en la isla (1899-1902), para responder a los intereses estadounidenses en Cuba tras la independencia de la isla (1898). Estuvo vigente hasta 1934. El desenlace de la Guerra Hispano-Estadounidense, entre España, Estados Unidos y Cuba, conllevó la obtención por parte de los estadounidenses de varias colonias españolas. Entre ellas se encontraba la isla de Cuba, que cambió de manos después de la firma del Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898. Para iniciar la guerra, los estadounidenses aprobaron en el Congreso y el Senado la Resolución Conjunta. Es entonces cuando, con ayuda de los insurrectos, desembarcan y realizan un bloqueo naval a la isla. Con el apoyo de los mambises ocupan militarmente el país. La Enmienda Platt se aprueba bajo el chantaje de los Estados Unidos de no desocupar militarmente la isla hasta que no se aprobara. Para ganarse a la opinión pública, producen una intensa campaña propagandística, en la cual hablaban de la incapacidad de los cubanos para terminar la guerra y critican el método de la Reconcentración, llevado a cabo por España. Tras esto, el fundador de la Cruz Roja pidió permiso para auxiliar a las víctimas de la Reconcentración, siéndole negada la autorización.
Los Estados Unidos aprueban la Resolución Conjunta el 19 de abril de 1898. Era una verdadera declaración de guerra a España, en la cual no se reconocían las intenciones representativas del pueblo cubano. La guerra tiene un carácter multilateral porque no se desarrolla solamente en el plano militar sino que también existe la guerra diplomática, psicológica, económica y propagandística. El 28 de febrero de 1901, el senador estadounidense Orville H. Platt propone enmendar la Ley de municipios Gastos del Ejército, incluyendo en esta una cláusula que regulara las relaciones entre el nuevo estado independiente cubano y los Estados Unidos. Esta Enmienda recibe el apoyo del legislativo estadounidense y de la presidencia, tras lo cual el gobernador militar de [Cuba] entrega la Resolución a la Convención Constituyente. Los representantes cubanos la reciben sin un ápice de agrado, debido a varias de sus condiciones: No contempla la jurisdicción única del territorio de la provincia de Cuba bajo dominio español, excluyendo de hecho la Isla de Pinos del resto de la jurisdicción. “La Isla de Pinos será omitido de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma”. Condiciona el arrendamiento de ciertos servicios. “Para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el presidente de los EE.UU.”. Permite la intervención política y militar. “El Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba”. Restringe las relaciones exteriores.”El Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna autorice o permite a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla”. Limita la deuda pública. “elGobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva después de cubiertos los gastos corrientes del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios”. El 8 de junio de 1901, el Secretario de Guerra estadounidense proclama que la ley deberá cumplirse tal cual fue aprobada por el legislativo, no estando el Poder Ejecutivo legitimado para modificarla, de tal manera que esta enmienda se convierte en condición de facto para la devolución de la soberanía. En 1925 se aprueba en el Senado de Estados Unidos el Tratado Hay-Quesada que recupera para Cuba la soberanía de la Isla de Pinos. Esto sucede durante el gobierno de Alfredo Zayas y este hace un acto frente al palacio presidencial donde agradecía el gesto del gobierno de los Estados Unidos, contra el cual protestan Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena.
Tratados
El Primer Presidente de Cuba, después de la Ocupación militar de los Estados Unidos, Tomás Estrada Palma, aprobó 3 tratados que permitieron el fortalecimiento de la Enmienda Platt. La Enmienda Platt fue derogada el 29 de mayo de 1934.
“La solución de los problemas no pasa por intervenciones militares, aunque no dejan de ser un escenario posible”, según Leonardo Padura
Leonardo Padura Fuentes es un escritor, periodista y guionista cubano. Premio Nacional de Literatura de Cuba y Premio Princesa de Asturias de las Letras en España. Ha hecho llegar una columna periodística ‘Un alarido’, donde recalca que parece muy posible que todo lo ocurrido en Cuba a partir del pasado domingo 11 de julio lo hayan alentado un número mayor o menor de personas opuestas al sistema, pagadas incluso algunas de ellas, con intenciones de desestabilizar el país y provocar una situación de caos e inseguridad. También es cierto que luego, como suele suceder en estos eventos, ocurrieron oportunistas y lamentables actos de vandalismo. Pero pienso que ni una ni otra evidencia le quitan un ápice de razón al alarido que hemos escuchado. Un grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza y una pérdida de expectativas. A ese reclamo desesperado, las autoridades cubanas no deberían responder con las habituales consignas, repetidas durante años, y con las respuestas que esas autoridades quieren escuchar. Ni siquiera con explicaciones, por convincentes y necesarias que sean. Lo que se impone son las soluciones que muchos ciudadanos esperan o reclaman, unos manifestándose en la calle, otros opinando en las redes sociales y expresando su desencanto o inconformidad, muchos contando los pocos y devaluados pesos que tienen en sus empobrecidos bolsillos y muchos, muchos más, haciendo en resignado silencio colas de varias horas bajo el sol o la lluvia, con pandemia incluida, colas en los mercados para comprar alimentos, colas en las farmacias para comprar medicinas, colas para alcanzar el pan nuestro de cada día y para todo lo imaginable y necesario.
“Creo que nadie con un mínimo de sentimiento de pertenencia, con un sentido de la soberanía, con una responsabilidad cívica puede querer (ni siquiera creer) que la solución de esos problemas venga de cualquier tipo de intervención extranjera, mucho menos de carácter militar, como han llegado a pedir algunos, y que, también es cierto, representa una amenaza que no deja de ser un escenario posible. Creo además que cualquier cubano dentro o fuera de la isla sabe que el bloqueo o embargo comercial y financiero estadounidense, como quieran llamarlo, es real y se ha internacionalizado y recrudecido en los últimos años y que es un fardo demasiado pesado para la economía cubana (como lo sería para cualquier otra economía). Los que viven fuera de la isla y hoy mismo quieren ayudar a sus familiares en medio de una situación crítica, han podido comprobar que existe y cuánto existe al verse prácticamente imposibilitados de enviar una remesa a sus allegados, por solo citar una situación que afecta a muchos. Se trata de una vieja política que, por cierto (a veces algunos lo olvidan) prácticamente todo el mundo ha condenado por muchos años en sucesivas asambleas de Naciones Unidas. Y creo que tampoco nadie puede negar que también se ha desatado una campaña mediática en la que, hasta de las formas más burdas, se han lanzado informaciones falsas que al principio y al final solo sirven para restar credibilidad a sus gestores”.
En tiempos como este “Siempre se es reaccionario para alguien y rojo para alguien”, como alguna vez dijera Claudio Sánchez Albornoz
“Pero creo, junto con todo lo anterior, que los cubanos necesitan recuperar la esperanza y tener una imagen posible de su futuro. Si se pierde la esperanza se pierde el sentido de cualquier proyecto social humanista. Y la esperanza no se recupera con la fuerza. Se le rescata y alimenta con esas soluciones y los cambios y los diálogos sociales, que, por no llegar, han causado, entre otros muchos efectos devastadores, las ansias migratorias de tantos cubanos y ahora provocaron el grito de desesperación de gentes entre las que seguramente hubo personas pagadas y delincuentes oportunistas, aunque me niego a creer que en mi país, a estas alturas, pueda haber tanta gente, tantas personas nacidas y educadas entre nosotros que se vendan o delincan. Porque si así fuera, sería el resultado de la sociedad que los ha fomentado. La manera espontánea, sin la atadura a ningún liderazgo, sin recibir nada a cambio ni robar nada en el camino, con que también una cantidad notable de personas se ha manifestado en las calles y en las redes, debe ser una advertencia y pienso que es una muestra alarmante de las distancias que se han abierto entre las esferas políticas dirigentes y la calle (y así lo han reconocido incluso dirigentes cubanos). Y es que solo así se explica que haya ocurrido lo que ha ocurrido, más en un país donde casi todo se sabe cuándo quiere saberse, como todos también sabemos.
Para convencer y calmar a esos desesperados el método no puede ser las soluciones de fuerza y oscuridad, como imponer el apagón digital que ha cortado por días las comunicaciones de muchos, pero que sin embargo no ha impedido las conexiones de los que quieren decir algo, a favor o en contra. Mucho menos puede emplearse como argumento de convencimiento la respuesta violenta, en especial contra los no violentos. Y ya se sabe que la violencia puede ser no solo física. Muchas cosas parecen estar hoy en juego. Quizás incluso si tras la tempestad regresa la calma. Tal vez los extremistas y fundamentalistas no logren imponer sus soluciones extremistas y fundamentalistas, y no se enraíce un peligroso estado de odio que ha ido creciendo en los últimos años. Pero, en cualquier caso, resulta necesario que lleguen las soluciones, unas respuestas que no solo deberían ser de índole material sino también de carácter político, y así una Cuba inclusiva y mejor pueda atender las razones de este grito de desesperación y extravío de las esperanza que, en silencio pero con fuerza, desde antes del 11 de julio, venían dando muchos de nuestros compatriotas, esos lamentos que no fueron oídos y de cuyas lluvias surgieron estos lodos. Como cubano que vive en Cuba y trabaja y crea en Cuba, asumo que es mi derecho pensar y opinar sobre el país en que vivo, trabajo y donde creo. Ya sé que en tiempos como este y por intentar decir una opinión, suele suceder que “Siempre se es reaccionario para alguien y rojo para alguien”, como alguna vez dijera Claudio Sánchez Albornoz. También asumo ese riesgo, como hombre que pretende ser libre, que espera ser cada vez más libre”.
Washington intervino en 41 ocasiones entre 1898 y 1994, una vez cada 28 meses, según una investigación de la Universidad de Harvard
Uno de los elementos de los que no se deja de hablar desde el inicio de la crisis en Venezuela es una hipotética intervención militar por parte de Estados Unidos. La idea no es nueva. El presidente Donald Trump ya se refirió en 2017 a “una posible opción militar si es necesaria” en el país sudamericano. Pero la idea está más presente que nunca desde que Juan Guaidó se juramentara como ‘presidente encargado’ de Venezuela el 23 de enero del 2019 y Nicolás Maduro lo calificara de “intento de golpe de Estado” orquestado con el apoyo de Washington… Y aún resuena el polémico mensaje de ‘5,000 militares a Colombia’ visto en un cuaderno del asesor de Seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, quien instó a los militares venezolanos a apoyar a Guaidó. Cuando se le pregunta si permitiría una intervención, Guaidó no descarta la opción. La mayoría de países latinoamericanos, que reconocen el gobierno de Guaidó, se oponen sin embargo a esta posibilidad. “La transición a la democracia debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente. No en vano, el Pentágono ya tiene un largo historial de intervenciones en la región alegando la defensa de sus intereses de seguridad y que aún siguen muy frescas en la memoria de América Latina. Un artículo de la universidad estadounidense de Harvard de 2005 repasó los episodios en los que EE.UU. intervino en América Latina para cambiar gobiernos, concluyendo que de 1898 a 1994 había ocurrido hasta en 41 ocasiones: una vez cada 28 meses. Las ‘invasiones’ crearon un resentimiento innecesario en la región y cuestionaron el compromiso de EE.UU con la democracia y el estado de derecho en los asuntos internacionales. Muchas de estas intervenciones dieron un giro radical a la política nacional de estos países.
Cuba. El interés de Estados Unidos por expandir su territorio a finales del siglo XIX fue trascendental para que pusiera su foco en el Caribe, donde España conservaba algunas de sus últimas colonias que se negaba a vender a Washington. Cuba, inmersa en su guerra de independencia de los españoles desde 1895, vio cómo EE.UU. se sumaba a su contienda contra los europeos tres años más tarde. El motivo oficial de su intervención fue el hundimiento del acorazado estadounidense Maine frente a La Habana, de lo que acusó a España aunque esta lo negara. El conflicto, conocido como guerra hispano-estadounidense de 1898, acabó con la derrota de España y su pérdida de Cuba, junto a otras colonias como Puerto Rico, Filipinas y Guam. Aquel gobierno militar estadounidense en la isla duró cuatro años, hasta el momento en que Tomás Estrada Palma asumió como presidente de una Cuba recién independizada. Pero la influencia de Washington, que estableció entonces su base naval en Guantánamo, era cada vez mayor. En 1906, Estrada Palma solicitó la presencia de fuerzas militares estadounidenses por el estallido de una crisis interna y de insurrección contra su gobierno. Aquella segunda intervención estadounidense en Cuba, que se prolongó por tres años, terminó con la elección de José Miguel Gómez como segundo presidente del país caribeño. En 1917, los marines volvieron a desembarcar en Cuba ante un clima de gran inestabilidad, lo que dificultó el correcto funcionamiento de las instituciones nacionales y fomentó la idea de solicitar una intervención extranjera en cuanto la situación en la isla no era como sus políticos habían previsto.
El Pentágono envió Nicaragua soldados en 1927 contra el movimiento guerrillero de Augusto César Sandino, contrario a la ocupación
Panamá. Este es otro de los países latinoamericanos cuya historia está fuertemente influenciada por la presencia de Estados Unidos. En 1903, la intervención de Washington fue determinante para que el país centroamericano (por aquel entonces un departamento de Colombia) lograra la separación. A cambio, Panamá firmó el Tratado Hay-Bunau Varila por el que cedía a EE.UU. unos 16 kilómetros. de ancho en la zona del Canal a perpetuidad, lo que dejó el país dividido físicamente en dos hasta que recuperó la soberanía de su territorio a finales de 1999. Qué pasó el ‘Día de los Mártires’ en Panamá y por qué fue clave para la entrega del canal al país centroamericano. Diez años antes, en 1989, los norteamericanos bombardearon la Ciudad de Panamá en un intento de capturar al general Manuel Antonio Noriega, gobernante de facto del país, y a quien la justicia estadounidense acusaba de narcotráfico. Distintas fuentes cifran entre 500 y 4,000 las muertes de civiles. Especialmente dramática fue la operación sobre El Chorrillo, un barrio popular donde se encontraba el Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa y las oficinas de Noriega, y que quedó destruido casi por completo entre grandes incendios. Guillermo Endara, ganador de las elecciones de mayo de 1989 y cuyos resultados Noriega se había negado a aceptar, juró su cargo como presidente en plena invasión en una base militar estadounidense en la Zona del Canal. Noriega se entregó mes y medio después del inicio del ataque y fue condenado a prisión en EE.UU. En 2011 regresó para seguir cumpliendo condena a Panamá, donde murió en 2017. Su fallecimiento le llega a los 83 años. Manuel Antonio Noriega, es “el último general de la era militar” de Panamá.
Nicaragua. A principios del siglo XX, la relación entre EE.UU. y el presidente de Nicaragua, José Santos Zelaya, era especialmente tensa por la supresión de concesiones a las compañías estadounidenses en el país o por el apoyo estadounidense a Panamá como escenario para la construcción del canal interoceánico. Juan José Estrada Morales, gobernador de la región con capital en el municipio costero de Bluefields (centro de las inversiones estadounidenses en Nicaragua), impulsó un alzamiento contra Zelaya apoyado por EE.UU. La ejecución por parte de las autoridades de Nicaragua de dos ciudadanos estadounidenses acusados de participar en el alzamiento precipitó que, en 1910, marines desembarcaran en los municipios costeños de Corinto y Bluefields con la justificación de proteger a sus ciudadanos y sus propiedades en el país. Zelaya sucumbió a la presión política estadounidense y huyó del país. En 1910, Estrada Morales se convirtió en presidente de Nicaragua con el reconocimiento oficial de Washington, que inició así una larga influencia sobre Nicaragua durante décadas. Los enfrentamientos entre los conservadores representados por los gobiernos nicaragüenses respaldados por EE.UU. y los liberales continuaron. En 1912, el presidente Adolfo Díaz solicitó a Washington que interviniese en el país asegurando que no podía garantizar la seguridad ni de los ciudadanos de EE.UU. ni de sus propiedades en Nicaragua. Las tropas de Washington tomaron entonces el control del ferrocarril que unía el puerto de Corinto con Granada (clave para los intereses de Washington) y condenando al fracaso cualquier intento de alzamiento por parte de los liberales, que acabaron rindiéndose. La presencia militar estadounidense continuó en Nicaragua por más de una década, hasta 1925. Tras las elecciones celebradas un año antes, los liberales habían conseguido volver al gobierno a través de una alianza con los conservadores, lo que causó discrepancias entre ellos. Pocos después de la salida de EE.UU., el general conservador Emiliano Chamorro dio un golpe de Estado, obligó a rescindir la coalición gubernamental con los liberales y se juramentó como presidente en 1926. EE.UU., sin embargo, no avaló su nombramiento. Estalló un levantamiento que desencadenó en una guerra civil y EE.UU. volvió a enviar soldados en 1927 que se enfrentaron al movimiento guerrillero de Augusto César Sandino, contrario a la ocupación estadounidense. El respaldo de liberales y conservadores a Juan Bautista Sacasa, ganador de las elecciones de 1932, ayudó a llegar a un acuerdo que puso fin a la rebelión de Sandino y a la retirada de EE.UU. en 1933. Washington dejó al militar Anastasio Somoza como comandante de la Guardia Nacional creada por EE.UU. como única fuerza armada del país. Sandino fue asesinado en 1934 y en 1936 Sacada fue derrocado por Somoza, quien permaneció en el poder durante casi dos décadas con el respaldo de EE.UU.
Tras el ‘Incidente de Tampico’ ocupó Veracruz para apoyar al general Venustiano Carranza al frente del ejército constitucionalista
México. En 1914, EE.UU. y México protagonizaron el conocido como Incidente de Tampico, un municipio en el noreste mexicano que contaba con importantes inversiones de compañías petroleras estadounidenses. EE.UU., que envió a la zona varios barcos para proteger a sus ciudadanos y sus intereses, criticó la detención por parte de soldados federales de algunos de sus marines que habían entrado a un área de acceso restringido. Washington consideró de extrema gravedad este incidente y se sintió ofendido por el gobierno del presidente mexicano Victoriano Huerta. Días después, EE.UU. ocupó la ciudad de Veracruz, en el Golfo de México, con el objetivo de evitar la llegada de un gran cargamento de armas destinado al ejército mexicano y apoyar así al general Venustiano Carranza, quien estuvo al frente del ejército constitucionalista hasta el fin de la Revolución mexicana. La marina estadounidense dispara sus armas desde un barco que sale de Veracruz durante la intervención de los Estados Unidos en la Revolución Mexicana. Tras el bombardeo y toma del puerto de Veracruz, la intervención estadounidense culminó con la salida de las tropas estadounidenses siete meses después.
Haití. A inicios del siglo XX, EE.UU. también tenía intereses comerciales en Haití, un país con una situación social convulsa y especialmente dominado entonces por la comunidad alemana. En 1915, tras una revuelta que acabó con el brutal linchamiento del presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam, EE.UU. temía la posible subida al poder de Rosalvo Bobo, quien quería frenar las inversiones de Washington y dejar de pagar la deuda contraída con bancos estadounidenses. En 1915, cientos de marines desembarcaron en Haití. Su intervención militar garantizó que EE.UU. asumiera el control de las aduanas y principales instituciones económicas haitianas, lo que le permitió recuperar parte de sus préstamos al país caribeño. La intervención de EE.UU. en el que hoy es el país más pobre de América Latina se prolongó durante casi dos décadas hasta 1934. Haití fue también escenario de la última “intervención directa” por parte del ejército estadounidense hasta la fecha, según el estudio de Harvard. En 1991, un movimiento militar encabezado por el general Raoul Cédras derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide, elegido en las elecciones de ese mismo año. Con el gobierno de facto, el país vio aumentar la pobreza y los casos de corrupción, al igual que la inmigración de haitianos a otros países como EE.UU. En 1994, Washington lideró una coalición internacional y sus fuerzas militares invadieron Haití. Horas más tarde de la llegada de sus primeros efectivos, se alcanzó un acuerdo para que la cúpula militar haitiana renunciara al poder y en 1995 se celebraran elecciones.
La CIA (Agencia Central de Inteligencia) estuvo implicada en el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana
República Dominicana. La primera ocupación estadounidense de República Dominicana comenzó en 1916. La inestabilidad del gobierno caribeño entonces era palpable, debido en parte a las discrepancias del presidente Juan Isidro Jimenes con quien fuera su secretario de Guerra, Desiderio Arias. Años antes, EE.UU. había asumido las deudas aduaneras dominicanas con la firma de un acuerdo mediante el que se le cedía la administración de las aduanas del país caribeño. Washington justificó que esa inestabilidad en el país ponía “en riesgo” el pago aduanero y que República Dominicana incumplía sus compromisos financieros. En este escenario, Washington planteó la intervención militar como única salida a la crisis del país latinoamericano. Su ejército obligó a Arias a abandonar Santo Domingo y los marines comenzaron la ocupación. Jimenes renunció y EE.UU. instauró un gobierno militar bajo el mando del contralmirante Harry Shepard Knapp. La ocupación terminaría en 1924. Ante el temor de una posible expansión del comunismo en el Caribe, Estados Unidos intervino militarmente en República Dominicana en 1965. Décadas más tarde, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) estuvo implicada en el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó con mano de hierro República Dominicana desde 1930 hasta su muerte en 1961. Aunque durante la mayor parte de su gobierno mantuvo un buen trato con EE.UU., la relación se torció hasta tal punto de que Washington cerró su embajada en 1960. Una de las causas de este cambio fue el intento de asesinato patrocinado por Trujillo contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt. EE.UU. había aprobado un plan de contingencia para eliminar a Trujillo y entregó previamente tres fusiles a los autores de su asesinato para que reforzaran su arsenal para llevar a cabo su atentado. Sin embargo, tras el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba el 17 de abril de 1961, Washington intentó detener sin éxito los planes en República Dominicana temeroso de que el complot contra Trujillo también fracasara. Tras el asesinato y varios intentos de los familiares de Trujillo por mantenerse el poder, el país celebró elecciones en 1962 en las que salió elegido Juan Bosch. Militares conservadores y parte de la élite de la oligarquía dominicana descontenta con las medidas del nuevo gobierno de Bosch impulsaron un golpe de Estado que lo derrocó en 1963 y que desembocó en una guerra civil. Los dos años siguientes estuvieron marcados por una fuerte inestabilidad política con numerosas huelgas y conflictos entre quienes apoyaban restituir a Bosch en el poder y los militares que respaldaban el Triunvirato presidido tras el golpe por Donald Reid y apoyado por EE.UU. Washington, ante el temor de una posible expansión comunista en el Caribe más allá de Cuba, decidió intervenir militarmente en 1965 y ordenó a sus tropas restaurar el orden en República Dominicana. La presencia militar estadounidense se mantuvo hasta un año después, cuando se celebraron elecciones y Joaquín Balaguer se impuso a Juan Bosch, quien nunca llegó a recuperar el poder.
Guatemala. En 1954, este país centroamericano vivió un golpe de Estado como resultado de una operación orquestada por la CIA para derrocar al presidente Jacobo Árbenz Guzmán. Árbenz puso en marcha políticas que el espionaje estadounidense consideraba comunistas y que despertaban su preocupación, así como una excesiva influencia en el gobierno nacional del Partido Guatemalteco del Trabajo. En 1954 Estados Unidos apoyó la toma del país por el teniente Carlos Castillo Armas. Una de las principales políticas fue la reforma agraria y en condiciones de expropiación que afectaban a la poderosa compañía bananera estadounidense United Fruit Company, que declinó seguir en el país centroamericano ante las condiciones de Árbenz, que se negaba ampliar sus concesiones. Bajo la justificación de supuestos vínculos del presidente con la Unión Soviética, EE.UU. apoyó la toma del país por parte del teniente coronel guatemalteco Carlos Castillo Armas con el apoyo de aviones estadounidenses. Nueve días después de la entrada de las tropas, Árbenz anunció su renuncia.
Granada. Apoyado por varios países caribeños, EE.UU. invadió Granada en 1983 tras el golpe de Estado que llevó a Hudson Austin a autoproclamarse primer ministro de la isla. EE.UU. justificó su acción por la inestabilidad política en un país tan cercano a sus fronteras, así como por la presencia de estudiantes de medicina estadounidenses en una universidad granadina. Además, Washington había acusado a Granada de construir instalaciones para ayudar a la militarización del Caribe en favor de los gobiernos de Cuba y la Unión Soviética, algo que las autoridades de la isla negaban. La invasión estadounidense, durante la que se enfrentaron a soldados granadinos y cubanos durante cuatro días, terminó con la victoria de Washington y el nombramiento de un nuevo gobierno por parte del gobernador general de Granada.
@SantiGurtubay
@BestiarioCancun
www.elbestiariocancun.mx